El general de la Rovere

Hace 48 horas que ha muerto el presidente Adolfo Suárez, y como pequeño homenaje particular, cumplo una deuda pendiente que tenía con el cine desde hace un tiempo. Hace unos años leí el extraordinario libro de Javier Cercas, "Anatomía de un instante" donde partiendo de ese gesto político final de gran dignidad de Adolfo Suarez frente a los guardias civiles el 23/02/1981 en el Congreso de los Diputados, trazaba un paralelismo entre esta acción, y el papel y evolución que Vittorio de Sica, como general Rovere, tiene en esta película.

Creo que el film es soberbio, narrando de forma admirable un contexto histórico, y la evolución de un personaje magistralmente interpretado por el enorme Vittorio de Sica. El film se podría decir que está dividido en dos partes, una primera callejera, donde vemos las andanzas de un personaje, un pícaro, un buscavidas no exento de cierta moralidad cuyas andanzas se desarrollan en una Génova ocupada, moviéndose por la misma con la misma naturalidad dentro de los cuarteles nazis que en los prostíbulos.

En la segunda parte (en mi opinión un pelín menos brilante que la primera), este personaje y artista de la mentira y suplantación, debe realizar el papel de su vida, dentro de una prisión, encarnando a todo un héroe, muy diferente y muy por encima de su persona. Estremecen determinados momentos de la vida carcelaria, y aistimos a la transformación de un personaje que poco a poco va adquiriendo la grandeza del papel que sólo debía interpretar.

Una gran película, llena de matices, de las que crece en el recuerdo, que nos transporta a una época de forma ejemplar y que nos presenta un personaje de leyenda de los que hay pocos en el mundo del cine, el General Rovere.

El Napolitano, bueno no exactamente del mismo Nápoles, Vittorio Emanuele Bertone, notable gallina y tierno sinvergüenza, es obligado, por las miserias de la guerra, a suplantar a un prestigioso General (Della Rovere). La vía para sobrevivir consiste en la credibilidad de su gran mentira, lo que le arrastra a la dignidad y finalmente al heroísmo, esta vez tan sublime como inútil. Como contrapunto a esta metamorfosis, la película expresa el recíproco deterioro moral de su captor (Coronel Mueller) o la muerte del auténtico Della Rovere, tiroteado como un ratero. La película, obra maestra del cine antibelicista, nos enseña al mismo tiempo la trivialidad del mal y del valor, y que el paroxismo de la guerra no es el mejor lugar para designios morales. Las situaciones límite evidencian el absurdo de los planteamientos trascendentes. Aunque la desviación de la realidad y el automatismo irresponsable de Mueller generan bastantes más desgracias que la indecente frescura de Bertone. Rosellini y De Sica, sintetizan, en hora y pico, el pensamiento de Karl Jaspers o de Hannah Arendt. Una peli necesaria.

Precisamente cuando el director italiano se aleja de la cruda realidad es cuando más me ha gustado, a través de la historia de un tunante interpretado con tanto acierto por De Sica. Otras veces a Rossellini le bastó con encender la cámara para enseñarnos lo que le rodea, tal cual la filmaba, tal cual era. Aquí deja atrás al neorrelismo, lo supera, y nos cuenta la historia poco común de De Sica. Lo que más me hace gracia es observar que "El general de la Rovere" no es una película bien considerada por su propio director, se trata de uno de esos casos en los que el realizador confiesa haberla hecho por encargo y la infravalora. Porque con algo tenía que ganarse la vida, bien tenía que comer, así que se vio obligado a realizar "El general de la Rovere" y suerte de ello, para mí es la mejor película que he visto suya.

Gracias a De Sica, que encarna al típico personaje que cayendo bien desde el principio es capaz de evolucionar a mejor. Es un personaje total. Si la primera parte es buena, la segunda es inmejorable. Ha sido capaz de hacer amigos entre los alemanes invasores, ha sido capaz de engañar al más desvalido compatriota, y de repente, una vez descubierto, sin disfraces, se ve obligado a tomar decisiones por él mismo, con su propia conciencia, con su orgullo comiéndolo por dentro. La explosión emotiva que tiene lugar en la segunda parte es una maravilla. Puede que la realidad no fuera así (o sí, a saber), en todo caso, yo prefiero historias como la de este general italiano.

Al parecer Rossellini consideraba esta película como una obra menor. Vete tú a saber por qué, no estaba muy satisfecho de esta cinta. La hizo por encargo y era una película " alimenticia".
Pues mira qué bien.
Estos grandes directores a mí me hacen mucha gracia y no me creo ni la mitad de lo que cuentan de sí mismos en sus entrevistas.
Estoy convencido de que todos estos grandes autores ( muchos hablaban así, Hitchcock entre ellos), les gustaba jugar al despiste con su público y se apresuraban a desdeñar muchas de sus obras que obtenían gran respaldo del público, al tiempo que se dedicaban a ensalzar otras películas que, por una u otra razón, no habían obtenido tal favor de las masas.
En cualquier caso, ya puede decir Rossellini lo que se le antoje, esta película " alimenticia" resulta ser de lo más nutritiva para el espectador.
Nos cuentan la historia de un estafador que, en los años de la ocupación alemana en el Norte de Italia, fingía tener contactos entre los nazis, para así aprovecharse de las familias cuyos parientes habían sido detenidos, prometiéndoles mediar ante ellos, a cambio eso sí, de unas sustanciosas sumas que luego dilapidaba en el juego.
Pero se le acaba el chollo y es detenido por la policía, aunque las SS considerarán que las dotes de actor de nuestro estafador, les puede venir muy bien para introducir un topo en la cárcel.
Estupenda película, con un gran guion, una excelente interpretación de Vittorio De Sica, un hábil manejo de la tensión narrativa, buena reconstrucción de la época, cine humanista, cálido y sincero....
! Venga ya, Rossellini!. No sé si es modestia o falsa modestia, pero yo recomiendo vivamente este film.
Estos " autores" dicen cada chorrada....

Notable actuación de De Sica, un perfecto "chanta" que interpreta a su personaje y su histérica personalidad lo lleva a creerse Il Generale della Rovere, pero entonces encuentra en esta situación un arresto de grandeza y generosidad que lo redime como ser humano y lo convierte en un héroe. La humanidad de los personajes convierte al filme en algo entrañable de una manera que el cine italiano utilizo durante décadas con excelentes resultados, historias pequeñas, solidas y actores que interpretan tipos peninsulares facilmente reconocibles.