El demonio

Algo que no se le puede negar a esta historia, es su acertada construcción de un icono terrorífico.
En breves vistazos, y en confesiones discretas, más que directamente, vamos conociendo a un monstruo que poco a poco irá haciendo notar su presencia.

'Jeepers Creepers' podría ser como cualquier otra historia de terror.
Pero pronto queda claro que no lo es: los adolescentes descerebrados son sustituidos poniendo a un hermano y hermana (quitando el sexo fácil de la ecuación, haciendo la dinámica de ambos más interesante), mientras que más que sustos lo que hay son gratos escalofríos.
Se elimina el clásico personaje gracioso, la clásica guarrilla, los clásicos subidones de volumen... en su lugar solo hay una agradable tonadilla del siglo pasado como premonición de que algo desconocido se acerca, casi como una burla a la forma actual de representar el terror, dejando claro que puede venir de algo tan sencillo como una estrofa pronunciada alegremente.

La criatura en cuestión es algo muy curioso, pues se tiran tantas cualidades cruzadas sobre ella para que pueda ser cualquier cosa: es inútil no tener la sensación de que se piensa en el ahorro de presupuesto al decir que "se hace pasar por humano", pero eso no hace más que añadir originalidad a su concepción al permitirle lucir una figura parecida a un siniestro vaquero autoestopista.
Vamos conociendo sus habilidades y rasgos, pero nunca nos quedan del todo claros, porque cuando creemos que los sabemos de repente surge otra que no conocíamos: la cara de horror del protagonista es genuina, tanto como nuestra cara de asombro al darnos cuenta de que esto no es algo que hayamos visto antes. Junto a eso, las declaraciones de una vieja que se presume loca, presagiando un demonio como nunca lo hemos visto, consiguen una impresión duradera, que se traslada a todas sus apariciones.
Lo que podría haber sido "otro" terror se transforma en "el" terror, porque temeremos más lo que no sabemos cómo se comporta o qué reglas sigue, lo podría estar trepando por la pared como acechando en la oscuridad de la carretera.

Una iglesia abandonada en medio de la nada le sirve de guarida, pero a la vez de arraigo en nuestra memoria, al ser la típica ambientación que verías a la salida de cualquier pueblo de mala muerte.
Así, el monstruo pasa no solo a tener personalidad sino a tener incorporeidad: su Capilla Sixtina de los horrores, hecha de los cuerpos y los huesos de los desafortunados que caen en sus manos, podría estar bajo cualquier lugar, con su mugriento e infernal camión a punto de embestirnos por sorpresa.
Los hermanos, acosados, se encuentran también con muestras de incredulidad por parte de los lugareños, dejando una sutil lectura de que podría no haber criatura alguna, por mucho que juremos haberla visto.

No hay susto, y sí más bien escalofrío, pues, como todos los grandes Males, el Jeepers Creepers se ha ganado el derecho de ser un relato demasiado increíble para que nadie lo tome por cierto.
Y en su certeza de existencia, pese a que la lógica dicte que no existe, está la última puntada de configuración de un icono.

No me voy a extender mucho: la película no asusta pero me resulto entretenida, justin long en sus inicios no ponía caras muy creíbles. El demonio o lo que sea no es una obra de arte pero convence.

Acabábamos de salir de la decada de los noventa estando hasta el gorro del género slasher, Scream, Leyenda Urbana, Se lo que hicisteis el último verano y secuelas inundaban las pantallas.
Hechabamos de menos a aquellos monstruos de película de terror pero que no fueran siempre los mismos que terminaron por quemar el genero a finales de los ochenta como aquellas Pesadilla en Elm Street, Viernes 13 o Halloween.
Esta película supuso un refresco a aquel terror más ochentero y quizás una de sus mayores ventajas recaía en que la original criatura aparecia cada 23 primaveras, por lo que no iba a ser participe de una saga interminable de secuelabodrios como sus hermanos mayores, para eso tenían que pasar más de 200 años y como que no.
Lo que supuso una nueva criatura siniestra capaz de competir con el mismísimo Freddy, Cara de Cuero, Jason o Michael Myers y hacernos creer que sería el principio de un nuevo elenco de monstruos del nuevo siglo se quedó en promesa, no hubo más bichos del estilo por lo que a esta película hay que tratarla como a una joya del género de terror del siglo XXI, la criatura más actual sin mirar a los ochenta.

Conversación previa a la película:
1: Había pensado hacer una película mierda, ¿ Te apetece participar? Serías el protagonista.
2: ¿Es realmente mala o me estás tomando el pelo?
1: Te lo aseguro, no ha habido bazofia mayor.
2: Vale, hecho. ¿De donde has sacado el guión?
1: Lo cagué anoche.
2: Perfecto entonces. Pero, ¿Tengo que actuar de pena y poner la misma cara de sorprendido en toda la película? Porque sino no es para mí.
1: Sin problemas, puedes cagarla tantas veces como quieras.

Voy a destacar los mejores rasgos de este gran zurullo...

Existen muchos tipos de películas de terror, aunque ya hace mucho que se repiten una y otra vez los mismos clichés. Esta vez se nos plantea una novedad en el género, que veo hasta el momento nadie ha sabido encontrar:
Aquí, el espectador no está en completa tensión por los sufrimientos o los peligros que corran los protagonistas, no. Aquí el espectador sufre lo indecible esperando que el malo malote (una especie de cruce entre el bicho de Mimic y cualquier demonio creado por Harryhausen) acabe de una puñetera vez con los protas, ejemplo y bandera de lo que es el estereotipo clásico de mongoloide metido en una peli de supuesto terror. Esas infinitas esperas para contemplar lo que pasa cada vez que pueden (o deben) escapar, que sólo les falta sacar vino y unas chistorras y hacerse una barbacoa, esos diálogos fraternales infames, esa manera de agotar la paciencia del público a base de no hacer ni una sola vez lo que cualquiera en sus cabales haría... Odiosos de verdad, si (mención aparte para el breve ramillete de personajes secundarios, especialmente esa vidente con pinta de vinatera).
Si ése era el objetivo que buscaba el director, que el espectador aborrezca a los protas y los desee ver a rebanadas, se trata indudablemente de un peliculón: pero como me temo que no van por ahí los tiros, y que sencillamente es una truñada de elefante, estamos hablando de una bírria de proporciones colosales, ridícula, mal hecha y peor acabada. A destacar, por lo sorprendente, que el productor ejecutivo sea el señor Coppola, otrora creador de grandiosas películas.
Tan recomendable como depilarte la entrepierna con un soplete.