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Los cuatrocientos golpes

Drama Con sólo catorce años, Antoine Doinel se ve obligado no sólo a ser testigo de los problemas conyugales de sus padres, sino también a soportar las exigencias de un severo profesor. Un día, asustado porque no ha cumplido un castigo impuesto por el maestro, decide hacer novillos con su amigo René. Inesperadamente, ve a su madre en compañía de otro hombre; la culpa y el miedo lo arrastran a una serie de mentiras que poco a poco van calando ... [+]
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Críticas 145
Críticas ordenadas por utilidad
6 de octubre de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siguiendo con este subgénero en que llegó a convertirse no hará mucho la adolescencia y los problemas, preocupaciones y dilemas que ésta acarrea, tengo entendido que Truffaut, con 'Los 400 golpes', vino a ser algo así como el instigador del movimiento (diría que me corrigieran si me equivoco, pero va a dar igual, la crítica estará hecha y lo que quiera decir dispuesto). Así, fiel a su vez a la corriente conocida como 'Nouvelle Vague' la cinta del director posee una expresividad muy fácil de apreciar, pues es la imagen, más que el diálogo o los acontecimientos, la que se encarga de ir anticipando cada paso hacia adelante, casi podríamos decir que paso en falso por parte de nuestro locuelo adolescente sin arraigo. Basta con fijarse, para entender esto que digo, en las escenas clave, todas de gran belleza e interpretables sin esfuerzo, léase atracción giratoria, lágrima furtiva, confesión despreocupada, o el propio final, congelado y ciertamente helador, si nos ponemos finos.

De este modo, la cinta, como ejercicio de estilo, ya merece un visionado (nada raro viniendo de quien y donde viene), lo que no quiere decir que al margen de eso carezca de interés. Si bien sus proclamas nos las conocemos todos, nunca está de más el recordar que al igual que hay criajos cuyo único diagnóstico es no haber recibido hostias suficientes por parte de quien correspondiera en su momento, también los hay que la vida se les puso cuesta arriba desde jóvenes, haciendo del presente un eclipse permanente desde el que aspirar a colorear cualquier futuro es sencillamente un imposible. De ahí los golpes, a ciegas, contra el mundo y los que te rodean; nunca es bienvenido ni agradable el vivir entre tinieblas. Mucho menos si los años, además de ser escasos, apenas sabes cómo hay que contarlos, sin ayuda de las manos.

El cliché es el mundo, que no cambia. Huele siempre.
Pesimismo o realismo, no es más que una medida de defensa.
José (FullPush)
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9 de febrero de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca había tenido en buena estima a Truffaut, pero desde hoy eso ha cambiado.
Creo que nunca en la vida se me olvidará esta dura y muy real película. Simplemente maravillosa, impresionante, mágica... Bueno, eso es el cine, no?
La vida de un niño perdido entres dos padres que son meros fantasmas en su vida. Su padres es antes amigo que consejero, compañero que espejo. Y su madre, bueno, es para darle de comer a parte. No es nadie. Y a diferencia de su marido le hace mucho daño a su hijo. Aunque ella piense con cerrazón, que el único problema es el mismo. Craso error.
La película está muy bien llevada, no te aburres ni un segundo, el trabajo de los niños es tan bueno que parece que no haya cámaras de por medio.
Las tomas están muy logradas y la música que acompaña a la película no puede ser mejor, a veces cálida, a veces fría, siempre perfecta en su justa medida.
jonathan
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31 de agosto de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llegar al mar y no saber seguir... Los cuatrocientos golpes. Este mocoso parisino que no supo lo que es que alguien sintiera, por él, amor. Una historia gris. Un hermoso París de blanco y negro. Una vida negra. Una serie de detalles sin fin que calan y moldean a Antoine hasta convertirlo ese chico que se ve en la imagen.
Te das cuenta al ver esta película lo importante que es el afecto en la vida, y como la presión de algunas cosas puede acabar por destruirte. La próxima vez que te quejes de tu mala suerte pensarás en ella.
Pablodacunha
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11 de diciembre de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace un tiempo descubrí algo que me pasa siempre que descubro una joya, ya sea un libro, película u otra cosa, que consigue revolverme por dentro y toca la fibra más sensible que hay en mí: me asoma la duda de si quiero compartir o no aquello que me entusiasma, pues me acecha el temor de que otros no puedan valorar o ver las cosas de la manera que las he sentido, y ello me duele, sería para mí algo casi místico, una manera de mancillar esa obra de arte. Sé que puede sonar muy egocéntrico, pero no es malintencionado, prefiero interpretarlo como amor genuino. Pues bien, con esta película he vuelto a tener esa sensación.
Tratándose del gran Truffaut y de una peli rompedora en muchos aspectos, he constatado, sin embargo, que hay un público nada desdeñable (no es el caso en filmaffinity) que la valoran negativamente y no dudan en tachar el cine francés como algo imcomprensible, pretencioso y aburrido. Eso me lleva al recuerdo de unas palabras de un antiguo profesor: el cine francés, al igual que pasa con Godard, lo amas o lo odias.
Y en mi caso es amor puro lo que siento por la manera en la que hicieron cine todos aquellos integrantes que contribuyeron a cuestionarse y sentar nuevas bases, culminando en la Nouvelle Vague.
Qué decir a estas alturas que no se haya dicho ya de esta película: la gran persona de Truffaut se esconde tras la figura del joven Antoine, una niñez inestable, una educación severa y con métodos poco constructivos, y el amor al cine que tuvo desde sus tiernos años. ¿Quién no ha sentido nunca ganas de hacer novillos e ir al cine a ver una buena película? Tal vez esos profesores y esos años tan duros fueron los culpables de regalarnos un genial creador de cine, pues para Truffaut el cine era la vida.
Los movimientos de cámara me recordaron por momentos a El final de la escapada (Godard), escasamente posterior a ésta película: esa forma de contarnos lo cotidiano, de fotografiar cada detalle, los planos con un Antoine ensimismado (¿qué tendrá en la cabeza ese pobre muchacho con todas las perrerías que le juega esta vida?)...Y es la infancia, aquellos años dónde nos vamos asentando como personas, lo que le han negado a Antoine, algo tan vital. El momento que más me marcó fue el de la psicóloga, ahí vemos como el chiquillo ha asumido todo, te cuenta sus desgracias de una manera tan cercana y poco sensiblera, como si no tuviera importancia. Esa dureza de la vida que tiene Antoine me llegó demasiado quizás.
En fin, otra vez me he vuelto a enamorar de otra joya del cine francés, tanto que en vez de estudiar me he puesto a hacer su crítica, enamorada de esa sutileza, de ese trato tan inteligente hacia el espectador. Y fue ahí, justo al final, cuando afloró a la superficie mi manantial y no pude dejar de llorar.
Sirah Wiedemann
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7 de octubre de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realismo social, muy bien ejecutado, por eso me encanta. Es una película confeccionada con muy pocos medios, que cuenta una historia fascinante, apoyada en una fotografía muy notable. Truffaut rompió moldes, al aportar una temática muy alejada del cine comercial francés que se hacía en esa época.

Extraodinaria.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
JavierArenales
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