Titta aparenta ser un tipo solitario, triste, indiferente a la vida, sin metas, ilusiones ni esperazas; sin "a priori" demasiados alicientes para continuar viviendo su insulsa existencia, del que desconocemos en un inicio absolutamente todo, así que todo lo que sabemos de él es más intuido que conocido, más imaginado que mencionado y que poco a poco vamos descubriendo, más por lo que se sugiere que por lo que se llega a contar.
A partir de aquí lo mejor que se puede hacer por esta película, para el que todavía no la haya visto, es no decir absolutamente nada más de ella, pues el impacto que supone descubrirla por primera ocasión encarna uno de esos pequeños placeres que nos aporta a la vida esto del cine; y adelantar cualquier escena de las que sucesivamente van aconteciendo podría reducir el deleite de saborear todas y cada una de las magníficas sorpresas que aguardan en los fotogramas de esta maravilla de película.
Sólo queda recomendar el visionado de la misma sin ideas fijas ni preconcebidas y que el que todavía no la haya visto se deje llevar por la vertiginosa parsimonia de sus excelentes primeros minutos, por el hipnotismo de su embriagadora banda sonora, así como su imprevisible, extraño y reflexivo final.