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La piel

Drama En 1943, Nápoles acaba de ser liberada por las tropas americanas. Un mafioso local negocia un intercambio de prisioneros alemanes con el general Mark Cork (Burt Lancaster). El intermediario es un capitán italiano, Curzio Malaparte (Marcello Mastroianni). (FILMAFFINITY)
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
6 de febrero de 2009
21 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Liliana Cavani, es una directora polémica y desmitificadora; le encanta despachurrar paradigmas y modelos aceptados por el común de la gente… y con, <<LA PIEL>>, lo ha logrado a cabalidad.

Libremente inspirada en la discutida novela homónima de Curzio Malaparte, la película describe un episodio de gran trascendencia como fue la llegada del ejército americano a Nápoles, Italia, en 1943. Primera ciudad sustraída del infierno nazi... para caer en el purgatorio gringo.

Una sutil descripción de los militares americanos, vista a través de la mirada escudriñadora del mismo Malaparte, da inicio a la narración; y así conocemos al General Cork, pura amabilidad… ante las cámaras. Jimmy Wren, idealista y pasional… pero comprador de “favores” como muchos de sus compatriotas. El sargento racista, incapaz de aceptar un consejo que provenga de un italiano; y la aviadora, Wyatt, partícipe de una guerra que no está muy segura de comprender. En imágenes sin tapujos, un reflejo del “american way of life”, demarcado hasta en los peores momentos del enfrentamiento bélico.

Malaparte, conserva una visión amable de los Estados Unidos de Norteamérica... pero, de repente, esta visión comienza a empañarse por alguna circunstancia: Está viendo a las mujeres de su patria prostituirse por cualquier moneda ante la urgencia de sobrevivir. Ha visto a las madres, desesperadas por el hambre, alquilar a sus varoncitos para infames pedofilias. Ante sus ojos, seres humanos inocentes, han sido despedazados por las bombas asesinas… y, en este caos de miseria y degradación, el ejército libertador luce empeñado en mantener su nivel de vida, burgués y privilegiado.

La Cavani recrea la guerra sin omitir detalles, sin melindres ni pudor alguno. Las cosas como son, la realidad tal cual. Las imágenes resultan hiperrealistas, y uno siente que está haciendo parte –por fortuna, sólo de manera virtual– de aquel escenario física y emocionalmente cruento.

Las escenas de comedor son rotundas y rememoran esa joya de Buñuel titulada, “El Discreto Encanto de la Burguesía”. Malaparte hace de las suyas y logra que los americanos sientan, simbólicamente, las crueldades de la guerra; y la directora italiana se solaza con su manera escueta de narrar. Quiere sacarse una espina que traía clavada desde hacía rato.

Disfrutar de la exquisitez y del exceso cuando a nuestro alrededor pululan el hambre y la miseria, hace inevitable que nos atragantemos en algún momento. Por más que nos esforcemos por acallar la conciencia, esta sigue ahí, indeclinable, recordándonos que el otro también cuenta.

<<LA PIEL>>, es una franca y potente denuncia del desarraigo y la crueldad que brotaron con el fascismo; es un espejo incuestionable sobre la brutalidad de toda guerra... y es también, una recreación certera y fidedigna, de ciertas cosas lamentables que, el ejército libertador, asumió en aquel momento histórico.

Las imágenes finales son rotundas y cierran, con maestría e impacto, este inolvidable filme. La Cavani ha contado, por fin, la verdadera historia.
Luis Guillermo Cardona
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14 de julio de 2011
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La siempre polémica directora italiana Liliana Cavani («Portero de noche», 1974) opta en esta ocasión por poner en imágenes una novela autobiográfica del no menos controvertido Curzio Malaparte, «La piel» (1949), que forma con «Kaputt» (1944) un díptico sobre sus experiencias durante la Segunda Guerra Mundial. La acción transcurre entre octubre de 1943 y junio de 1944, aproximadamente: desde la llegada del ejército estadounidense a Nápoles, ciudad de la que los alemanes habían sido ya expulsados por la población civil, hasta la partida de este mismo ejército hacia el Norte, para liberar Roma. Cavani sintetizó en una entrevista el argumento de su película como el encuentro entre dos mundos muy diferentes:«De un lado los americanos, ricos, bien afeitados, con divisas y zapatos relucientes […] Del otro, una ciudad en la que hacía tres años que no se comía». La película, como la novela de Malaparte, subraya la ingenuidad y la brutalidad, a veces inconsciente, de los ocupantes norteamericanos, y la degradación moral en que la miseria sumió a Nápoles, que aparece en la película como una moderna Babilonia donde tiene su asiento toda depravación imaginable.* «La piel» saca a a la luz los aspectos negativos de la invasión aliada de Italia, rehuyendo las simplificaciones morales tan frecuentes en el cine sobre la contienda mundial y mostrando las debilidades de los «buenos» en lugar de reiterar una vez más las atrocidades cometidas por los alemanes.

El personaje principal es el propio Malaparte (Marcello Mastroianni), fascista arrepentido que funge ahora de capitán del nuevo ejército italiano y de factótum del general Cork (trasunto apenas encubierto del general Clark), bonachón e ingenuo comandante del ejército aliado interpretado certeramente por el incombustible Burt Lancaster. Claudia Cardinale aparece brevemente como la princesa Consuelo Caracciolo, aristocrática y sofisticada amante del protagonista, pero el peso del reparto lo llevan los estadounidenses Ken Marshall y Alexandra King, que a mi juicio no acaban de estar a la altura.

La voluntad de desmitificar la historia oficial, huyendo de versiones más reconfortantes sobre los mismos hechos, es a mi modo de ver el principal valor de la película, heredado del libro de Malaparte. Sin embargo, y aunque el filme posee una innegable carga de verdad, la autora potencia principalmente lo escabroso, convirtiendo su obra en una inagotable exhibición de truculencias destinadas a provocar el horror o el asco del espectador. Logrado el objetivo de mostrar cómo la guerra saca lo peor del ser humano, sólo la complacencia en lo morboso explica ciertas secuencias de muy dudoso gusto.**

Aunque dista mucho de ser redonda y abusa más de la cuenta del efectismo más vacuo, la película resulta interesante. Aporta una mirada diferente y transgresora que no cabe echar al olvido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Samizdat
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19 de noviembre de 2005
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
...de la invasión americana en Italia, al final de la II guerra mundial, para liberar a los italianos tanto de los alemanes que la habían ocupado (paradojas de la política, tras el abrazo de Hitler y Mussolini), como de los fascistas que ya estaban derrotados. Marcello Mastroiani representa al propio autor de la novela "La piel", de Curzio Malaparte (nombre utilizado por Kurt Erich Suckert, de padres germano-italianos), en su papel de oficial de enlace con el ejército yanki; y lo borda, porque nadie más apropiado para figurar como prototipo del italiano culto, de buena figura y talento burlón. Más extraño es que Burt Lancaster se ofreciera para hacer de general americano, más bien tosco e ignorante, que es como veía Malaparte a la mayoría de aquellos militares, y no como presuntos salvadores de la desangrada Europa. Liliana Cavani aprovecha a tope las posibilidades que ofrece la guerra para rodar escenas impactantes y escalofriantes. Toda una exageración, auque la película es buena y aún se deja ver, pese a los años transcurridos.
ANTOINE
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6 de junio de 2008
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curzio Malaparte fue un reputado escritor italiano que colaboró activamente en la participación de su país en la I Guerra Mundial. Incluso fue testigo de la Marcha sobre Roma y de Mussolini no dejó de loarle en alabanzas. Unos años después justificó haber simpatizado con el partido fascista con una elocuente frase a los aliados mientras colaboraba con ellos en la reconstrucción de Italia después de la II Guerra; "Winston Churchill dijo que si fuera italiano se habría inscrito en los Fascios y yo, señores, soy italiano". Así es Malaparte, honesto, recio pero alegre y realista dispuesto a reconstruir un país soñado pero carbonizado por los que se creían dioses de un sueño irrealizable.
En el film no hay más que miseria y los orgullosos americanos reacios a entender esa situación de posguerra y estraperlo que azotó la península italiana. En concreto Napoles y Capri. La siempre polémica Liliana Cavani mete el dedo en la llaga donde el canibalismo, la decadencia de la rancia burguesia que antaño flirteaba con la maquinaria de poder y de guerra se ha desgastado y mezclado en la podedumbre y la hambruna de familias dispuestas a vender a sus hijos y sus cuerpos para comer. Hay escenas memorables en esta película irrepetible aunque algo subida de tono. La Historia se puede demostrar en el día después de una guerra con sus puntos sobre la íes, pero demasiada carnaza para un solo plato fuerte.
Natxo Borràs
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10 de junio de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Duro y realista documento sobre el impacto de la II Guerra Mundial en una ciudad como Nápoles. Cavani destila la obra de Malaparte y nos presenta como protagonista principal la propia ciudad y su particular idiosincrasia. Demoledora y didáctica, magnífica cinta.
Fernando
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