Hay películas que narran verdaderos dramas personales sin resultar sensibleras, que tratan temas durísimos (como padecer una terrible enfermedad o las limitaciones asociadas a la misma) pero desde un prisma optimista, o por lo menos desde un punto de vista en el que se destaca la superación personal por encima de todas las desgracias o problemas a los que hacen frente sus personajes. En esta especie de subgénero se enmarcaría, sin ninguna duda, Mi pie izquierdo.

Daniel Day-Lewis da vida a Christy Brown, el protagonista de esta historia que se basa, directamente, en su autobiografía, en la cual narra su complicada vida (y su afán por integrarse en una sociedad que se empeña en discriminar a los enfermos o discapacitados) tras nacer con una parálisis cerebral.

De entre todas las virtudes de este largometraje (entre ellas el solvente trabajo de dirección, el contenido guión o todas las actuaciones), me gustaría resaltar la magnífica labor llevada a cabo por Day-Lewis, quien realiza una de las más memorables interpretaciones que he tenido el placer de contemplar. Mi pie izquierdo es una de esas películas que, a pesar de su dureza y de contar con momentos realmente trágicos, consigue transmitir un muy estimable mensaje de coraje y entereza. Desde luego, la valentía de Brown era digna de ser filmada.