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La quiniela

Comedia Don Cándido es un modesto oficinista que hace su primera quiniela cuando ya es anciano. Tiene trece aciertos y gana una considerable suma de dinero.
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
23 de marzo de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"- ¿Tiene hoy algo nuevo el periódico?
- Sí, la fecha".

Una de las películas dirigidas por Ana Marical, primera realizadora española tras la Guerra Civil Española, que en esta ocasión se basa en un guión nada menos que escrito a ocho manos, basada en una historia a seis manos.
El resultado es muy irregular, con notables apuntes socio-costumbristas en su primer tercio, lleno de rápidos y buenos diálogos (los más chispeantes, del genial Tono, claro).

"- ¿Qué pasa?
- Nada, una señora que está comprando carne.
- ¿Carne? Será una americana".

que crean esperanzas en el público y le hacen creer que será una buena comedia. Y no, no lo es.
Se puede ver tranquilamente, como suelo decir, pero al final se hace larga al meter sucesos como el protagonizado por Rafael Durán, que no aportan nada a la historia sino la cuota moralizante de la época en la que fue rodada.
La cinta, simpática en líneas generales, más que nada por contar con buena parte de los mejores comediantes de la época, se va poco a poco a pique por mor de un ritmo y gags demasiado irregulares, con escenas muy desiguales en su humor y situaciones que van de los divertido a lo redundante y algo epatante.
Al final se hace larga para lo que cuenta y el interés mengua en su segunda mitad.
Pero bueno, se puede decir que es bien representativa del cine español de la época donde el nacional catolicismo estaba muy presente, como se comprueba en el personaje del siempre genial Félix Fernández, como el párroco, siempre al quite para que imperen las buenas costumbres y moralidad cristiana en los hogares españoles. Amén.

https://filmsencajatonta.blogspot.com
Baraka1958
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2 de agosto de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ahora que queda poquito para que comience la liga, poco más de una semana, podemos empezar abriendo boca con una comedia costumbrista que versa sobre el deporte rey. O para ser más exactos, sobre las apuestas que se hacen en relación con el mismo, las quinielas. La película tiene además una particularidad muy notable, que es que fue dirigida por una mujer, Ana Mariscal, lo que por entonces era toda una rareza. No obstante, pese a ser toda una pionera ha sido una figura bastante marginada, sin duda por su supuesto franquismo, tacha que la izquierda por muy feminista que sea, jamás en la vida puede perdonar. Pero su propia existencia demuestra además otra cosa: que ya en los años cincuenta, las mujeres podían ejercer de directoras, su primer trabajo en esta faceta es de 1953, y si no había más es porque básicamente preferían ser actrices o porque no les interesaba tanto.

Dicho esto, el principal problema que le veo es que argumentalmente se deshace a medida que pasan los minutos, entrando en una especie de correcalles sin mucho sentido. De hecho, se resiente de contar con cuatro guionistas. Y sin embargo, hay como algunos huecos que resultan imperdonables. Por ejemplo, desconocemos esos resultados que a menudo son fuente de agrias discusiones, como con el cura. Con todo, es una película simpática, su tono es de lo más confortable y su costumbrismo castizo, nos enteramos de hasta el precio de las patatas y las judías en 1960, no tiene precio. Aunque es cierto que su humor crítico se diluye de inmediato para pasar a otro de lo más inocente. Sin embargo lo compensa con Elisita (Isana Medel), que parece una tonta pero que lo hace muy bien. Ah, muy bueno el chiste sobre el gay... sí, ya salían homosexuales en el franquismo con total naturalidad.
Reaccionario
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29 de julio de 2023
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo de Jordania. Bultos sospechosos. Un húngaro, un argentino y un brasileño. El Bilbao. El ladrón, su colega y el taxista. Corazonada. Viva la vida.
Otra vez pasa lo mismo, que la primera media hora es muy buena y lo que sigue se arrastra repta hasta el abismo, del gracejo del lenguaje ceñido a las expresiones más felices y al sarcasmo constante y soterrado vamos pasando cayendo, se va venciendo cada vez más hacia la bobería, la cursilería y el tedio, una faena.
Buen humor escéptico, resignado, no somos nada, que arroja arraiga una mirada sobre la vida descreída, fatalista, sin esperanza ni salida, sabia, cautelosa, depauperada, desesperada, desgraciada, suavemente dantesca, desapasionada, cariñosamente despiadada, desprejuiciada, despavorida, cansada, dulcemente desgarrada, la que supone o viene/procede de siglos de historia a tus espaldas, marcada grabada a fuego en tus genes y huesos, muerte sobre muerte, tanta tumba, y por el otro lado esa chinchorrería quincalla morralla purrela sentimental moral, esa pesadez estúpida de las acciones que se estiran o alargan o insisten para nada, sin gracia, para joder la marrana, tiempos muertos, estanques, desastre.
Cargan sobre todo la hija y su novio y la Mariscal y su enamorado, son mejores el protagonista (supongo que es Joaquín Roa, pero no aparece en estos créditos ni por ahí en otros que he buscado, misterios del cine, de la ciencia infusa), su némesis Olmedilla y unas cuantas frases requiebros del idioma que te partes, ese casticismo irónicamente salvaje madrileño, vacilón, faltón, susceptible, chulesco, picaresco, amablemente ofensivo chungo fino bromuro callejero populachero ladinamente bronco infierno.
Podría haber sido la maravilla que al principio prometía y no es más que otra tontería finalmente más bien insustancial y pelmaza aburrida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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11 de diciembre de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1959 Ana Mariscal lleva a cabo “La Quiniela”, película cuyo argumento gira en torno a una persona que le toca una quiniela, pero no aparece a recoger el premio. Basada en una idea de Agustín de Valdivieso está construida a modo de sainete, con una estética realista en la línea de su estilo inicial, pero busca la comercialización de la película, por lo que hace concesiones y siguiendo los dictámenes del régimen imperante nacional catolicismo, los curas hacen de asesores de las mujeres, intentando que, al hablar con los hombres, estos recuperen la razón y el sosiego. De nuevo se puede observar la táctica de Mariscal jugando una doble baza pues para poder trabajar en estos años como una mujer libre, donde la censura estaba muy arraigada y sujeta a unas directrices muy constreñidas, tenía que “establecer ciertas licencias” en las temáticas para poder seguir dirigiendo y exhibiendo sus producciones. El resultado final sería la representación de la sociedad tradicional imperante y pacata de la época, eso sí planteada desde el humor.

Fuente: Ana Mariscal: La primera productora y directora cinematográfica en la postguerra española censurada (Begoña Gutiérrez San Miguel y Elena Calvo Ortega, Ediciones Complutense 2018).
CAAlonso
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14 de agosto de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curiosísimo darse cuenta de que la vida, en realidad, poco ha cambiado. En «La quiniela» se afirma que en los equipos de fútbol solo hay extranjeros y que «hasta cuándo vamos a sufrir a esos árbitros»; se comenta que no hay nada nuevo en política, se quejan de los precios de los alimentos y de lo que cuesta mantener un coche; y se hace sátira de los funcionarios y empleados, que llegan a exclamar refiriéndose a los ciudadanos que acuden a la ventanilla que «se creerán que estamos para atenderles». España cien por cien.

Otra curiosidad de «La quiniela» es que está dirigida por una mujer, Ana Mariscal, y no pasaba nada. No había protestas en las calles ni el patriarcado la arrinconaba en una esquina con la pata quebrada. Ana Mariscal dirige y también interpreta a Berta, mujer desencantada tras un desengaño amoroso pero buena persona, que oirá de labios del galán Marcelo (Manuel Monroy) una preciosa declaración de amor que a mí me ha enamorado.

El caso es que la familia Palomo se obsesionará con las quinielas, hasta tal punto de que una podría pensar que la película está hecha para incitar a la gente a que juegue. Sea como sea, la historia tiene moraleja, puntos de humor castizo y un costumbrismo entrañable.

Yo nunca he echado una quiniela, a todo esto, y no sé si tendría tanta suerte.
Kaori
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