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La obsesión (El entierro prematuro)

Terror. Intriga. Drama Guy Carrell vive con su hermana Kate en la gran mansión familiar. Después de averiguar que su padre pudo haber sido enterrado vivo, Guy vive dominado por la obsesión de que a él le pueda ocurrir lo mismo, es decir, teme ser víctima de la catalepsia. A pesar de ello, decide casarse con su prometida Emily, la cual, no pudiendo soportar la fobia de su marido, decide pedir ayuda a Miles Archer, un científico amigo suyo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
17 de septiembre de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenida película de terror/intriga de bajo presupuesto o 'serie B' basada en una novela del brillante Edgar Allan Poe.

La historia es simple: un hombre (Ray Milland) vive pensando que su padre fue enterrado vivo ya que sufría de una inusual enfermedad llamada catalepsia (la cual le da al cuerpo humano todas las razones para parecer muerto, aunque no lo este), y con el miedo de que a él pueda sucederle lo mismo. Por supuesto, ninguno de sus allegados cree en esa historia y piensan que son imaginaciones suyas o que simplemente está perdiendo la cordura.
Totalmente obsesionado con el tema, comienza a alejarse de la gente que lo rodea y hacer planes para que, en caso de 'morir', sea enterrado en un ataúd que él mismo fabricó y del cual puede salir fácilmente.
La película es entretenida, tiene mucha intriga, está bien actuada, la ambientación es correcta (principalmente la niebla le da un aspecto tétrico a la historia), tiene algún que otro 'susto' (principalmente para aquellos que sufren de claustrofobia) e incluso esconde una historia de traición.

Recomendable película de terror 'serie B'. A mi gusto, entre las mejores de Roger Corman.
Milo
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5 de febrero de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entrañable terror de serie B dirigido por el maestro artesano Roger Corman y protagonizado por el distinguido Ray Milland, experto en papeles más perturbadores que perturbados- imposible no remitir al inolvidable alcohólico que compone en la excelente "Días sin huella"-.
Basada en un relato de E. A. Poe, respeta reverencialmente todos y cada uno de los adorables tópicos goticistas del romántico americano más británico. A saber: bruma espesa como el puré de guisantes, noches australes- o boreales, tanto monta-, rayos y centellas, mansión con cripta, familiares siniestros y lápidas de granito.
Todo recreado en acartonados estudios, muy preferibles, no obstante, a la diarrea steampunk que cualquier "autor" de videoclips contemporáneo nos haría pasar por cine.
Carorpar
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4 de agosto de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Se puede afirmar que ningún suceso conduce tanto al colmo de la angustia física y mental como ser enterrado antes de morir. La insoportable presión en los pulmones...las emanaciones sofocantes de la tierra húmeda...la mortaja que se adhiere [...] la absoluta oscuridad de la noche...".

"El Péndulo de la Muerte" logró una respuesta en taquilla aún mayor que "La Caída de la Casa Usher", significando muchas cosas: por un lado la confirmación de la maestría de Roger Corman más allá de su "fama" como rápido hacedor de éxitos de serie "B" (y "Z"), lo beneficiosa que podía resultar esa combinación de éste y Allan Poe para la productora A.I.P. y, seguidamente, el nacimiento de una saga de terror que influenciaría a todo el género en la década y años posteriores. Cambian las cosas para el director, que no puede tener a Price para su siguiente obra por ser una producción independiente.
Asimismo Matheson será reemplazado por dos autores y guionistas expertos en la ciencia-ficción y horror: Ray Russell y Charles Beaumont (responsable de varios libretos de "Twilight Zone"), y se ponen a trabajar a partir de "The Premature Burial", cuento atravesado por el desasosiego con el cual Poe retornaba a los miedos y la demencia infundidos que causa el ser enterrado antes de fenecer, todo ello descrito por un narrador sin nombre que, para provocar una mayor sensación de angustia al lector, relata hechos auténticos sobre esta práctica (a menudo accidental, otras veces de manera intencionada), tan común en aquellos tiempos...

Por lo tanto esta 3.ª entrega de la serie Corman/Poe recoge el testigo de las anteriores, y volverá a resaltar, más que en ninguna, esa fobia que tan obsesionada mantenía la prosa del escritor de Massachusetts. Afloran los paralelismos nada más comenzar, en ese cementerio cubierto de niebla espesa y árboles desnudos y ennegrecidos, tétrica tierra de espectros y horror; el enorme y polifacético Alfred Jones (o Ray Milland) sustituye a Price como el desgraciado a quien la muerte atormenta, y su castillo, de familia Carrell, descansa a orillas del mar como el de los Medina en "El Péndulo".
El visitante posee esta vez la belleza británica de Hazel Court, ya conocida en el género por trabajar con Hammer y Terence Fisher e ingrediente que plantea una variación esencial pues antes los papeles femeninos, si bien contando con cierta importancia y sus instantes gloriosos, básicamente se reducían a un segundo plano. Ella es Emily, prometida del mencionado Guy, a quien embarga un temor constante, recuperando Russell y Beaumont la desdicha de la aristocracia y el pasado familiar traumático, pero suprimiendo de éste la infamia y la maldad histórica para sólo dejar el rastro de la enfermedad y la resignación al trágico fallecimiento.

Es decir, que de manera inevitable la fórmula se repite, como seguiría sucediendo en años venideros, pero siempre con ligeros matices. De nuevo nos adentramos en un castillo de atmósfera irrespirable, paredes que aprisionan hasta aplastar la conciencia, todo creado a partir de la obsesión y la locura; la arrastra tras sus pasos el personaje a quien Milland da otra dimensión, lejos de la teatralidad grotesca que distinguía a los nobles "tudorianos" de Price y más cerca de un caballero moderno, más auténtico. Esa obsesión, antes distante, ahora es creíble y desgarradora.
Tampoco se crean, a priori, complicadas intrigas y misterios. El guión se dedica a registrar la degeneración mental de un hombre no torturado por la idea de ser enterrado vivo, sino por la propia presencia de la muerte, auspiciada por una melodía insoportable (sí, el himno de Dublín) que le sigue a cada segundo, cual versión victoriana del Antonius Block de "El Séptimo Sello"; la irrupción de lo sobrenatural estará ligado a su progresiva pérdida de la realidad y su aceptación por habitar en el mundo de las sombras. Emily, como la clásica Rebecca, observa impotente y lucha por respirar entre esos muros opresores donde se siente extraña y apartada (de algún modo también acechada por la hermana de Guy (Kate, en lugar de la sra. Danvers de la novela de DuMaurier) ).

Mención especial merece la interpretación de Milland, cuyo sufrimiento provoca sensación de desesperación y soledad; ello se acentúa a lo largo de una de esas secuencias que tanto caracterizaron a la saga Corman/Poe, ganaron repercusión en el horror moderno de la década y mejor enlaza con el texto original: nueva muestra de la destreza del trío compuesto por el cineasta, el director artístico Daniel Haller y el operador Floyd Crosby para manejar la tensión entre atmósferas de tradición gótica y surrealismo "pop": la perturbadora pesadilla de Guy en la que su miedo a no poder escapar de la muerte se torna en terrible premonición...y al final en realidad.
El dúo de guionistas, siguiendo la norma de un viraje argumental impactante, niegan la salvación que sí le concedía Poe al protagonista de su cuento y en lugar de eso desatan un vendaval de violencia donde la fantasmagoría se evapora y sólo queda el poso de una realidad cínica y amarga, con el nativo de Gales exponiendo de maravilla el alto grado de paranoia al que ha sido empujado su anti-héroe. Tramo que por su brutalidad y cúmulo injustificado de sorpresas regresa al ya visto en "El Péndulo", si bien el anterior expresa de un modo mucho más realista la intensidad de esa demencia que Price...

Y aun así, con todos sus buenos elementos, era lógico que el público y la crítica de la época no la viera con buenos ojos, a pesar de hacer una taquilla más que rentable...pero ocurrió lo que cabe esperar de toda saga de género y explotación: que la fórmula se agote y pierda interés.
Corman se retira por un momento para acometer un extraño proyecto personal, "El Intruso", que nada tiene que ver con su filmografía habitual, sin embargo no tardará en volver a traer a Poe a la gran pantalla...
Chris Jiménez
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28 de octubre de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Del ciclo Corman/Poe las he visto casi todas. En general las considero meritosas, entretenidas y muy cuidadas en lo visual, aun a pesar de sus limitaciones técnicas y bajo presupuesto. En ellas a menudo brilla de forma muy especial el talento de Vincent Price, Karloff o Peter Lorre.

A todas les veo sin embargo las mismas carencias. Guiones demasiado extensos y reiterativos (cuando no huecos de contenido) y cierta torpeza en la realización y el montaje. A pesar de durar sólo 87 minutos, 'La obsesión' tiene estas mismas debilidades que, mi caso particular, han lastrado notablemente el disfrute del film. No hay un buen desarrollo de los personajes ni de la trama secundaria y sí continuas vueltas de tuerca al monotema de la catalepsia. En lo visual, Corman ni siquiera ha tenido el detalle de regalarnos un solo plano general o de contexto.

Incluso con una premisa fuerte (la catalepsia y el miedo a ser enterrado vivo), un talentoso Ray Milland (cuya presencia resulta refrescante tras tanto Vincent Price) y algunas ideas interesantes, 'La obsesión' no logra levantar el vuelo ni destacarse sobre las demás. Todavía tengo que ver 'La tumba de Ligeia'. A ver qué tal.
Doctor Vertov
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18 de septiembre de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Completamente pasada de moda para el gusto actual pero se deja ver y posee algunas secuencias interesantes e inéditas como la del sueño o pesadilla que está muy bien presentada. Colores atractivos y un tema morboso pero una pobre realización muy parca en recursos lastra un poco lo que no deja de ser un film curioso e inquietante. Se puede ver para pasar el rato pero el tema es tan obsesivo que aburre y la historia no evoluciona en ningún momento. Muy lejos de ser un clásico del terror pero aceptable. No en vano su valoración en Film affinity no pasa de discreta.

Enterrar viva a la gente es una muestra más que definitiva del insondable grado de ignorancia humana. Es todo lo que tengo que decir al respecto. Mucho cuidado con dar por muerta a la gente y quizá deberíamos replantearnos esa extraña y fea costumbre de meter a los muertos en ataúdes sin luz, sin oxígeno, sin comida y sin agua. Los animales mueren tal cual y sin ceremonia. Tal vez nosotros debiéramos hacer lo mismo. Seguir el mismo camino. El miedo a ser enterrado vivo se extinguiría para siempre.
dandyboy
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