Las películas de Takashi Miike siempre han tenido algo adhesivo, fascinante, que hacía recordarlas pese a que hubieran pasado años desde el último visionado. Sin embargo, Miike ha mantenido una exagerada tendencia hacia la provocación y lo bizarro, elementos que supongo que él ha de considerar una marca de fábrica, pero que a mí me hacían sentir cierto recelo hacia su cine. Hasta ahora, para mí su mejor película había sido "Audition", ya que por una vez lograba sintetizar sus obsesiones personales con una historia coherente y terrorífica.

Pero con "13 asesinos" nos ha sorprendido a muchos. Por una vez, aparta definitivamente sus rasgos más identificables (sigue la ultraviolencia, pero con un sentido dentro de la narración), y nos entrega una película clásica en todos sus aspectos: la aventura de un grupo de samurais crepusculares que saben que se enfrentan a la última gran hazaña de sus tiempos, y que al mismo tiempo son conscientes de que, lo que van a hacer, acabará definitivamente con toda una época. La película funciona como entretenimiento espectacular, como historia de unos personajes de capa caída que pertenecen a unos tiempos que ya desaparecen, como reflexión sobre la necesidad de que la sociedad avance y como esto entra en conflicto con unos principios ya caducos pero que definen lo que ellos son... todo ello servido de una manera compacta, con una argamasa de gran cine, sin alardes absurdos, con honestidad, con respeto hacia el espectador.

Bravo y mil veces bravo. Con "13 asesinos", Miike ha rodado su obra maestra y demuestra que, cuando quiere, puede ser uno de los grandes.