Misión: Seguridad máxima

El constraste entre la discapacidad del niño y la personalidad del policía/detective ha funcionado de manera correcta en este trhiller que, sin demasiadas pretensiones, entretiene todo el tiempo.
Lástima la carencia de un villano mas acorde a la situación y el desinfle del final.
La joya del film: la última toma.

Y no la sufre sólo Willis, Becker deja en claro que para poder digerir esta peli hay que entender los motivos de cada acción de acuerdo a la persecuta de turno: su guión es tan loco como atrapante, ésto último gracias a una correcta puesta en ritmo a la hora de ofrecerle al público una peli de acción y entretenimiento.

Es cierto que no se pueden eludir los típicos fallos argumentales, motivados por convenciones o fórmulas de otras pelis igualmente o incluso más resultonas: desde Commando, Testigo en peligro y si me entono hago una lista. Pero Mercury... convence, porque el factor clave fue bien percibido por la dirección: la relación entre el héroe de turno y ese chiquito que hasta conmueve por su indefensión. Es de agradecer que la obra no empalaga con las pistas y datos a seguir, los justos y perfectamente entendibles. Eso sí, que Willis haya deducido que el muchachito estaba en peligro por el precio de un arma...prefiero pasar por alto este sexto sentido.

Pues diviértanse, entren al complot y desconfien de todos y de todo: la peli lo deja bien en claro...paranoia delirante, me uno a esta locura!!!

‘Mercury rising’ es una de esas películas de buenos y malos. El bueno es Bruce Willis, un rudo agente del FBI encargado, casi de rebote, de proteger a un chaval autista, huérfano y al que los tipos malos de la peli buscan atrapar. ¿Por qué? Por dos frikis que decidieron poner en un crucigrama un importante código secreto, el mercury (de ahí el original título del film), valorado en “nosecuantodinero” e imposible de descifrar. Al menos eso creían ellos, porque ahí está el chavalín autista poniendo patas arriba todo el tinglado.

Película comercial, bastante estándar, a la que yo, personalmente, etiqueto “como una de Bruce Willis”, uno de mis actores favoritos. La receta no es la de siempre, pero casi. Guión flojucho en el que el susodicho actor ejerceo de tipo duro, salvaguardando la vida del chaval y llevándose por delante a todos los malotes de bala rápida. La trama de acción queda un tanto almibarada cuando aparece el niño en escena, enterneciéndonos con la música que siempre lo acompaña y dándonos un manual para principiantes acerca de qué es el autismo. En definitiva, combinación conseguida entre disparos y sirope. Tiene su cosa.

Con una intrigante música de John Barry, quizás lo mejor del filme, Willis retoma el mismo papel de siempre, de policía solo-contra-todos, en una extraña buddy-movie, en la que sus compañeros son un niño autista y una buena samaritana. Trama tópica y manida, una especie de "Los tres días del Cóndor" pero en garrafón. No obstante, la dirección es elegante, los personajes no se hacen demasiado odiosos; Willis es resultón y no demasiado paródico, y está, como he dicho, la BSO del gran John Barry, que le otorga un toque de distinción que quizás no tendría sin ella.

De nuevo, te encuentras con una interesante y entretenida película protagonizada por Willis (que de nuevo hace el papel de héroe), pero que técicamente iba a ser sólo eso: entretenida e interesante. Pero, en el momento en el que aparece el pequeño autista, todo es diferente. La película deja de ser protagonizada por las azañas del duro de Willis y lo sustituye una complicada pero tierna relación entre él y el niño autista.

Emocionante y constantemente tensa, esta cinta no me decepcionó para nada; es más, me encantó. No es una obra maestra, pero sí es una buena película. Y el final, muy enternecedor. Me saltaron las lágrimas. Ya veréis.

Mi nota: 7,5