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Drama
En un descuido, Ali pierde los zapatos de su hermana pequeña Zhore. Como sus padres no pueden permitirse comprar unos zapatos nuevos, deciden ocultarles lo ocurrido y compartir las zapatillas deportivas de Ali. Pero el plan tiene sus inconvenientes... (FILMAFFINITY)
29 de mayo de 2010
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces, cuando uno está hastiado y cabreado por tanta gilipollez como hay en el cine de hoy, tanta comercialidad, vulgaridad y basura, se pueden también descubrir pequeños reductos de belleza, de buen hacer, de honestidad, de calidad.
Esta película resulta un regalo impagable para cualquier tipo de público con un poco de paciencia y sensibilidad. Porque con esas dos virtudes está construida esta minúscula obra de grandes temas para contar. Bravo por Majidi, por su austeridad lírica, por acompañarse de una música tan sutil y saber utilizarla, por no caer en el sentimentalismo facilón y lacrimógeno, por hablarnos de los temas y las cosas de la vida de las que siempre se hablan en el arte pero con una simplicidad y espontaneidad admirables, por la honestidad y sencillez con que nos ha contado esta historia preciosa y cotidiana, tan cotidiana que nos metemos en ella a pesar de sus simples recovecos argumentales.
Un agridulce retrato del Irán profundo; por sus callejuelas, colegios, barrios, plazuelas, tiendecillas y patios, Majidi nos habla de los pobres y sus proezas para sobrevivir día a día.
Qué maravilla volver a la sencillez y la poesía de los grandes del neorrealismo, al cuento que nos abre los ojos ante las miserias y penalidades de las personas en cualquier rincón de este perro mundo. Esta película, heredera de lo mejor de De Sica, resulta ligera, armoniosa, honesta; y a la vez, honda, trascendente.
Goce el espectador de su ternura, de su sordidez unas veces, su comicidad otras; del heroísmo, del sacrificio, del amor infinito e inocente de esos niños benditos, niños de un paraíso desgarrado cuya recompensa serán, a lo más, unas simples zapatillas.
Esta película resulta un regalo impagable para cualquier tipo de público con un poco de paciencia y sensibilidad. Porque con esas dos virtudes está construida esta minúscula obra de grandes temas para contar. Bravo por Majidi, por su austeridad lírica, por acompañarse de una música tan sutil y saber utilizarla, por no caer en el sentimentalismo facilón y lacrimógeno, por hablarnos de los temas y las cosas de la vida de las que siempre se hablan en el arte pero con una simplicidad y espontaneidad admirables, por la honestidad y sencillez con que nos ha contado esta historia preciosa y cotidiana, tan cotidiana que nos metemos en ella a pesar de sus simples recovecos argumentales.
Un agridulce retrato del Irán profundo; por sus callejuelas, colegios, barrios, plazuelas, tiendecillas y patios, Majidi nos habla de los pobres y sus proezas para sobrevivir día a día.
Qué maravilla volver a la sencillez y la poesía de los grandes del neorrealismo, al cuento que nos abre los ojos ante las miserias y penalidades de las personas en cualquier rincón de este perro mundo. Esta película, heredera de lo mejor de De Sica, resulta ligera, armoniosa, honesta; y a la vez, honda, trascendente.
Goce el espectador de su ternura, de su sordidez unas veces, su comicidad otras; del heroísmo, del sacrificio, del amor infinito e inocente de esos niños benditos, niños de un paraíso desgarrado cuya recompensa serán, a lo más, unas simples zapatillas.