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Todos queremos algo

Comedia Jake llega a la Universidad de Texas en su deportivo, con las ventanillas bajadas y la música a todo volumen. Quedan sólo unos días para que arranque el curso, pero piensa aprovecharlos conociendo chicas, yendo a fiestas y haciendo amigos. Secuela espiritual de Dazed and Confused, ambientada en los años 80. Los protagonistas, un grupo de jugadores de béisbol a punto de ingresar en la Universidad, son conscientes de que las obligaciones ... [+]
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Críticas 55
Críticas ordenadas por utilidad
24 de diciembre de 2016
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Hay en esta película un sentimiento muy pocas veces capturado en su más pura esencia.
Todos lo hemos experimentado: ese momento en el que observas a los que te rodean... y simplemente sonríes.
Pensando cariñosamente "menudos tipos" o "vaya movida". Deseando, en su forma más simple, que ojalá las cosas siempre sean así, que el día de mañana os encuentre hablando de las mismas tonterías, bebiendo de la misma manera.

'Todos Queremos Algo' no es sólo la historia de Jake, se nos pone a su perspectiva por ser "el nuevo", pero se podría decir que son tres días en los que buscamos el sentido de todo esto.
El salto a la universidad, el rito de paso a la edad adulta, permanece de fondo, pero no hay tiempo para prestarle atención: estamos demasiado ocupados bebiendo toda la cerveza, entrando a todas las chicas, hablando de todo lo estúpido y prescindible.
Y de vez en cuando, un raro pájaro sobrevuela la habitación, muchas veces solo cuando Jake se da cuenta: es su conciencia del futuro que les mira, sabiendo que hoy están construyendo los recuerdos del mañana.

Richard Linklater deja a sus personajes gastarse en todas las inutilidades, deja el tiempo correr como si fuera regalado: en la universidad, siempre parece así.
Pero si te dejas llevar, si estás pendiente, verás que hay momentos que merece la pena rescatar, casi siempre camuflados en forma de conversación un martes de tarde perezosa, o en la típica tontería que se dice antes de entrar al local.
Son pocas las ocasiones en las que calan esos momentos, porque la tradición dicta que cualquier profundidad debería ser desterrada: somos demasiado jóvenes para prestarle atención, tenemos toda la vida para comprenderla, riámonos de ella hasta hacerla pulpa de nuestras bromas.

Pero ves que Jake sabe, se da cuenta. Que Finnegan, el infaltable compañero "filósofo" a veces dice mucho de verdad en sus palabras.
Y que cualquier noche puede convertirse en la puerta de entrada de esa madurez que no estamos preparados para asumir, que posponemos a cuando acabe el fin de semana, cuanto más tarde mejor.

No hay tristeza en ella: es lo que hay, es algo que también pasará.
En el fondo, Jake también la busca, en esas conversaciones con Finnegan, o con la promesa de que aquella chica inolvidable le devuelva la llamada. Para tener algo verdadero, para que el tiempo no se escape de la manera que parece hacerlo.
'Todos Queremos Algo', claro. Algo que nos haga sentir conectados, amados, comprendidos, infinitos.

Ir a clase de buena mañana después de un fin de semana de fiesta, habiendo conseguido el número de aquella chica, pese a parecer algo sencillo, es lo más parecido a esas sensaciones.
Y puede que incluso, en la inevitable cabezada ante las clases, comprendamos que la vida era esto.
Charles
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17 de febrero de 2017
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Lo mejor: La pureza del cine de Linklater
Lo peor: No aporta nada en especial

Si por algo se caracteriza el cine de Richard Linklater es por lo transparente y puras que suelen ser sus películas. Ya desde ‘Slacker’, Linklater refleja a la perfección los personajes y las situaciones más cuotidianas, consiguiendo empatizar con el espectador debido a la naturalidad que desprende la película. Es ésta, para mí, una de las mayores virtudes de Linklater y algo que hace que ame su manera de hacer cine. ‘Todos queremos algo’ no es una excepción de esta clase de hacer cine. Sin embargo, normalmente las películas de Linklater dan lugar a la reflexión. Sus personajes suelen estar tan bien definidos y colocados dentro de una cultura y época específica, que aunque en la película no haya ningún tipo de conflicto y “no suceda nada”, te permite reflexionar sobre lo más terrenal de nuestras vidas. Pero en ‘Todos queremos algo’ no es así. Como en su antecesora espiritual, ‘Dazed and Confused’, toca sutilmente el amor, las amistades y las drogas. No obstante, la película parece más un divertimento, una excusa para lanzarnos directos a los inicios de los años 80 sin tener que contarnos nada en especial.

En conclusión, ‘Todos queremos algo’ no deja de ser una muy buena película. Quizás no esté situada en el Olimpo de las películas de Linklater, pero no deja de ser meritorio como sigue consiguiendo definir a los personajes con una naturalidad pasmosa. Sin embargo, no consigue transmitir lo que otras películas suyas transmiten.
RaulGarrigós
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6 de septiembre de 2018
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Deslizándose por el farragoso y manido espacio del estilo de vida universitario estadounidense, Linklater firma una descafeinada secuela/remake de su genial Dazed and Confused.
A las puertas del inicio de su aventura universitaria, un grupo de chavales tratan de aprovechar al máximo las ultimas horas de libertad y de infancia, estallando sus anhelos con fiestas, chicas en flor, alcohol y partidos de béisbol. Como todo en esta vida, se acaba, y apostados en la mutabilidad del ser estos chicos observan con pesar como se esfuma su juventud entre actividades banales, siendo incapaces de retener por un momento el instante.
No todo son penas, y el amor que se esconde saldrá a la luz para nuestro protagonista, que vivirá los estertores y vaivenes del alma enamorada, luchando así, gracias al poder del amor, contra el tiempo y contra el espacio.
Marcos 'La Joven Promesa'
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27 de abril de 2020
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Llegados a cierto punto se antoja bastante arduo esquivar las conscientes o inconscientes expectativas que un espectador se hace ante una determinada película, máxime cuando la firma un director que lleva un lustro en estado de gracia, con la notable comedia negra Bernie, el cierre de su trilogía romántica extendida a lo largo de 18 años y la ambiciosa Boyhood, relato una infancia y adolescencia “en tiempo real”. Para más inri, subía la apuesta esa etiqueta autoproclamada de "secuela espiritual" de Movida del 76, aclamado retrato (en diferido) de una generación y cumbre del cine generacional, que puso a Richard Linklater en el mapa cinematográfico mundial.

Pues bien, desde luego no se esperen otro gran relato generacional, ni en diferido, como el título arriba mencionado, Desmadre a la Americana o Grease, ni mucho menos en directo, como Trainspotting, Bocados de Realidad o El Club de los Cinco, ya que se sitúa en plenos ochenta. Lo que se encontrarán es algo tan noble, sano y lícito como un ejercicio de nostalgia de sus años mozos por parte de un director que si algo ha demostrado de sobra hasta ahora es su versatilidad estilística y su pasión por los retos creativos, por lo cual nadie debe negarle el derecho a permitirse una celebración sin mayores ínfulas ni pretensiones de su propia juventud a través del medio fílmico, que tanto domina.

Las piezas que componen el relato las hemos visto ya cientos de veces y realmente ninguno de los personajes está desarrollado hasta un punto de sobresalir por encima del conjunto, pero a cada cual con sus particularidades, componen un mosaico compacto que funciona y fluye sin mayores aspiraciones. Sin apenas pasar por los campos de béisbol y mucho menos por las clases, la acción se centra primordialmente en la fiesta, constante y prioridad, tanto en las casas estudiantiles como en los diferentes locales nocturnos (como curiosidad, ni rastro de las habituales fraternidades), cauce que Linklater aprovecha para dar rienda suelta a su rica y ecléctica selección musical, el ámbito de mayor valor "etnográfico" de la película.

Pasamos así por el canto del cisne de la música disco, el repunte del country, los inicios del hip hop como fenómeno global y la escena punk y rock de principios de los ochenta. Desde Kool & The Gang, Sugarhill Gang o The Knack pasando por Parliament, Pat Benatar o Devo, con espacio también para imprescindibles como Queen, Pink Floyd y sobre todo Van Halen, que da nombre a la película con uno de sus temas.

En definitiva, un entretenido relato de batallitas de juventud y juergas universitarias que no aspira a erigirse en retrato icónico de una generación presente o pasada, sino una sana y noble celebración nostálgica, que ya basta por sí misma.
Skorpio
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7 de noviembre de 2020
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Con “Todos queremos algo” como ya hiciera con “Movida del 76”, película de la que se ha declarado secuela espiritual, Linklater nos abre una pequeña ventana a un momento transitorio vital de gran importancia para un grupo de jóvenes, en esta ocasión los días previos al ingreso en la universidad, en el film de 1993 los últimos días del instituto.

Nos situamos en el comienzo de los 80, la ambientación es exquisita, el vestuario, estilismo y decorados son una verdadera delicia, la inmersión es total y la banda sonora que acompaña a este simpar grupo de chavales es increíble Van Halen, Blondie, The Knack, Cheap Trick, Cool & The Gang…

El grupo actoral se compone de caras desconocidas pero con un talento increíble, todos y cada uno de ellos tienen su espacio y dejan su impronta por pequeña que sea la aportación. Si se cumple la tradición de este film saldrá un grupo de actores más o menos consolidados que se convertirán en habituales en todo tipo de films en los próximos años como ya pasó anteriormente.

En esta ocasión la premisa del director es de apariencia simple pero con un gran trasfondo, parece como si se hubiera propuesto transmitirnos una emoción propia de años pasados, de tiempos más fáciles y sin complicaciones, y es por eso que este grupo de jóvenes solo busca divertirse, echar el rato, ligar, fumarse unos canutos, petarlo en las fiestas y bromear entre ellos, pero a través de sus diálogos conoceremos un poco más de su esencia vital, de esa fugacidad del paso de la adolescencia a la madurez, de esa pérdida de libertad que viene acarreada por las responsabilidades propias de la edad.

Aunque aparentemente los personajes pudieran parecer planos y sin una personalidad bien dibujada, la realidad es que es imposible no empatizar con ellos, apurar a tragos el fondo del botellín sabiendo que en cualquier momento las luces te sorprenderán y tendrás que volver a casa sabiendo que la fiesta ha terminado.

Los últimos minutos con el inicio del curso académico sirven de cierre y epílogo y hace preguntarse al espectador qué será del futuro para los protagonistas.

Simple, emotiva, divertidísima y un gran acierto (otro) por parte de Richard Linklater.
Luke_Cage
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