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España España · Valencia
Voto de Ponyboy:
2
Drama Gracia, Martín y Coral son tres hermanos que hacen lo que pueden por mantenerse a flote. Saben perfectamente que se necesitan, pero siempre acaban dándose la espalda, al comprobar su incapacidad para ayudarse. Martín sueña con dejar la casa de sus padres e irse a París para dedicarse a la literatura. Gracia, cuya vida es pura ficción, quiere afrontar la realidad. Y Coral tan sólo desea sentirse querida. (FILMAFFINITY)
11 de mayo de 2010
5 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si Sabroso y Ayaso se mueven como peces en el agua -de una pecera- en la comedia negra -Perdona bonita, pero Lucas me quería a mi (1996)-, acaban ahogándose irremediablemente en su inmersión en el drama puro.

La isla interior se asfixia en la simplicidad de la trama, porque en realidad, y aunque en la base parece estar tratando un tema con profundo trasfondo dramático (la ruptura familiar, la esquizofrenia, la negación de la enfermedad, la negación de la realidad, etc.), la historia se queda flotando muerta en la superficie.

Esta ridícula comparación de la película con una pecera, idea extrapolada de la misma película, es al fin y al cabo la mejor manera de explicar la simpleza con la que los directores han construido el drama.

Una película no se sustenta sólo del trasfondo dramático. Como quien echa demasiada comida a los peces, da la sensación que han querido sustentar la historia con una sobrecarga dramática, demasiado peso para unos actores que sólo se mueven en círculos y en la misma dirección, y cuyos diálogos caen constantemente en una torpe repetición sobre las escenas que van a acontecer. Mientras, otras escenas son puramente banales sin ninguna aportación a la trama, pero las peores son aquellas que vuelven a redundar sobre los acontecimientos pasados que no hemos visto pero que ya sabemos, una vez más, por reiteración.

Como consecuencia nos encontramos ante un relato insulso, vacío de forma narrativa, y para colmo donde abundan las torpezas visuales.

Se ha dejado todo el peso en la conciencia emocional del espectador, en el cual no se despierta en ningún momento emoción de empatía alguna, ni con los personajes ni con la historia, porque no hay tensión dramática.

Salvo hacia el final, que además queda como anecdótico pues no hay acumulación de tensión. Es más, parece justo el punto de inflexión que vaya hacer moverse la historia, por fin -y que desencadena a lo que todos ya sabemos desde los inicios-. Y justo en ese momento, cuando nos estamos acercando a los personajes, la película termina.

Desde mi punto de vista, el momento de la historia está mal elegido. El tema mal vehiculado. La localización está mal usada -no hay relación simbólica alguna de una isla con el aislamiento interior del ser humano-. Y esto está en las antípodas del cine de Kim Ki-Duk (La Isla, 2000), en la suela dramática de los zapatos de Almodóvar (Todo sobre mi madre, 1999), en la sensibilidad de una pestaña de Coixet (Mi vida sin mi, 2003), y tan lejos de la tensión dramática familiar de películas como Wonderland (1999, Winterbottom) o Celebración (1998, Vinterberg) como lo está la Tierra de Júpiter.
Ponyboy
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