Tonto el último

La carrera del muy mediocre Michael Schultz parecía encaminarse por el camino del éxito a finales de los setenta, tras su trilogía de colaboraciones con Richard Pryor. Pero fue un espejismo. El fracaso de "Sargento Pepper", que lo tenía todo a su favor le llevó a empeños como la presente "Tonto el último", una especie de remake en malo de "El mundo está loco, loco, loco, loco" que convierte en obra maestra a la muy posterior y muy superior "Ratas a la carrera".
La historia es conocida: se trata de una importanta herencia para la que se crea una competición entre distintos personajes dispuestos a hacerse con ella. Digo conocida porque es lo mismo que las otras dos películas mencionadas, pero en ellas era una cantidad de dinero enterrada o escondida, sin más, y aquí deben recopilar una serie de objetos para acumular puntos y conseguir vencer a sus rivales.

El reparto es magnífico, pero el guión es malo y la dirección de Shultz insulsa, sin gracia. Richard Mulligan vuelve a hacer de Richard Mulligan -como si estuviera en Enredo- y Richard Benjamin hace un malo bastante acertado. Por lo demás, una pequeña intervención de un joven culturista llamado Schwarzenegger y las siempre agradables presencias de Tony Randall, Cloris Leachman o Ruth Gordon, a las que se suman los siempre eficaces James Coco y Cleavon Little, estrellas cómicas de los setenta.