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Voto de simón:
8
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Drama
Antoine, un publicista de éxito, está casado, tiene dos hijos, vive en una bonita casa no lejos de París y sus relaciones con los vecinos son excelentes. La discreta relación que mantiene con la guapa Marion no es tan seria como para perturbar su equilibrio. Sin embargo, un buen día su vida experimenta un vuelco. Durante una reunión con un cliente importante, pierde los estribos y, de paso, el proyecto. Su socio le propone que se tome ... [+]
6 de mayo de 2010
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia de un hombre atrapado, asfixiado por una sociedad que le impide saborear lo más preciado que tiene la vida, y que es la felicidad.
Comprende que está solo y que nadie le va a ayudar a encontrar salida a su amargura, y no sólo eso, sino que intentarán entorpecer su enmarañada búsqueda.
La angustia le impide volar, el miedo lo paraliza, impidiéndole ser libre, y la falsedad de todo lo que le rodea multiplica su zozobra.
Pero a partir de ahora todo será diferente, algo ha cambiado dentro de sí, algo ha logrado que rebullesen todas sus convicciones, terminando por permitirle observar la realidad desde una perspectiva a la que nunca había osado asomarse; así que decide dar un profundo giro a su existencia, y así por fin ser lo que siempre había querido y nunca se había atrevido, quizá por el que dirán y todo eso.
Antes de irse intenta soltar amarras, desasirse de todos sus lastres y despojarse de sus complejos. Para ello no encuentra mejor forma de hacerlo que desenmascarando la hipocresía de una realidad que simula sin disimulo, diciendo todo aquello que siempre había deseado pero nunca pudo, o quiso.
Pero con su desarmarte sinceridad no hace otra cosa más que desatar la ira de todos los que le rodean, quizá porque es la primera vez que alguien dice lo que de verdad todos sienten sin los lastres de las inclementes convenciones sociales.
“Dejad de quererme”, “dejadme en paz”, “dejadme ser libre”, chilla a toda su familia, a todos sus amigos, a toda la sociedad... la cual no acepta con benevolencia que uno de su miembros deje de creer en ella.
Y huye, desprendiéndose las anteojeras, despegándose las legañas, comenzando a confrontar directamente y la cara una realidad que le asquea. Porque ya no soporta la hipocresía ni las miradas trufadas de complejos, porque abjura de la apostura y de las simuladas vidas alegres, y porque desea desasirse de las impostadas apariencias, así como de las barrocas fachadas carentes de contenido.
Y huye hacia un espacio en el que todo parece auténtico, en dónde no existen complejos, hacia un lugar de su infancia que creía muerto, huye evocando un feliz recuerdo para reencontrarse con el niño que fue y evadirse del hombre que al final se convirtió en un mal sueño.
Comprende que está solo y que nadie le va a ayudar a encontrar salida a su amargura, y no sólo eso, sino que intentarán entorpecer su enmarañada búsqueda.
La angustia le impide volar, el miedo lo paraliza, impidiéndole ser libre, y la falsedad de todo lo que le rodea multiplica su zozobra.
Pero a partir de ahora todo será diferente, algo ha cambiado dentro de sí, algo ha logrado que rebullesen todas sus convicciones, terminando por permitirle observar la realidad desde una perspectiva a la que nunca había osado asomarse; así que decide dar un profundo giro a su existencia, y así por fin ser lo que siempre había querido y nunca se había atrevido, quizá por el que dirán y todo eso.
Antes de irse intenta soltar amarras, desasirse de todos sus lastres y despojarse de sus complejos. Para ello no encuentra mejor forma de hacerlo que desenmascarando la hipocresía de una realidad que simula sin disimulo, diciendo todo aquello que siempre había deseado pero nunca pudo, o quiso.
Pero con su desarmarte sinceridad no hace otra cosa más que desatar la ira de todos los que le rodean, quizá porque es la primera vez que alguien dice lo que de verdad todos sienten sin los lastres de las inclementes convenciones sociales.
“Dejad de quererme”, “dejadme en paz”, “dejadme ser libre”, chilla a toda su familia, a todos sus amigos, a toda la sociedad... la cual no acepta con benevolencia que uno de su miembros deje de creer en ella.
Y huye, desprendiéndose las anteojeras, despegándose las legañas, comenzando a confrontar directamente y la cara una realidad que le asquea. Porque ya no soporta la hipocresía ni las miradas trufadas de complejos, porque abjura de la apostura y de las simuladas vidas alegres, y porque desea desasirse de las impostadas apariencias, así como de las barrocas fachadas carentes de contenido.
Y huye hacia un espacio en el que todo parece auténtico, en dónde no existen complejos, hacia un lugar de su infancia que creía muerto, huye evocando un feliz recuerdo para reencontrarse con el niño que fue y evadirse del hombre que al final se convirtió en un mal sueño.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Antoine se muere, le quedan apenas unos días de vida. Definitivamente acaba de acceder al grupo de personas que comprende que la vida hay que vivirla con pasión desde el primer minuto.
Desde el mismo momento en el que recibe la noticia su mundo se viene abajo.
Se percata que su vida es una farsa, un trasunto de banal existencia, pero también que como todo lo bello, la odia y al mismo tiempo la ama, intensamente, e intenta aferrarse a ella, intentando encontrarle un sentido último y verdadero.
Desea agarrarse a la vida, vivir cada momento como nunca creía haberlo vivido, pero se da cuenta que no sabe como hacerlo, que nunca ha sabido, y también que no es capaz de encontrar la vía, que los obstáculos son inmensos.
Pero lo que sí sabe es que la vida es demasiado hermosa como para abandonarla sin haberla saboreado, si quiera, mínimamente.
Antoine intentará encontrar respuestas a sus dudas, pero sólo encuentra el desprecio de todos sus semejantes. Por ello se revelará, luchará contra todos y todo, hasta contra sí mismo. Pero quizá sea demasiado tarde, y sólo pueda gritar en un hondo silencio preso de su propio tiempo.
Y emprende una huida hacia delante, buscando todo lo que no había podido conseguir con toda una vida, reencontrándose con la naturaleza y con el ser humano más puro y sincero, aún no contaminado por las abigarradas simulaciones de la vida urbana y moderna.
Finalmente decide acabar sus días en compañía de su padre, del que intenta arrebatar respuestas, aprendiendo una postrera y magnífica lección que le hace comprender lo que de verdad tuvo de bello su vida, y por ende, lo que de verdad tuvo sentido en su fugaz y triste existencia.
Desde el mismo momento en el que recibe la noticia su mundo se viene abajo.
Se percata que su vida es una farsa, un trasunto de banal existencia, pero también que como todo lo bello, la odia y al mismo tiempo la ama, intensamente, e intenta aferrarse a ella, intentando encontrarle un sentido último y verdadero.
Desea agarrarse a la vida, vivir cada momento como nunca creía haberlo vivido, pero se da cuenta que no sabe como hacerlo, que nunca ha sabido, y también que no es capaz de encontrar la vía, que los obstáculos son inmensos.
Pero lo que sí sabe es que la vida es demasiado hermosa como para abandonarla sin haberla saboreado, si quiera, mínimamente.
Antoine intentará encontrar respuestas a sus dudas, pero sólo encuentra el desprecio de todos sus semejantes. Por ello se revelará, luchará contra todos y todo, hasta contra sí mismo. Pero quizá sea demasiado tarde, y sólo pueda gritar en un hondo silencio preso de su propio tiempo.
Y emprende una huida hacia delante, buscando todo lo que no había podido conseguir con toda una vida, reencontrándose con la naturaleza y con el ser humano más puro y sincero, aún no contaminado por las abigarradas simulaciones de la vida urbana y moderna.
Finalmente decide acabar sus días en compañía de su padre, del que intenta arrebatar respuestas, aprendiendo una postrera y magnífica lección que le hace comprender lo que de verdad tuvo de bello su vida, y por ende, lo que de verdad tuvo sentido en su fugaz y triste existencia.