Danny Boyle cambia de género en esta película de zombis que se inicia cuando un grupo ecologista liberan varios primates sometidos a extraños experimentos, el mordisco de uno de ellos inicia una epidemia que convierte a la gente en inhumanos sedientos de sangre. Tras despertar en un hospital y aturdido tras un accidente Jim (Cillian Murphy) descubre que la ciudad es un caos y que su vida corre peligro. Junto a un grupo de desconocidos tratará de escapar de un futuro poco esperanzador.

Boyle da nuevas alas al género modificando los tópicos de estas películas, aquí los infectados no son seres que caminan con torpeza sino ágiles y rápidos, ello unido a la frenética dirección impuesta crea un clima muy interesante. El guión se puede dividir fácilmente en dos claros segmentos, en el primero asistimos al desconcierto de Jim y de su huída (junto a unos nuevos aliados) hacia Manchester mientras que en el segundo (y mucho menos interesante) tiene que ver con un grupo de soldados y la fortaleza creada por ellos a la que llegan los protagonistas. Dicho segundo acto es mucho menos interesante porque aunque no deje de lado el terror se centra en demasía en mostrar los del ser humano con desigual fortuna.

De todos modos y a pesar del no muy satisfactorio devenir de la misma resulta estimulante ver películas así o como la americana Amanecer de los muertos (Dawn of the Dead), con la que guarda ciertas similitudes, entre ellas la manera de moverse que tienen los infectados y que lograron dar nueva vida a un género que parecía condenado al mimetismo (y la autoparodia) y a la serie B.