Una canción de amor

Max Walker-Silverman, en ésta su ópera prima, nos regala con amor más que una canción, una historia llena de belleza. La fotografía se recrea extrayendo la delicia de los detalles de la tierra, el agua, las flores, los caminos polvorientos, bosques, montañas, nubes, estrellas..., de los paisajes de la región de Southwest Colorado, cerca de la pequeña localidad de Norwood donde el autor de la película originario de Colorado Springs se crio, y concretamente en una zona de acampada al borde del lago de Miramonte Reservoir en plena reserva natural y con la silueta omnipresente en el horizonte del característico pico Lone Cone, hermoso y solitario como el alma de los personajes de esta historia.

El escenario principal se centra en el puesto de acampada número siete al borde del lago y una caravana donde la veterana y no muy conocida actriz de teatro, cine y televisión Dale Dickey en un trabajo tan expresivo como conmovedor es la total protagonista cuyo rostro y ojos nos introducen los sentimientos sobre cada cosa del entorno natural que la rodea, las personas con las que se encuentra, y poco a poco la propia vida de su personaje Faye, su propia historia en un momento postrero de soledad y búsqueda.

Los personajes secundarios que van apareciendo en su historia son todos atractivos, especialmente Lito con mayor protagonismo que el resto e interpretado con sincera profundidad por el también veterano actor Wes Studi, que será gran parte de la película quien da la réplica a la actriz principal.

Tanto Dickey como Studi han hecho en su carrera cinematográfica papeles en películas de cine independiente, siendo quizás Studi el más conocido por un Oscar honorífico, y habiendo participado en películas bastante famosas del circuito de producción más comercial como "El último mohicano" o "Bailando con lobos". Dickey, que inició su carrera en teatro y actuó en Broadway, obtuvo algún reconocimiento por obras que interpretó en Los Ángeles y en cine ganó el premio Independent Spirit por su personaje de reparto en la película "Winter's Bone", hace aquí el que probablemente es hasta la fecha mejor papel de su carrera y por el que ya ha sido nominada o ganado algunos premios como de nuevo el Independent Spirit, Gotham y el Festival Internacional de Cine de Seatle.

La banda sonora de la película es en buena parte también protagonista, con temas esencialmente folk cuya música y letra ayudan a envolver a los personajes y lo que sienten, y que en alguna bonita escena los propios protagonistas cantan mientras tocan la guitarra sentados fuera de la caravana aguardando a que el sol se ponga en la otra orilla, como siempre se pone en nuestras propias vidas.

Mención aparte merece por supuesto el hasta la fecha totalmente desconocido director y escritor de la película, que con este primer largometraje ha obtenido buenas críticas y reconocimiento también en los circuitos del cine indie, y que en mi opinión merecería darse más a conocer pues es una de esas pequeñas joyas que vale mucho la pena ser vista. Un filme tratado con cariño, pausado, donde el contenido está en los sentimientos, en la contemplación más que en la acción. Un introspectivo y emotivo retrato de la melancólica belleza de la soledad.

"No question why
You just slip slide on
Slip slide on by"

Una canción de amor es una película preciosa.
Max Walker-Silverman debuta en la dirección con una historia preciosa, que se ha comparado con Nomadland, pero resulta mucho más cercana y realista. Al final, es una historia de amistad entre Lito y Faye, de amor perdido, de amor quizás también reencontrado, y de la soledad buscada que se entremezcla con la impuesta en los desérticos paisajes de Estados Unidos. Maravilloso también el protagonismo de una excelente Dale Dickey, casi siempre secundaria y aquí presente en el casi 100% de los planos, y de Wes Studi, el actor nativo americano quizás más conocido y reputado, gracias a Bailando con lobos, El último mohicano o Geronimo.
Una película encantadora, preciosa, como hemos dicho, y que hace de la sencillez y lo cotidiano su mejor arma. Véanla si pueden, porque no se arrepentirán.

Lo mejor: La pareja protagonista y su desbordante sencillez y realismo.
Lo peor: Nada realmente. Es lo que es.

Minimalista y absolutamente independiente título del cine USA, ajeno a toda la corriente mayorista y mercantilista por la que circula en aquellos lares el cine. En consecuencia es muy modesta pero bien apreciable en su sencillez: dos novios de la infancia, ahora viudos, deciden reencontrarse a orillas de un lago en una deshabitada zona rural. Amor otoñal, soledad, rutinas. Un título válido y bien curioso.

El cine producido en EE.UU. es también éste.

De tarde en tarde surgen pequeños tesoros que sacuden los estereotipos que tenemos en mente como el cine "americano" y hacen tambalearse algunos esquemas preconcebidos de él.

Lejos de focos, alfombras, decorados, vestuario y "glamour", puede haber también arte y el arte está en lo que se cuenta y como se cuenta. Teniendo en cuenta que tanto el guion como la dirección pertenecen a un cineasta de nueva generación.

Y para mí, esta es una obra de arte; más aún si tenemos un resultado que parece hecho a base de remiendos de retales cosidos con manos de artesano. Con un presupuesto de lo mas recortado, quitando gastos de aquí y de allá, tenemos una película de lo más luminosa, donde la interpretación, la luz, la música y el paisaje hacen de un guion esquemático una obra más que interesante.

Y esta obra tiene, para mi, una gran virtud: no es tanto lo que dice, sino lo que no dice y hace que el espectador le ponga lo que no dice. Pónganle "lo que le falta" cuando la vean.

Una ópera prima modesta sobre una mujer (Dale Dickey) que pasa unos días a a orilla de un lago disfrutando de pequeños detalles que la hacen sonreír mientras espera a alguien.

La paleta de colores tiene amarillos, ocres, verdes, azules, y el color impregna la fotografía de una gran belleza natural en casi todo momento.
Es un trabajo sutil, que va acumulando pequeños detalles uno junto a otro para formar algo más grande, procurando capturar una impresión honesta, y lo consigue.

Su tono es amable en parte y melancólico en otro y están bien llevados, en la primera obra de un autor con buena proyección, sensibilidad, y al que seguro le seguirán la pista desde todos los círculos independientes.
Muestra en papeles distintos tanto a Dale Dickey como a Wes Studi, que habían tenido papeles secundarios muy potentes e importantes en sus carreras, pero que no habían disfrutado del protagonismo absoluto (en el caso de Dickey) o de personajes con el corazón tan abierto (en el caso de ambos), y está obra les aporta otro registro.

Es una obra sobre la soledad, y en ella gestiona atisbos y anhelos románticos con mayor o menor acierto, pero la sencillez de esta canción de amor sobre corazones solitarios supone una gran carta de presentación.