7 vidasSerie

Los primeros capítulos llegan a enganchar al espectador y la verdad es que los guiones son originales, los personajes carismáticos e inolvidables, pero hay 3 cosas que me repelen de esta serie:

1:- Chistes muy parecidos en todos los episodios. Ejem: "Que bien te sienta el peinado Sole, estas mas, bueno eso , mas , bueno que te queda muy bien " risa fácil de público de bocata.

2:- En el 80 % de los episodios alguien se entera de lo que ha dicho otro por que estaba justo al lado sin que el otro lo supiera. Que falta de originalidad y que recurso tan cobrade.

3:- Siempre acaba con una lección moral que ensalza la amistad, la tolerancia, venga ya coño, que somos mayorcitos.

Aún así es entretenida y los personajes tienen personalidad propia. Yo creo que el frutero es así de verdad.

Pues eso, ni más ni menos. Una serie sin más pretensiones, graciosilla según quién la mire, en general vulgar, quizá con la salvedad de Javier Cámara.

Que semejante chorradilla tenga más puntuación que Cuéntame cómo pasó dice mucho del nivel del televidente en España. Afortunadamente, el tiempo pone las cosa en su sitio. De una nos acordaremos todos, de la otra ni Dios. Como 7 vidas se han hecho tropecientas.

Si algún día volviesen a hacer una serie similar en España, emigraría al Congo, de verdad. Vaya serie MÁS MALA. Una grandiosa mierda que nos tuvo sin poder respirar durante 8 largos años. Javier Cámara, a pesar de ser un excelente actor, nos tuvo aguantando un personaje abominable durante mucho tiempo, Florentino Fernández interpretando a un personaje que es auténtica basura y del de Guillermo Toledo mejor no hablar. Recuerdo amigos míos absolutamente prendados de la serie (especialmente de Paco) y jamás he llegado a entender qué le veían. Lo único que me hizo soportar algunos capítulos fue ver a Amparo Baró, una actriz como la copa de un pino, interpretando a un personaje no menos peculiar. Gracias a ella mi nota sube al 4. Lo malo es que de la serie la gente sólo recuerde los chistes fáciles, las burdas gracias de siempre. En mi memoria siempre quedará el personaje de Baró, una militante roja hasta la médula que dedicó su juventud a luchar en pro del comunismo cuya carrera se vio truncada por un hombre que le dió por hijos un par de cachos de carne con ojos y obligada a hacer pasteles para sacarlos adelante.