Dos veranos (Serie de TV)

Una de las mejores series que he visto últimamente. Elegante, discreta, comedida. Sin tramas de relleno, sin personajes trampa, sin peajes a la modernidad. Con una duración adecuada, buenos personajes, buen guión... una delicia, se ve en 2 días y se lamenta que finalice tan pronto.

Una miniserie belga muy interesante e intensa, en la que te sumerges nada más empezar y donde los personajes los sientes de carne y hueso.

Cuatro hombres y cuatro mujeres, viejos amigos de unos cincuenta años, se reúnen en una isla (sin internet ni cobertura telefónica) para celebrar los treinta años de otro verano inolvidable. Y allí, solos consigo mismos, nos descubren unos hechos inaceptables del pasado y como cada cual lo ha gestionado. Y allí aparecen egoísmos, miserias, secretos, envidias, celos, sin que nos muestren a los de un sexo "mejores" o "peores".

La serie nos muestra auténticos seres humanos, con sus contradicciones y su diferente percepción de unos hechos que parecen obvios.

Sin maniqueísmo ni moralina precocinada.

Totalmente recomendable.

DOS VERANOS

Cabe decir, en primer lugar, que las series europeas se están abriendo camino (a pasos agigantados) en mi mochila de favoritas.

Quizás cuando ya has consumido grandes dosis de cine comercial, es cuando estás abierto a sensaciones nuevas. Cuando esos "giros inesperados" ya no te sorprenden, cuando esos "finales totalmente impredecibles" te dejan tibio, es el momento de explorar nuevos horizontes más allá de Estados Unidos.

Y así fue como conocí Dos Veranos. Y qué grato encuentro.
Se presentó sin pretensiones, sin trucos efectistas. Dejó entrever sus intenciones y era casi imposible no aceptar la travesía.

Porque de eso se trata: del viaje. De conocer a sus personajes: 8 amigos y 2 veranos; y dos épocas en las que cambia el contexto pero no las raíces. Sus anfitriones nos guían a través de una historia mundana, de esas que todos hemos oído al menos una vez en la vida, y cómo ésta puede impactar en tan distintas personalidades y formas de enfocar una misma circunstancia. De la bola de nieve que los años van construyendo en torno a un recuerdo, de cómo 10 minutos marcan el curso de 30 años.

Una violación, un secreto que no lo es tanto, un chantaje que amenaza con derruir un castillo de naipes ya de por sí frágil.

Metraje ágil pero con la capacidad de detenerse a admirar los detalles.
Final sublime que no desmerece en absoluto el recorrido.
Paisajes idílicos de aguas limpias en una sociedad, por contraste, embarrada y sucia.
Pero sobre todo, sobre todas las cosas: personas (que no solo personajes) fantásticamente construidos, creíbles, sin necesidad alguna de disfrazarse para asustarnos, que nos harán plantearnos nuestras bases mismas. Y es que todos tenemos habitaciones cerradas en un ático, al fin y al cabo...

El diablo, seguramente, no sabe que es el diablo.

Un grupo de amigos veinteañeros de ambos sexos se reúne en la casa de los padres ricos de uno de ellos. No se trata de una fiesta desenfrenada, pero sí ocurren hechos desagradables derivados del exceso en el consumo de drogas y alcohol.
La amistad continúa y, treinta años después, vuelven a reunirse; esta vez en la casa de uno de ellos, en una isla paradisíaca digna del mejor de los reencuentros.
Pero allí van surgiendo los recuerdos de los hechos de aquella fiesta.
Afloran culpas, rencores y amenazas muy bien fraguados en un clima de desconfianza generalizada para los personajes y de enigmas para el espectador.
Los personajes son los mismos, pero los actores naturalmente no, puesto que es necesario marcar la diferencia etaria entre ambos momentos. Eso produce un pequeño inconveniente ─al menos para mí─ pues hay que prestar mucha atención para saber quién es quién, ya que, excepto por un par de casos, los jóvenes que fueron no se parecen en nada a los adultos que serán. (El caso del atildado y rubio jovencito Didier transformado en un sujeto semicalvo de pelo moreno, es el caso más llamativo, pero no el único).
Con esa pequeña salvedad, la serie me resultó de mucho interés. Los flashbacks están muy bien ensamblados y los enigmas que se van revelando con cuentagotas, hasta llegar a una conclusión final redonda, son perfectamente verosímiles y atractivos.
Recomendable.

Me están gustando cada vez más las series alemanas. He visto varias ya buenísimas y esta no llega a tener tanta calidad, aunque gane más que las otras como pasatiempo ya que ésta es toda una experiencia, no tenía paciencia para esperar al siguiente capítulo. Una trama absorbente que no creo que deje indiferente a nadie. Puede que se haya exagerado todo un poco, más bien bastante...ya que resulta muy poco probable, pero es entretenidísima, cortita (lo bueno si es breve, dos veces bueno) y tiene ese halo de misterio durante los ocho capítulos. Y bueno, la música francesa que tiene es una delicia y está bien hecha. Pero sólo le voy a dar un seis por varias cosillas mejorables, aunque mi nota sería un seis y medio, pero no hay. Pero bueno, en conjunto bien y la recomiendo. Sigo en spoiler.