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Fresas salvajes

Drama El profesor Borg, un eminente médico, debe ir a la ciudad de Lund para recibir un homenaje de su universidad. Sobrecogido, tras un sueño en el que contempla su propio cadáver, decide emprender el viaje en coche con su nuera, que acaba de abandonar su casa, tras una discusión con su marido, que se niega a tener hijos. Durante el viaje se detiene en la casa donde pasaba las vacaciones cuando era niño, un lugar donde crecen las fresas ... [+]
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Críticas 142
Críticas ordenadas por utilidad
17 de febrero de 2015
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece un milagro que la historia alrededor de un médico octogenario introvertido, solitario y egocéntrico en la Suecia de los años 50 pueda resultar apasionante. Éste es para mí el trabajo más fascinante del impar director sueco.

Victor Sjöström imprime una extraña calidez al anciano Isak Borg, pese a que se trata de una persona más bien gélida, un intelectual que ha vivido en una atmósfera de frialdad, incluso desde la infancia. La relación con su madre, con su hijo y con su nuera están atravesadas por ese hielo. Su hijo Eval se le parece en esto, pero la esposa, Marianne, no se siente cómoda en tal ambiente, por lo cual ellos se han separado temporalmente. Ambos mantienen, además, un conflicto con Isak a causa de un dinero prestado. Así las cosas no resultan muy buenas las perspectivas para esta familia. Sin embargo, Isak y Marianne compartirán un extenso viaje en coche hacia la ciudad donde Isak recibirá un galardón en mérito de su carrera y trabajo como científico. Tendrán entonces la ocasión de conversar, quizás como jamás lo han hecho. Por otro lado, el anciano enfrentará un debate con su propia mente, que lo arrebata en alucinaciones hacia su pasado y también le presenta sueños extremadamente perturbadores -que Ingmar Bergman recreará con su genio habitual, constituyendo sin duda uno de los atractivos más fascinantes de este film.

El viaje resulta una experiencia tan rica en el terreno de las relaciones como profunda en el mundo interior del anciano, cuyo subconsciente lo somete a una anticipación juiciofinalista, forzándolo acaso a ablandar su corazón y recomponer los vínculos familiares.

Obra maestra e imperecedera pieza de arte y de colección.
Danivtar
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15 de marzo de 2009
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Isak Borg (Victor Sjöström), un médico casi octogenario es convocado por la Universidad de Estocolmo para ser homenajeado con un título honorífico cuando cumple medio siglo de entrega profesional a la medicina. La noche anterior, un sueño desagradable y premonitorio le sacude dolorosamente, en el súbito momento en el que se percata de que el final de su existencia comienza a tirar de él con la fuerte sujeción de una mano firme que lo arrastra hacia la muerte.

Al día siguiente decide emprender el trayecto en coche hasta la capital, acompañado de su nuera y de tres jóvenes autoestopistas. Durante el viaje, Isak se desplaza en el espacio, pero también en el tiempo, echando la vista atrás y repasando diversos recuerdos de su infancia, de su adolescencia, de sus tiempos de estudiante y de su matrimonio. Será un viaje especial; será un viaje interior en el que logrará reencontrarse consigo mismo y con aquel momento en el que realmente paladeó la felicidad junto a su prima, recogiendo fresas.

La fiebre existencialista de Bergman, se desborda en Fresas Salvajes, llegando más lejos que en otras obras de su filmografía al plantearse, a través de su personaje principal, Isak, el estar muerto mientras todavía uno vive.

En contraposición, los tres jóvenes autoestopistas, llenos de vida y optimismo, de viaje hacia Italia arrancan flores vivas, ahora muertas para obsequiárselas al doctor. Están lejos de caer en las reflexiones sobre las que cavila Isak, médico que, jamás podrá burlar su muerte, ni la de sus seres queridos, ni la de sus pacientes.

Paralelamente a la clarividencia de las líricas y surrealistas ensoñaciones que acompañan al doctor a lo largo del viaje, Bergman indaga en los problemas conyugales de la pareja (nuera e hijo de Isak), que sobrevienen cuando se libra el enfrentamiento moral sobre si el engendrar vida en un mundo en el que estando vivo, también estás muerto radica en ser, sí o no, un acto egoísta. ¿Tenemos derecho a condenar a la muerte a una nueva criatura? ¿A la muerte, a la frialdad y la soledad? Las tres ideas reincidentes para Bergman en esta película.

¿Descubre Isak lo que sus sueños le dicen? Hasta ahora, despierto, vive engañado, pero a través de los paréntesis oníricos que se suceden durante el viaje, a través de los sueños, puede verse siendo joven, cuando fue feliz y a la vez reflejado en ese espejo que le devuelve la imagen de un hombre anciano y acabado.

Es la sentencia que ronda la película de principio a fin: “si, estoy muerto, aunque siga vivo”. ¿Cuándo no estuve realmente muerto? Sólo mientras fue niño y recogía fresas salvajes.

Imprescindible película e imprescindible Bergman.
Valkiria
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4 de mayo de 2007
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las obras maestras de Ingmar Bergman.

Es una road movie atípica, en la que se alternan las escenas oníricas con los recuerdos del protagonista (absolutamente magistral está Victor Sjöström).

Es una película muy hermosa y conmovedora, con una bellísima fotografía y un guión encomiable, que contiene unos diálogos muy elaborados.

Un viejo médico, en un viaje con su nuera, rememora momentos clave su vida, unas veces son recuerdos positivos, otras veces son sueños-pesadillas (de los momentos negativos).

La película está llena de detalles y de simbolismos. Por ejemplo, los tres jóvenes que recogen por el camino: los chicos simbolizan lo absurdo de la discusión sobre cuestiones metafísicas como la existencia de Dios. La chica simboliza la juventud frente a la decrepitud del anciano profesor.

No faltan notas de humor: las discusiones del médico con la mujer que lo asiste, un personaje muy entrañable y simpático.

También hay una historia paralela: la de la nuera (maravillosa Bibi Andersson) y el hijo, y sus problemas conyugales. Precisamente es uno de los temas (las relaciones de pareja) constantes en la filmografía de este gran director sueco.

Obra maestra a la altura de "El séptimo sello", "Gritos y susurros", "El manatial de la doncella" o "Persona", que son mis favoritas de este director y guionista.
Manuel PM
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3 de febrero de 2014
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de rodar “El séptimo sello” (1956), Bergman acudió a una clínica para un reconocimiento médico general; durante la instancia, y basándose en el intenso proceso de aislamiento personal que vivía en aquel momento, escribió este inolvidable guión sobre la soledad y la cercanía de la muerte. Bergman acababa de ver fracasar su matrimonio, y aunque sólo tenía 39 años, ya había conocido el éxito y el prestigio internacional, lo que le había sumido en un espinoso proceso autorreferencial del que muy pocos triunfadores son capaces de salir. Bergman condensó en el personaje del profesor Borg varios sueños que él mismo había tenido, su intensa sensación de soledad y los omnipresentes recuerdos de su infancia.

Son muchos los artistas que encuentran en su infancia una fuente de inspiración, pero en la obra de Bergman la infancia lo es casi todo, incluso cuando habla de relaciones de pareja solapa sus propias relaciones con la de sus padres. De hecho el verdadero motor de “Fresas salvajes”, más allá de los simbolismos oníricos, fue la difícil relación que Bergman atravesaba en aquel momento con sus padres. El retrato que Bergman muestra de sí mismo como un intelectual egocéntrico y autosuficiente toma vida gracias a la magistral interpretación de Victor Sjöström; el veterano actor y director (al que Bergman consideraba, su maestro) aporta su rostro, surcado de vivencias, tolerante y sereno, para que la incisiva mirada de Bergman se recree sin prisa en su contemplación. Los sueños, los recuerdos y los anhelos se vuelven, gracias a esa simbiosis, creíbles y emocionantes.

Una película hermosa y arriesgada para la época, un muestrario complejo y variado de las siempre difíciles relaciones entre los seres humanos, donde se reflejan las obsesiones del cineasta, sobre la propia identidad, una clara meditación existencial. Un anciano al borde de la muerte que pasa revista a su vida, tierna y dolorosa. Un viaje iniciático en busca del amor y de la vida, cuando uno presiente que se acerca la muerte. También se podría ver como una “road movie” donde curiosamente lo más interesante ocurre en las paradas. En definitiva, un compendio de lo que el cineasta había hecho hasta entonces en su fértil trayectoria. Finalmente, decir que el título español difiere bastante del original sueco que traducido sería: “El rincón donde nacen las fresas”, que si no estoy equivocado augura a la llegada de la primavera.
Antonio Morales
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28 de junio de 2012
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el lejano año de 1957 Ingmar Bergman estrenó dos obras maestras, la presente película que muestra el día en que un profesor se dirige a su universidad tras ser homenajeado. La segunda, la enigmática El séptimo sello, tocará hablar de ella en otra ocasión.

Fresas salvajes comienza con una introducción donde se muestra al personaje principal, interpretado en gran forma por Victor Sjöström, en su último papel como actor, sin duda una gran despedida. En esta primera secuencia conocemos al personaje, gracias a su propia voz en off que nos explica algunas cosas de su vida.

Los sueños tienen un gran papel a lo largo del metraje, el mejor es el primero, donde el profesor Borg se ve a sí mismo en un ataúd, más que un sueño una pesadilla. Al amanecer, se da cuenta del deseo de ir en carro a recibir su homenaje, un largo viaje desde Estocolmo hasta la ciudad de Lund.

En el viaje lo acompaña su nuera, interpretada por Ingrid Thulin, que regresa a Lund al reencuentro de su marido después de una pelea -por cierto, relación áspera entre padre e hijo-. A pesar de la distancia del viaje los personajes tienen tiempo suficiente para pasar por la casa de campo donde vivió el profesor durante su juventud, además de visitar a su anciana madre la cual ronda los noventa años.

Durante la corta estadía por la casa de campo el profesor Borg se ve refrescado por una brisa de recuerdos, es en ese momento donde conocemos parte de su vida y más importante aún su primer amor. La visita a casa de su solitaria madre es igual de melancólica.

Ingmar Bergman fiel a su estilo reflexiona sobre la vida, la muerte, el matrimonio, la existencia o no de Dios, la importancia de las mujeres en diferentes ámbitos (la esposa muerta del profesor, su nuera, su madre, la chica con la que entablan amistad, su ama de llaves) e incluso los ya mencionados sueños.

Película intimista donde se explora la vida de un hombre, su pasado y su presente, film que a la vez se convierte en una road movie llevada de forma genial, con momentos graciosos, un guión esplendido y actuaciones formidables. Finalmente decir que para mí, el homenaje que recibe en la película el personaje de Victor Sjöström, es a la vez un pequeño homenaje que le hace Bergman a este actor y director sueco.

Así que sin más recomiendo sin temor la película, de igual forma me parece que es un buen film para empezar con Ingmar Bergman, fácil de ver y eso no es siempre común en el cine de este excelentísimo director sueco.
10P24H
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