La fuerza del cariño

Clásico muy ochentero que en sus imágenes tiene el mismo atractivo que un anuncio de lavadoras. Pero no me entiendan mal, el hecho de que está filmada sin ningún cuidado, sin ninguna ambición, sin ningún gancho visual (ni musical...), no le resta tantos puntos como a cualquier película del montón.

¿Por qué? Simple y llanamente porque su guión es humano hasta la médula, y tampoco cuenta ninguna historia extraordinaria: sólo, la de la relación de una madre y una hija, sus más y sus menos, sus discusiones, sus perdones y sus revelaciones, a lo largo de dos vidas enlazadas y distintas como el día y la noche.

Claro que si esa madre y esa hija están interpretadas por Shirley McLaine y Debra Winger; y una influencia en sus vidas es Jack Nicholson pasándoselo en grande, la película sube hasta el rango de clásico. De hecho podrían prescindir del resto del reparto y apenas lo notaríamos, pues las interpretaciones de este triunvirato son tan perfectas que para que queremos más.

McLaine pasea su clase y entereza como acomodada señora sureña, afectuosa hasta la posesión y amante hasta en sus días más tardíos. Winger da un recital de fuerza dramática, dedicación y sentimiento en otro papel de su, desgraciadamente, lejana carrera. Y Nicholson, vecino y amante de McLaine, disfruta y hace disfrutar en un papel a su medida, pero conmovedor y al que añorar cuando no está en pantalla.

Es el tejido de las relaciones entre estos tres personajes, la importancia sobre todas las cosas que se dan al amarse y al perdonarse, es lo que embaucó a todos los que vieron La fuerza del cariño en su temporada, y lo que hace que su historia, pese a esos filtros de cámara, esos estilismos y esa música, siga conmoviendo.

Melodrama en torno a la relación de una madre con su hija, las cuales, pese a sus más y sus menos, se encuentran muy unidas, y solo la distancia consigue alejarlas, al menos físicamente. Cada una de las dos busca desesperádamente alternativas para llenar el vacío que esto supone, sin darse cuenta que solo podrá ser llenado, con su mutua compañía hasta que ya es demasiado tarde.
Un film flojo a de no ser por las excepcionales interpretaciones de Shirley MacLaine y Jack Nicholson (ambos poseedores de un Oscar por este trabajo) como cabeza más visible de un gran reparto que cuanta con actores y actrices de reconocido prestigio como, los jóvenes entonces, Jeff Daniels y Debra Winger o las breves apariciones de DeVito.

Me gusta mucho el cine y he visto muchísimas películas.
¿No les ha pasado que a veces uno tiene 3 ó 4 películas que si la dan en el cable las vuelve a ver una y otra vez? Eso me ocurre con esta película. La ví tantas veces que ya perdí la cuenta...
Por empezar tiene como protagonistas a dos actores maravillosos como Shirley MacLaine y Jack Nicholson que ya es mucho. La película tiene su parte dramática que es terrible, pero también nos hace sonreír con ese vecino mujeriego y esa madre obsesiva que vivió por y para su hija. Debra Winger está perfecta en el papel de Emma, la hija asfixiada por una madre temerosa.
Una película que vale la pena ver

295/02(01/12/08) Sobrevalorado dramón intimista, que intenta sacar una sonrisa de vez en cuando, naufragando en el intento. El argumento resulta de lo más insulso, nos bombardea buscando la lágrima fácil, es un melodrama de lo más anodino, con escenas que no aportan nada, como las de los pretendientes de Aurora, parece como si le fuera a quedar corto y mete cosas de relleno, solo se salva de ser un telefilm por los dos monstruos de la interpretación que son Jack Nicholson y Shirley MacLaine, cuando ellos están en pantalla la cinta se eleva hasta el infinito, demostrando que muchas veces unos actores maravillosos son capaces de sostener un flojo film, son de las actuaciones que deberían enseñar en las clases de interpretación, pero cuando ellos desaparecen del objetivo la película no deja de ser un vulgar telefilm lacrimógeno. Recomendable a incondicionales del melodrama. Fuerza y honor!!!

He de reconocer que pocas películas me han calado tan hondo como ésta. No dejo de disfrutarla en cada nuevo visionado como si fuera la primera vez.
Desde ese simpático e inteligente prólogo que magistralmente describe un importante rasgo de la personalidad del personaje encarnado por Shirley MacLaine, el film nos narra un emocionante viaje por las vidas de los miembros de una familia corriente con sus alegrías y tristezas, esperanzas y decepciones, con la inestimable ayuda de una maravilloso guión y unas interpretaciones antológicas.
MacLaine, Winger y Nicholson encarnan con maestria a unos inolvidables personajes, ricos en matices, moviéndose como peces el agua entre la comedia y el drama.
No debemos olvidar el fantástico score de Michael Gore, compositor brillante aunque no excesivamente prolífico, que se convierte en elemento clave para el disfrute de la cinta.
Obra maestra absolutamente redonda y perfectamente lograda. Ya no se hacen películas así.