La tragedia de Macbeth

Estéticamente es una película muy lograda y con decisiones de puesta en escena muy inteligentes. Por ejemplo, tenía especial curiosidad por como Joel Coen iba plantear el momento en el que el bosque llega al castillo de Dunsinane y he de decir que me ha encantado que las hojas inundasen la sala al abrir Macbeth la ventana. Quizás me habría gustado más un blanco y negro menos “limpio”, como el del Faro de Eggers, pero esto es un asunto menor.

Mi principal problema es la frialdad de la obra, y no por ser una producción tan teatral y minimalista (contando con el texto de Shakespeare eso no interfiere en absoluto), sino porque a la mayoría de interpretaciones les falta fuerza. Sobre todo a Denzel Washington, que, teniendo monólogos tan potentes como “Is this a dagger” o “tomorrow and tomorrow and tomorrow”, no me transmitió ni la mitad de sensaciones que al oírlos en boca de Ian Mckellen o Michael Fassbender, por nombrar dos de mis Macbeth favoritos. Su tono y su lenguaje gestual son casi siempre demasiado monótonos, sin apenas matices salvo en los momentos evidentes. Creo que en una adaptación de Shakespeare, más allá del apartado técnico o cinematográfico, la clave son las palabras y como son interpretadas, y en ese aspecto esta no cumple del todo.

Una cosa que me encanta de la interpretación de Fassbender es como, a medida que la trama avanza y el personaje está cada vez más atormentado por la culpa y el terror, su rostro está cada vez más descompuesto, realmente ves a Macbeth embriagado por la locura y sumergido hasta el fondo en ese pozo de sangre y destrucción del que no ve más salida que seguir adelante, amparado por la profecía de las brujas. Todo esto no me ocurre con Denzel Washington, no veo ni escucho a Macbeth. Sin embargo, sí que me creo (sin fascinarme) a Frances McDormand como Lady Macbeth y especialmente me encanta Kathryn Hunter, posiblemente la mejor versión de las tres brujas junto con Chieko Naniwa en Trono de sangre.

A pesar de todo, me parece en general una buena película, con muchos aciertos y que seguro volveré a ver en un futuro, pero tenía demasiadas expectativas.

La tragedia de William Shakespeare nuevamente representada en el cine esta vez desde la visión de Joel Coen, que logra compenetrar una curiosa mezcla entre la parte teatral y la cinematográfica, si se piensa en ambos apartados, la película está completamente llena de las dos, interpretaciones y diálogos totalmente teatrales, sin embargo, la cámara, sus movimientos y ángulos se acercan totalmente al cine.

La reconocida historia de ambiciones políticas y anhelos de poder en esta ocasión tienen el papel principal a Denzel Washington que realiza una labor enorme, lo mismo que su contraparte Frances McDormand, quienes a pesar de mostrarse en interpretaciones teatrales como se mencionó anteriormente, se muestran fluidos y completamente de lleno en sus papeles.

Coen teje una propuesta minimalista, fotografiada con un blanco y negro en ocasiones de gran expresionismo donde las imágenes tienen una fuerza abrumadora. Dentro de la parte visual hay que mencionar que el realizador también juega a lo largo del metraje con las transiciones entre secuencias, aprovechando distintos recursos intentando ofrecer cierta continuidad visual.

Coen también deslumbra en aquellas secuencias donde ambición ya ha hecho mella psicológica en el protagonista, con interesantes momentos visuales-oníricos muy llamativos, sin olvidar por supuesto, las intervenciones de la bruja (Kathryn Hunter) que son de los puntos más altos de esta película.

Ahora, la forma en como está realizado el largometraje, da claras cuentas de que no es una obra sencilla de ver y que exige un poco al espectador, si a eso se le suma el estilo idiomático utilizado, propia de la época en que fue escrito, se vuelve aun mas complejo, tanto para nativos del idioma como para quienes lean subtítulos.

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Conocido es que MACBETH es la obra maldita de SHAKESPARE y muchos han sido los que han temido representarla, pues bien, mucho más arriesgado es llevarla a la gran pantalla. Ha sido el valiente JOEL COEN el que ha tomado el proyecto como audaz reto personal.

El director realiza un cambio de registro y el resultado es un muy meritorio conjunto de virtudes técnicas. La estética es intachable, con una fotografía y diseño impecable. Todo el formato es en B&N, con un juego de luces y sombras excepcional, una recreación para los sentidos y un regalo visual. A ello hay que unir un potente sonido que enfatiza las escenas más importantes.
No hay lugar a la duda si se afirma que estamos ante la obra más madura del director.

Respecto a las actuaciones, poco se puede decir de los protagonistas, DENZEL WASHINGTON y FRANCES McDORMAND, demostrando una vez más que sin duda están en el TOP de los actores actuales y saliendo fortalecidos del complicado reto.

Hasta aquí todo lo bueno, pero el resultado está muy lejos de lo comentado. Al ser una obra teatral llevada al cine, no todo el mundo podrá disfrutar del resultado. Personalmente y pese a un gran esfuerzo, desconecto en muchas escenas, me cuesta sentir los numerosos monólogos y la trama me resulta distante. Innegable son todos los méritos enumerados y cuyo mayor valedor es COEN junto a los actores, pero el film es muy complicado de digerir, sobre todo para el gran público, del cual normalmente me alejo pero en esta ocasión todo lo contrario.

No pensaba pisar este charco pero el resultado y el tiempo dedicado a su visión me permiten la audacia. Si sumáramos los encuadres y fotogramas de este film se podría hacer una buena exposición fotográfica. ¡Claro que ningún fotógrafo tiene la posibilidad de crear un "set", con unos decorados y encuadres inspirados en De Chirico, en Ivan el Terrible pasando por un mal digerido "Dreyer".·
El resultado es que la belleza queda sepultada por el narcisismo y la incompetencia. Como film es un desastre. En el camino se ha perdido Shakespeare, el resultado es frio, glacial, hueco. Vean las filmaciones de Peter Brook, Welles y los films de Dreyer como Vampyr o Dies Irae o la Juana de Arco. Nada que ver.

Reservo para el final las interpretaciones: D.Washington y Frances McDormand son unos actores impresionantes. No tienen nada que demostrar... pero aquí están muertos; interpretaciones exteriores, sin alma ya que Shakespeare no está ni se le espera. Deténganse en los dos momentos cumbres: El monólogo de la locura de Lady Macbeth y el de Macbeth, ese de "la vida como cuento lleno de ruido y de furia". Miren a los ojos de los actores... están fuera. Pregunten en privado a un profesor de interpretación o a un buen actor como FFGómez, (ya sé que él no está), y verán lo que les dice.

Lamentable.

Resulta hermosa en el apartado visual, con su monocromático blanco y negro y sus composiciones pictóricas, sobretodo por el gran manejo que la película hace con sus claroscuros. Por momentos, recuerda a Bergman y a su minimalismo, pero sin alcanzar la potencia emocional de éste, y es que ese es el mayor defecto de The Tragedy of Macbeth, que a pesar de su gran dirección de actores, la película se queda a medias por la decisión de que los parlamentos sean recitados como si se tratara de una obra, como si fuera el texto original de Shakespeare. Si bien, Coen crea un mundo atmosférico aparte que está muy lejos de ser la Inglaterra de antaño, la manera tan rebuscada de hablar y sobretodo de asomar el subtexto es lo que vuelve el film un tedioso juego de aguantar lo que se viene, pudiendo haber sido algo mucho más interesante.

Pareciera que Joel Coen no entendió el sentido de "adaptación" y lo que la palabra significa, o lo entendió parcialmente, porque si bien muestra un cast etnodiverso y un reino sacado más de un mundo psicológico que histórico, pero el texto se queda casi igual, y entra el debate en cuestión de que tan vigente es el texto de Shakespeare a la hora de asomar el mundo psicológico de sus personajes mediante al diálogo. Es una pena por todos los méritos visuales y técnicos que tiene la película, y porque al final Denzel Washington y Frances MacDormand son excelentes actores.