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Muerte infinita

Terror. Ciencia ficción. Thriller. Intriga James y Em Foster disfrutan de unas vacaciones en la playa con todo incluido en la isla ficticia de La Tolqa, cuando un accidente fatal expone la subcultura perversa del turismo hedonista, la violencia imprudente y los horrores surrealistas del resort.
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Críticas 47
Críticas ordenadas por utilidad
13 de abril de 2023
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
De nuevo Brandon Cronenberg llevándose toda coherencia narrativa y en detrimento poniendo de protagonista a las visuales y secuencias oníricas, muy bonitas eso sí, pero no aportan nada.
La película comienza bastante bien, te hace compenetrar con la historia y sobre todo con la atmósfera creada. Esto durará unos 40 minutos, en donde te cuentan una historia convencional, pero que no aburre, te atrapa y la estás disfrutando. Luego, surge el Cronenberg que a modo de engaño barato le da una vuelta de tuerca a la trama, la que uno más o menos ya se viene imaginando, para forzar un guion con aires de grandeza y lleno de moralina queriendo contar algo que lo podría hacer de muchas otras maneras y mejores. De acá en adelante va todo en picada.
La hora final se me hizo larguísima, ya estaba totalmente desconectado de la narración y hacía fuerza para soportar cada escena de Skarsgård, que no lo considero mal actor pero no me transmite nada. Hasta la genial Goth me termina empalagando y chirriando en cada parlamento que le toca decir. Injustificadas casi 2 horas.
pablodefou
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19 de julio de 2023
22 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
De nuevo me acerco a una cinta ante el interés suscitado tras leer halagos hacia ella. Esta vez, la tarjeta de visita del director es la que parece ir abriendo brecha... pues lo siento, pero para mí es un bodrio de película. Con todas las letras. Es cierto que tengo en lista alguna película anterior de B. Cronenberg, pero empecé con esta, si me quedan ganas de ver las otras, ahora casi mejor, porque no creo que me aburran tanto como Infinity pool.

Partimos de una idea medianamente interesante, la de criticar el snobismo y la diferencia de clases, pero el camino para llegar al fin es insufrible. El desarrollo no es muy malo hasta que se presenta el meollo de la historia, es ahí cuando la película se precipita hacia el vacío de forma irremediable e infumable para el espectador. Lo primero que hay que hacer es un acto de fe (bueno, es ciencia ficción ¿no?) para tragarse lo que plantea el guión, se presupone, pero es que la peli no solo no hace ni un mínimo esfuerzo por hacerlo creíble sino que se presenta de la forma más vacía y tonta posible (spoiler). La tercera vez que esto sucede y que entiendes que ya da igual quién es quién, desconectas totalmente de la película para centrarte en tus cosas: que hago de comer mañana, hay que llamar al tío Paco, cuándo me caducaba la ITV...

B. Cronenberg parece querer hacer un cine que beba del de su padre, profundizando en lo psicológico de sus personajes, rayando lo psicodélico a veces en sus formas... pero aquí no son más que artificios absurdos que no hacen sino hundir del todo una trama que ya ha perdido el norte. Y para las legiones de fans de Mia Goth, no, con Mia Goth no vale. Mia, que tiene papeles muy buenos, parece que se va a convertir en una de esas actrices que los directores piensan que, con ficharla para su muermo de turno, está todo hecho, y no.

Lo mejor: las ganas de hacer una crítica social.
Lo peor: que aburre a las vacas. Lo ridículo del proceso central de la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Peliculero
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15 de febrero de 2023
29 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dice Nietzsche en 'Más allá del bien y del mal' que "más de un pavo real oculta su cola a los ojos de todos, llamándole a esto el orgullo". Nuestro protagonista aquí está tapado, tanto por su situación económica (depende del dinero de la familia de su pareja) como profesional (es un escritor maltratado). Sin embargo, posee los rasgos fehacientes de un líder robusto, pero no los puede desplegar correctamente: no basta con tener talento, sino que te dejen tenerlo.

Sin desvelar mucho de la trama, que es jugosa en su giro y en cómo aborda la predicibilidad de un espectador mínimamente experimentado en la ciencia ficción, vale detenerse en cómo elabora el viaje de su protagonista (Skarsgard). Como el pavo real de Nietzsche, oculta su arma más valiosa porque, una vez a la vista de todos, será presa de su valoración. Esto ocurre, fomentando un tercer acto seco, resacoso, donde destaca su relación con Mia Goth y compañía, que se encargan de jugar con el recién desenterrado orgullo de un personaje bien construido.

Incluso sin diatribas filosóficas, que son bastante palpables y que son las que hacen del protagonista un buen espejo coyuntural, sus dos horas de metraje no se hacen pesadas, gracias al mantenimiento constante del misterio y el morbo que va sacudiendo la historia. Las escenas transcurren en espacios cerrados y agobiantes, y el exterior es sinónimo de desprotección y peligro, también palpable cuando sus personajes lo recorren.

El regreso de Brandon Cronenberg vuelve a tocar el asunto de las máscaras, gran tema de la modernidad, personificado en ese ser que lo que realmente quiere es consumir una máscara tras otra, para que nunca aflore más que el actuar sin personalidad. Lo trató en su anterior cinta, pero en 'Infinity Pool' está más al servicio de la trama, sin propiciar una densidad que aletargue lo orgánico del conjunto. Además, el viaje de su protagonista me resulta tortuoso y necesario, como el que vivía el protagonista de 'Antiviral', solo que aquí el contrarreloj de su relato se torna en apertura y descubrimiento de su propia voluntad.

Dirán que los secundarios no están perfilados, pero tal vez sea porque se tratan de caricaturas necesarias para sostener la complejidad de su protagonista. No en vano, sus conflictos no existirían de no ser por la propia tendencia de la sociedad a haberse caricaturizado.
Prometheus27
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15 de febrero de 2023
20 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Infinity Pool es Cronenberg al 110%, y es que Brandon Cronenberg no puede negar ser hijo de quien es y estar influenciado tanto por su padre, aunque muestra maneras propias, como de autores como J.G. Ballar, Bret Easton Ellis, William S. Burroughs o Chuck Palahniuk.

Infinity Pool es la historia de una pareja que viaja a un resort de lujo, ubicado en una isla remota, para encontrar la inspiración tanto profesional como marital que intuimos hace mucho desapareció. Un día conocen a una pareja de turistas que los invita a cenar y pasar un día fuera del recinto acotado del resort. Lo que empieza siendo una agradable velada en una playa paradisiaca va transformándose en una espiral de acontecimientos que van volviéndose más extraños, decadentes, lisérgicos, sexuales y perturbadores, hasta llevarlo todo al punto de no retorno.

Estéticamente, Brandon sigue evolucionando y se marca su película hasta la fecha más compleja, arriesgada, y que más me ha interesado. Está repleta de primeros planos y planos detalle, junto a muchas imágenes distorsionadas y gran uso de los colores para enfatizar cuanto acontece (fabulosa la fotografía de Karim Hussain). La música de Tim Hecker acompaña magistralmente la locura esquizoide que va invadiendo el relato y tanto la dirección artística como el montaje enfatizan aún más lo bizarro del mismo.

Puede que muchos espectadores no comulguen con las diatribas y filias demenciales del autor canadiense y se fatiguen de sus imágenes grotescas e idas de olla aparentemente gratuitas, pero, además de atraparnos en una maraña de potentes y estilizadas imágenes turbadoras, hay un trasfondo de crítica a la impunidad de las clases o élites sociales privilegiadas y a los impulsos ocultos del ciudadano medio atrapado en la mediocridad de su existencia que anhela y codicia sus sueños (pesadillas más insanas) incluso a costa de su bienestar, que hará reflexionar, incluso horas después de su finalización, a los que aguanten su visionado completo.

Un elemento destacadísimo de la película y que consigue mantenernos intrigados y con la retina fija en la pantalla es la entrega con la que todo el reparto se lanzan en carne viva a la osada y provocadora piscina propuesta por Cronenberg Jr. Destacaría dos actuaciones francamente impactantes y superlativas para lo que suele estilarse dentro del cine de género, como son las realizadas por Alexander Skarsgard y Mia Goth. Esta última brilla con luz propia, cada vez que está en pantalla lo eclipsa absolutamente todo.

En definitiva, Infinity Pool es una propuesta interesante, radical, compleja y alucinógena, que, pese a no ser perfecta, sí merece la pena zambullirse y hundirse en ella.
Vagabundoespiritual
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25 de marzo de 2023
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Infinity Pool (2023) es la última película de Brandon Cronenberg, que ya se ha estrenado en festivales como en Sundance, y que sigue apuntalando de manera positiva la trayectoria de un director que utiliza todas sus herramientas para poner el dedo en la llaga de una sociedad enferma y decrépita. Ciencia ficción y terror de toda la vida, solo que aderezado con las formas posmodernas del presente. 

Si hubiera que resumir la película en unas pequeñas líneas, serían estas: El filme desgrana las pasiones ocultas y viciadas de una élite, que se cree con el derecho de hacer lo que quiere cuando está en sus momentos de ocio (esto es, prácticamente siempre). Los pobres, a modo de imitación de los ricos, solían ir a Marina D'or, aquel complejo rancio en el que todos los edificios eran calcados unos de otros y dónde se suponía que uno tenía el derecho de hacer todo. Un todo incluido que en realidad eran como las sombras de la caverna de Platón. 

Bien, todos sabemos que hay algunos destinos turísticos en los que la élites occidentales pueden hacer prácticamente lo que quieran con los locales. Hablamos de destinos como Balí, Indonesia...y Tailandia, lugar al que más hace explícitamente referencia la película sin nombrar el país de manera directa. Personas que con dinero, desafortunadamente, pueden hacer todo, incluido la compra sexual de menores (Bangkok es desafortunadamente célebre por estos motivos, entre otros). La película describe muy bien esos vicios que tienen unas élites que a diferencia de pretéritas, ya ni siquiera tienen alguna motivación más allá de sentir el poder por la mera rutina heredada.

Así como también se describe muy bien la relación existente entre el rico-esclavo. Los nativos de la isla, que solo se ven y se vislumbran a través de la visión de las élites, quedan representados como unos personajes salvajes, como meros peleles, muy en la forma que tenía el Marqués de Sade de representarlos como meros objetos receptores de daño, solo pensados para el disfrute de unos pocos. También señala de manera inteligente el filme las élites del país corrupto como uno de los escalones fundamentales que sigue permitiendo esta perpetuación de la vejación entre las desigualdades (el personaje del funcionario es uno de los mejores de la película). 

Así, sin hacer ningún destripamiento de guion, podemos presenciar la evolución negativa del personaje que interpreta Alexander Skarsgard, quien se encuentra en una crisis existencial y sentimental con su pareja, y que mediante la perversión encuentra un modo de escape de toda su frustrada realidad. Dentro del reparto también hay que destacar la maravillosa Mia Goth, que sigue confirmándose como la nueva musa del terror, en un papel de Dante que guía a nuestro protagonista en este círculo de ricos depravados. 

Pero todo el relato esta contado como no podía ser de otra manera por la personalísima huella de Brandon Croenenberg, un director que toma elementos temáticos de su padre por supuesto, pero que formalmente se ha construido con apenas tres películas a sus espaldas una identidad propia. La película está llena de esos elementos formales que ya se habían dejado ver sobre todo en Possesor, como una fotografía que nos presenta grandes planos en los que hay una claridad de elementos y personajes, siendo excesivamente cristalina en formas, donde se recurre a algunos momentos a planos más excesivos en los momentos más sicodélicos. La película se baña de colores primarios, que no se entremezclan sino que dejan una claridad y que van cambiando de tono según el momento del filme (blancos al principio, grises en cuánto se encuentra en la cárcel, rojos en los momentos de terror). 

Por supuesto, al igual que en Possesor, la distorsión física (esta vez mediante las máscaras rituales) es un elemento distintivo del que se aprovecha la película para favorecer la atmósfera de terror. 

Conclusión

Infinity Pool es un paso muy favorable en la carrera de Croenenberg Jr. Alejándose formalmente del padre, el director crea una película que sabe mostrar los horrores de nuestra propia época, aunque sea utilizando argumentalmente algunos troppos pertenecientes a la ciencia ficción y el terror.

Cinemagavia.es
Kyrios
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