"Dead Man" es una película original, una obra creada de manera extraña por un director heterodoxo e independiente. Su fotografía es genial, su banda sonora inquieta aunque sea repetitiva, pero más de uno, por mucho blanco y negro y finuras estilísticas que se le propongan, podría aburrirse.

Jarmusch elige con tino a su reparto, aunque da la sensación de que primeras espadas como Gabriel Byrne o Steve Buscemi simplemente han venido a darnos un cameo. Escoger a Johny Depp es un hallazgo, con su peculiar pero innegable estilo, este actor nos embarca en el peculiar viaje de un soso contable de Cleveland que va a iniciar un viaje místico por el Salvaje Oeste.

Sin embargo, estamos ante un Far West más próximo al establecido con maestría genial por parte de Clint Eastwood, que al Oeste que el cine tradicionalmente nos ha regalado. "Dead Man" además regala a un ya envejecido pero aún poderoso Robert Mitchum, que regala una interpretación muy inspirada.

La manera de retratar a los cazadores de recompensas es tan bien digna de ser mencionada, verdaderos carroñeros alejados de la elegancia fatal de los que veíamos en los desiertos almerienses de Sergio Leone.

El hecho de usar a un poeta como William Blake es tan pedante como genial, verdaderamente hay lírica en esta pequeña joya, reflexiones acertadas en un clima de experimentación donde quizás el director se lo haya pasado mejor que los propios espectadores. Un ejercicio interesante a fin de cuentas, que se sale de lo normal y los caminos más fáciles.

Recomendable, pero da tantas sorpresas como desagrados. Sin duda, me colocaría en el sector alucidano, pero entiendo que a otra gente no le pueda agradar.