Black Mirror: Joan es horrible (TV)

Mi hijo mayor me anunció que la temporada 6 ya estaba en órbita. Este primer episodio me gustó mucho acerca de la vigilancia digital a través de nuestros celulares las 24 horas del día y sin respiro. La profecía de Orwell ya llegó y es terrible.

La frontera entre lo público y privado ya se han borrado. Las grandes corporaciones sobre los contenidos digitales controlan nuestras vidas y nos hacen creer que la libertad para acceder a todo tipo de contenido acaba con todo tipo de restricción y resulta que esa libertad es en realidad una nueva forma de esclavitud consensuada.

Salma Hayek se auto parodia así misma y eso nos gustó! Porque lo hace con desenfado y gracia. A sus 56 años resiste la devastación del tiempo y se le nota vitalista y le da un plus a éste episodio.

Byung-Chul Han es el filósofo coreano radicado en Alemania que habla de una libertad falsa en ésta era digital dónde las corporaciones venden sin necesidad de vender! Ya que todos compramos mientras miramos los anuncios y la oferta nos las meten por todos nuestros sentidos las 24 horas del día.

Aquí también está presente el multiverso y sus juegos temporales entre lo caótico y posible. Y hay algo que si es bueno remarcar: el desprecio total a la dignidad de las personas que somos tratados como basura o piezas intercambiables de consumo rápido.

El primer capítulo de la 6 temporada confirma la decadencia de una serie mítica como Black Mirror.

El planteamiento de este capítulo resulta muy interesante, lo que hace que la atención se mantenga durante el primer cuarto del metraje.

Pero, a partir de ahí, el desarrollo de la idea resulta deficiente, ya que dispara en todas direcciones sin dar en ninguna, y la resolución es un despropósito.

Por lo visto en este capítulo, Netflix parece más preocupada en colocar sus ineludibles consignas woke, vengan o no a cuento (el primer hombre que aparece en el lugar de trabajo de la protagonista viste una falda), que en ofrecer un contenido de calidad, en este caso acorde con el prestigio que tiene -o, mejor dicho, tenía- la serie.

Es increíble en lo que se ha convertido Black Mirror, una decadencia profunda y una chabacanería a la hora de afrontar temas tecnológicos supuestamente futuristas y avanzados. Dónde quedan esas primeras temporadas dónde te sorprendía cada capítulo, el final era duro y desasosegante y realmente te hacían pensar en el futuro tecnológico y si alguna vez llegaríamos a ver algo así en el mundo real.

Ahora se basan en tratar los temas de actualidad (ver Spoiler) que tu cuñao comenta como si fuera la última Coca-Cola y se cree súper inteligente por contarte algo que cualquiera que esté medio actualizado con las nuevas tecnologías sabe de sobra. Este capítulo lo hubieran emitido en 2015 lo mismo te sorprendía algo pero en 2023, quizás a mi abuela que le dan yuyu los móviles y solo ve Canal Sur, quizás, le pueda crear algo de inquietud.

Aún me quedan por ver los cuatro capítulos de esta temporada restantes (sin muchas ganas ahora mismo) y espero que remonten el vuelo porque si este va a ser el nivel apaga y vámonos.

Empieza fuerte la sexta temporada de Black Mirror.
Una vez más, Charlie Brooker va más allá, como ya ha hecho en innumerables ocasiones en la serie, y esta vez nos propone una vuelta de tuerca increíble a la metanarrativa, una ficción en la que las actrices interpretan a su vez a actrices que a su vez interpretan un personaje en una serie de televisión de la plataforma Streamberry, trasunto de Netflix en Joan es horrible.
Un divertido, alocado y, como siempre ocurre en Black Mirror, algo incómodo viaje en el que el espectador descubre no sólo que las plataformas ya forman parte de nuestras vidas, sino que somos adictos a pensar mal de los demás e, incluso, a observar con cierta crueldad sus desventuras. Cuanto peor le va al de al lado, más nos divierte. Tronchante y, una vez más, a la vez importante mensaje acerca de aceptar siempre las condiciones de uso de los productos sin leer realmente lo que aceptamos.
Gran, gran comienzo de la temporada, con un reparto donde vemos, aunque sea brevemente, a Himesh Patel, Ben Barnes, Michael Cera, y por supuesto unas estupendas Annie Murphy y Salma Hayek, que además se ríe de sí misma de un modo admirable y con muchísimo humor. Bravo por la mexicana y bravo por Charlie Brooker. El parón ha sentado de maravilla.

Quizás el mejor capitulo de la temporada, el que mas se parece al concepto que yo tengo de estilo Black Mirror. Cada vez con mejores repartos, caras conocidas para esta sátira critica que muere la mano que le da de comer. Ataca sin piedad a Netflix, su distribuidora, por ahora, ataca a la frivolidad de la industria del espectáculo, aunque eso lo hace mas flagrantemente en el final del siguiente capitulo.

Salma Hayek hace de si misma y se parodia bastante bien. A pesar del pesar del paso de lo años y de que ya no tiene el físico que lució en Abierto hasta el amanecer, tiene la habilidad para seguir haciendo papeles interesantes y comedias de calidad. Nada menos que tres décadas lleva esta actriz latina en la palestra. Creo que ha hecho películas en las que no debería de estar ella, pero en este capitulo lo borda.
Aunque la verdadera protagonista y así lo dice el cartel de mi televisor, es Annie Murphy, es el primer trabajo de veo de ella y me ha parecido una muy buena comediante y actriz.
Escueto papel para Michael Cera, con un físico muy en la línea de otros actores que han pasado por esta interesantísima serie de humor negro.

La inteligencia artificial ya esta entre nosotros, ya toma decisiones y está por descubrir cuáles son sus límites.