Los cuatro hijos de Adán

Entrañable producción que G. Ratoff dirige a partir de un guión muy bien elaborado que le permite desenvolverse con mucha soltura porque domina este tipo de películas.
Proporciona a las situaciones el atractivo de la familiaridad y su desarrollo resulta coherente, natural y carente de artificio aunque su excesiva tendencia al maniqueísmo enfría un poco su carácter.
Melodrama intenso contado a tres bandas en el que la ambientación desempeña un importante papel.
También hay que destacar la magnífica interpretación del grupo de protagonistas principales, W. Baxter, I. Bergman y S. Hayward, ésta última asumiendo los perfiles de su poco grato personaje.

Estimable melodrama sobre una acaudalada y tradicional familia, formada por un humanitario padre, desconsolado por la muerte de su amada esposa, sus cuatro modélicos hijos y la bondadosa y sentimentalmente sacrificada institutriz de estos. Pero ese universo sin conflictos llamativos se verá en peligro a causa de un revés económico y, especialmente, por la posterior aparición de un elemento perturbador que pondrá en riesgo las relaciones indulgentes de sus miembros.

Estamos ante un film con un ritmo suave, aunque con la sensación de ciertas lagunas en el contenido, desarrollándose su trama en un espacio narrativo cerrado y en un tiempo interno extenso, que se proyecta durante varios años, aunque la acción se aglutine, de manera particular, en dos intervalos temporales, y casi siempre, como indiqué, en ese territorio casi incomunicado que representa la entrañable casa familiar --magnífica la puesta en escena--, que funciona, sin duda, como un protagonista añorado que simboliza la felicidad perdida; el paraíso.

Los intérpretes --maravillosos Ingrid Bergman, Warner Baxter y Susan Hayward; también los demás actores y actrices destacan en su cometido-- mantienen una lúcida sobriedad, conformando personajes con profunda psicología, que bien silencian, a su pesar, los sinceros sentimientos amorosos o bien los muestran, indiscreta e hipócritamente, con un afán ambicioso y destructivo: el elemento amenazador ya mencionado.

"Los cuatro hijos de Adán" ("Adam Had Four Sons") se abre, pues --dejando a un lado cierta añeja moral y esas forzadas elipsis en el argumento--, como una depurada y bonita obra cinematográfica, plena de callado y triste romanticismo, y que recomiendo encarecidamente.

Ingrid Bergman me deslumbra siempre, debo admitir que no puedo ser del todo objetivo. Esta película parece más una obra teatral. Cuando la estaba viendo me sorprendió su semejanza con "Leyendas de pasión " la historia de tres hermanos con su solitario padre, el hermano que vuelve de la guerra y demás, aunque mas simple. Es una buena película y una joyita al que es admirador de esta gran actriz.

Todo cuanto ocurre a los cuatro hijos del señor Adam, tomado como el primer hombre del que de su costilla parece extraer esta película llena de encanto, en donde Ingrid Bergman aunque se tomará sus minutos en aparecer y llenar la escena, como una Isabella Rosellini transportada al pasado en una máquina del tiempo, hará que todo poco a poco vaya sucediendo como mera espectadora hasta que interviene.

Una pena que Warner Baxter e Ingrid Bergman no rodaran más películas en los 40 juntos ya que solo rodaron esta, cuando lo normal era que si los actores hacían buena pareja repitiesen, no como ahora, que a los que de verdad tienen química o potencial ni los llaman y tenemos que estar aguantando un batiburrillo de películas infernales llenas de parejas ridículas que yo ya me niego a ver en redondo, y potencian lo que hasta les cansa a ellos.

En cualquier caso la estrella de la película a mi modo de ver es Susan Heyward como la melindrosa hija política, puente desestabilizador en una película que ya de por sí cuenta con la crisis financiera del cabeza de familia mientras el amor callado de su institutriz permanece.
El amor y la ruina, la familia y la educación, la tristeza de perder al ser amado da muestras "Los cuatro hijos de Adán" de eso y de más, cuando Hayward era una gran bomba sexual y Bergman hipnotizaba con tan solo mirar. Que gran película, perenne al paso del tiempo. La paternidad, que gran don.

Entretenida película elegantemente dirigida por Gregory Ratoff, con una bellísima y dignísima Ingrid Bergman, que ya había trabajado con el realizador en la exitosa "Intermezzo".

Es bonita pues está llena de sentimientos humanos, la mayor parte de ellos positivos, como el amor, el cariño, el respeto, la dignidad, pero otros oscuros y peligrosos, como la falsedad, la mentira y/o la desconfianza.

La cinta gusta pues está bien narrada y las interpretaciones son impecables, con una pareja protagonista encomiable por su exquisitez dramática: tanto Ingrid Bergman como, sobre todo Warner Baxter como el patriarca de la familia, están inconmensurables.

Sin embargo toda ella posee algo que no me acaba de convencer: la historia es poco creíble, algo exagerada o por lo menos merece algo de incredulidad por parte del espectador. Como quiera que está basada en una novela de Charles Bonner, el guionista William Hulburt no ha hecho más que seguir lo ya escrito, pero todo rezuma exageración o algo, por lo menos, no encaja del todo.
Pero si aceptamos el argumento entero, disfrutamos de un buen ejemplo del cine que se hacía en los años dorados del Hollywood de los cuarenta.

Buena fotografía en blanco y negro y estupenda banda sonora.

La verdad, está bien, pero, repito, no me la creo del todo.

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