Después de la laureada “Amores perros” (2000), de la que aún no puedo opinar nada, y antes de la extraordinaria “Babel” (2006), de la que sí realicé una crítica muy positiva, se encuentra “21 gramos”, en la que el mexicano Alejandro González Iñárritu sigue dando muestras de su talento para el drama y las historias cruzadas.

El filme de Iñárritu se desarrolla mediante pedazos de escenas, de forma que el montaje se hace un componente esencial e imprescindible. Los sucesos no se exponen de forma lineal sino más bien con cierta aleatoriedad temporal, algo que al principio puede ocasionar cierta confusión en el espectador para ir aclarándose conforme avanza la película. Iñárritu nos cuenta tres historias, aparentemente inconexas, que se relacionan entre sí de una forma dramática con un suceso común, creando conexiones entre los personajes que son, en todos los casos, destructivas para ellos.

Se distinguen tres historias concretas: Paul (sean Penn), un profesor de matemáticas que necesita un corazón nuevo; Gato (Benicio Del toro), un convicto y fanático religioso; y Cristina( Naomi Watts), una drogodependiente que pierde a su familia en un accidente de tráfico. Los tres personajes se relacionarán precisamente por el mencionado accidente, lo que hará emerger a la superficie sentimientos perfectamente humanos como la culpa, el perdón, el miedo o la venganza.

La cinta se mueve en un ambiente de continua tensión, derivada de los actos de los personajes, que provocan en el espectador reacciones lógicas ante sucesos creíbles y reales. No todos reaccionan de la misma manera ante lo sucedido, siendo los personajes verdaderas encarnaciones de las opiniones de cada espectador. Iñárritu consigue así que se cree debate y se empatice con los personajes, de forma que el espectador se cuestione algunas decisiones de los mismos mientras que aprueba o desaprueba otras. De una forma u otra, se trata de realizar una historia coherente basada en el comportamiento humano, en los instintos y en las emociones.

Al impecable aspecto técnico, en el que destaca el magnífico montaje y la atrevida dirección de Iñárritu, se añade un reparto brillante. Los tres protagonistas destacan por sus actuaciones, pero es Naomi Watts la que consigue un registro dramático más notorio.

Sin llegar a la excelencia narrativa de “Babel” (2006), “21 gramos” supone un ejercicio cinematográfico notable por su formato y, sobre todo, por su profundo calado emocional. Muy recomendable.