Arsène Lupin

Estamos ante una película completa. Completamente desastrosa, claro. Para empezar deberíamos pedir al guionista de tan horrible tedio y soponcio que haga el favor de no perpretar más atentados contra el cine y se dedique a otra cosa, con su historia sin dirección, con sus escenas tan mal solpadas y sus personajes tan llanos consiguen tal nivel de mediocridad que tapan el mal trabajo de por ejemplo el encargado de la fotografía, que al final a sus horribles escenas a oscuras no les das importancia gracias a que hay otra cosa que te machaca de forma inmisericorde. Pero por si no fuese ya poca celebración de lo caricaturesco y rídiculo encima se regodean con tan excesivo metraje, dos horas que parecen 4 y malas.
Romain Duris, su protagonista, está muy lejos de conseguir transmitir el carisma que se le suponía a Arsene Lupin. Esa sonrisa de caballo y esa dudosa manera de actuar no convencen. Quizá la menos perjudicada de todo este trafalgar sea Eva Green, guapísima como siempre y que cumple en la pantalla. Con un personaje tan artificial y desdibujado no se puede hacer maravillas.

Quizá no tenga escenas de un absurdo incoherente, la película en sí tiene trabajo y tiene resultados sobrios, excesivametne sobrios. No funciona ninguna de las situaciones y el divertimento para la que ha sido fabricada se esfuma ya desde ese rídiculo y típico flash-back y esa nula sensación de misterio que produce la muertre del padre de Lupin tampco contribuye a sembrar el interés. Una serie de desdichadas equivocaciones. No recomendaría esta película ni a mi peor enemigo.

Creí que no iba a acabar nunca. Vaya guión para niños: diálogos tontos y sosos, situaciones increíbles, giros de guión tras otro giro apenas dos minutos después del anterior,... y encima larga. Cuando crees que por fin se va a terminar, pasa otra cosa que no se la cree ni Dios y el director consigue alargar la película otros 10 minutos. Además se pierde ese espíritu de la serie de la serie de dibujos que, no nos engañemos, así es como hemos conocido la mayoría a este personaje. En la serie se le ponía de ladrón de guante blanco bonachón, que vivía para asestar otro nuevo golpe a algún ricachón de la Costa azul. Pues bien, el que espere ese espíritu que no la vea. El que quiera ver tramas políticas ocultas, algo de brujería para niños, una pizca del peor Indiana Jones y un estilo visual demasiado pop para el Paris de principios de siglo (las gafas de sol de Lupin y su traje entallado color berenjena no se atrevería a llevarlos ni Agatha Ruiz de la Prada) que lo vea, aunque ni con esas. Iba a decir que lo mejor de la película es la fotografía, pero la verdad es que el ritmo de videoclip para una película supuestamente de época, es que no. Con el buen cine que hacen a veces los franceses no se por qué se dejan los millones en imitar a los americanos.

Jamás debí sentarme a ver esta película...
Sin duda, es el peor film que he visto en los últimos años.
Si Vigo o Truffaut levantasen la cabeza y viesen el tipo de películas que se están haciendo en su patria... Y no es que el cine francés sea malo, que ni mucho menos, el problema reside en ciertos directores y productoras que intentan imitar al cine más puramente yanki, dando como resultado esperpentos de este tipo.
En mi opinión, no se puede salvar absolutamente nada de la película. He leído críticas en las que la gente habla bien de la fotografía, pero estoy recordando una secuencia de noche con tormenta, en la que más que truenos, aquello parece una discoteca con la luz estroboscópica a tope...
Un guión sin ningún tipo de coherencia, con giros argumentales sobre otros giros, personajes insulsos, finales que nunca llegan (o peor aún, que llegan... pero no, era un falso final más), frases y conversaciones ridículas, situaciones amorosas y relaciones que no se cree nadie, etc, etc.
Por cierto, como también he leido en una crítica, yo vi la película para recordar mis viejos tiempos cuando veía al Lupin de dibujos animados. ¿Qué le ha pasado a este Lupin? Se supone que el director nos lo quiere mostrar como un personaje elegante, un ladrón de guante blanco, pero... Lupin es capaz de balancearse sobre un sacerdote y robarle un crucifijo de su báculo, pero al mismo tiempo, ¿al correr en una persecución se tropieza y se le caen todas las joyas? En fin, sin comentarios.

Me encanta este tipo de cine: tan exagerado, tan lleno de personajes misteriosos y encantadores, de romances imposibles, aventuras, traiciones... Salomé, un enamorado del folletín y del fantastique, le da lustre al género al recuperar al legendario ladrón creado por Maurice Leblanc en esta deliciosa película tan maltratada (en general) por la crítica especializada. Y no sé porqué, pues al francés la jugada le ha salido bastante redonda. No sólo ha encontrado un actor idóneo para interpretar a Lupin con la soltura y la ironía necesarias, sino también un tono narrativo y visual tan acertado como atractivo, velocidad y desparpajo típicamente americanos pero sin renunciar a un cierto toque galo que la hace todavía más disfrutable.

Eso por no hablar de los secundarios, con la perversa Scott Thomas a la cabeza. Uno de los puntos más atacados de la obra de Salomé es su supuesta farragosidad narrativa, pero yo no lo veo tan claro; la historia es nítida, y vale que llega un punto en que todo se retuerce más de lo esperado, pero ¿acaso no pasa lo mismo en cualquier folletín aventurero que se precie? Lo importante es dejarse llevar por el humor, los decorados, los trajes de época... Disfrutar cada fotograma como lo que es: puro deleite visual para espectadores criados a la sombra de Vidocq y compañía.

Lo mejor: su distinción típicamente europea.
Lo peor: algunos excesos hacia el final.

Después de ver algunas muy correctas películas francesas de acción y alto presupuesto ("Enemigo a las puertas", "El pacto de los lobos"...), esperaba es ésta, una renovación del género folletinesco, con la recreación de las aventuras del mítico ladrón de guante blanco Arsenio Lupín, creado por la pluma de Maurice Leblanc, ...Y me encuentro con esta demencial cinta, en la que el guión es absolutamente disperso, se descuidan completamente los pequeños detalles que hacen creible una película de acción, y se recrean unos personajes totalmente de opereta, confiando en las tragaderas del espectador. El resultado es bastante infumable, salvándose sólo una sólida fotografía.