Un actor malo

Un actor malo.

Esta crítica bien podría empezar con una pregunta, ¿la propia película nos obliga a realizar un análisis políticamente correcto de ella? probablemente lo sea, y es que sin dudas toca fibras de construcción social sobre el concepto del que se desprende, lo que no caben dudas es que no dejará a nadie indiferente, haciendo uso de ello un paseo constante por diferentes visiones y enfoques hasta llegar al punto de quizás, dejarnos la mesa servida para sacar nuestras propias conclusiones morales y éticos sobre lo que acabamos de ver.

Se podría decir que su efectividad y su estructura para atrapar se basa en 4 etapas, a saber, un principio contorneado bajo el metacine que nos introduce enseguida en ese pintoresco mundo de los entretelones del séptimo arte, inmediatamente surge el conflicto principal, el que poco a poco irá madurando y tomando forma hasta llegar a su punto de ebullición necesario para así darle paso a un hilo conductivo teñido por las sugestiones, puntos de vista y lleno de perspectivas distintas del cuál será propia victima de esos fascinantes cambios de óptica el espectador, para finalmente lograr ponernos en una posición entre la espada y la pared en una reflexión sobre lo políticamente correcto, lo social, lo que está bien y lo que está mal.

Resulta demasiado certero como ahonda en temas como la revictimización de las victimas, el amarillismo de la sociedad y los medios volcando de alguna manera frustraciones y castigos aun cuando estos se escapan de las manos, y puede sentirse orgullosa esta película de tocar emocionalmente, causando constante sofocación y estrés ante cada momento que avanza, sensaciones que de ese modo, pueden percibirse ante la contemplación de ambos personaje protagónicos, y es justamente ese componente el que se funde entre todas las partes para no pasar desapercibida en su objetivo.

La actuación de sus dos protagonistas, aun más el papel de Fiona Palomo, es totalmente descarnado y desgarrador, compenetrándose de lleno con la historia y con los pasajes que le toca atravesar a su personaje, Alfonso Dosal acompaña a la perfección desde el lugar que le toca sintiéndose en él la igualdad de condiciones desesperantes y agobiantes, si bien como mencionamos a un principio, por reflejo nos obligamos a ponernos de parte empática con el lado femenino, además de que ambos se encuentran acompañados con buenos secundarios que le aportan y mucho al relato, algunos convirtiéndose en personajes bastante odiosos desde sus roles.

La dirección y la fotografía son muy certeras, podemos palpar inmediatamente que estamos en frente de un largometraje totalmente desnudo de efectismos cinematográficos así como de la ausencia total de banda sonora, haciendo bastante más crudo sus pasajes, una cámara que por momento se convierte en cámara en mano para perseguir a nuestros protagonistas, ahogarlos y no dejarlos respirar, en lo que puede absorberse del ambiente la totalidad de la vorágine y el caos que le desempeña esos toques estéticos y visuales.

"Un actor malo" al final de cuentas, desprende violencia aun ahí donde no la hay literalmente, salvaje y violenta, un reflejo de un conflicto que quizás se desconoce dentro del cine, si, pero también un feroz reflejo sobre las sociedades en las que vivimos, el amarillismo como forma de vida y de saciar las ansias de furia y ensañamiento, a modo particular, será esta, una de las mejores películas latinoamericanas que habré de apreciar este año.

Calificación: 7.4

De verdad que hace mucho no veo una película mexicana tan buena cómo está, no solo en trama o polémica que pueda generar, pude disfrutar de un producto audiovisual notable sobre todo en actuaciones, dirección y guion.

Un actor malo es un thriller disfrazado de drama. La película es cine dentro del cine en la que una escena nos pondrá en conflicto de una presunta violación, el debate de hasta cuando se puede considerar una agresión sexual y cuando no, cuando es consensuado y cuando no, esto nos pone a manera en el que el espectador pueda sacar deducciones en un notable guion el director Jorge Cuchí. Esto es cine de debate y cine protesta en estado puro, en honor a la verdad de muchos casos de violaciones en filmes mexicanos que no han sido denunciados o ajusticiados de la manera correcta.

Seré escueto. La película es una recreación excelente de lo que ocurre día tras día, no solo en el ambiente actoral, sino en todos los ámbitos de la sociedad. Como ocurre tantas veces en un caso de abuso sexual, ronda la duda sobre la mujer y se cae en su revictimización constante («¿Por qué no gritaste?», que se lo pregunta hasta su propia amiga).

Actuaciones sublimes del dúo protagonista con mención especial para Fiona Palomo, que nos brinda una clase magistral de interpretación. La película, a la que no le falta ni le sobra nada, debería proyectarse en todos los colegios.

No quiero dejar de felicitar a México, precisamente un país donde la violencia de género es sangrante, por hacer una película valiente, necesaria y aleccionadora.

Es un día de rodaje común para un equipo de cineastas hasta que un miembro de su equipo ha alzado la mano para decir: "Me han violado".

La nueva película de Jorge Cuchí enfrenta a las dos controversiales fuerzas en pugna que lees a diario en los noticiarios: la/el abusado y su abusador. Hasta dónde podríamos determinar una situación de abuso y hasta cuándo no. Quién está diciendo la verdad y quién está aferrado a su "verdad". Quién está "exagerando" o realmente una acción cometida ha generado una vulneración.

Pero en "Un actor malo" estas aristas no se desarrollan para suscitar el aroma a thriller de costumbre a base de nudos inventados y ficcionales que generen la complicación, el suspenso o la espectacularidad. En el argumento de Cochí el conflicto es real, inmediato y lo que sucede ahí es lo que ocurrió y está ocurriendo en un entorno laboral tan idealizado y aprovechado como lo es el cine.

Y es que de entrada, una de las primeras virtudes que destacan de la obra de Cuchí es la legitimidad de la que está dotada, y mucho de ello es apoyado a partir de una dirección donde priman largos planos e ininterrumpidos, la ausencia de incidentales que te saquen de la crudeza que los personajes están viviendo y unas actuaciones que con solo miradas y silencios profundos transmiten lo demoledor de la situación presentada.

Fiona Palorno dota la escena de una naturalidad plausible y demoledora. Dosal, la secunda con una interpretación ambigua entre ángel y demonio, y los demás del reparto sostienen la acción siempre con la alta dosis de realidad que caracterizará al film.

"Un actor malo" no necesita echar mano de puntos de giro audaces y rocambolescos. Su conflicto se va hilvanando a la velocidad de la calma en medio de una situación tan apremiante hasta llegar al clímax donde la pulsión no dará tregua para culminar de una forma tan equívoca como devastadora.

A su término, su moraleja inmediata quizá no sea las consecuencias del abuso de poder, cuándo hablar enseguida o cuándo hablar más luego, sino el error que en ocasiones el silencio del otro sea tu punto de partida para ASUMIR.

LO MEJOR: Sus actuaciones y su guión realista
LO PEOR: Que pase desapercibida.