Boogeyman, la puerta del miedo

Da un poco igual hablar de la leyenda del boogeyman, el coco o el hombre del saco, como en el fondo intentar justificar una película tan absolutamente idiota como “Boogeyman, la puerta del miedo”. No es que sea otra más es que, simplemente, no tiene ninguna clase de consistencia.
Eso sí, la venden bien: producida por Sam Raimi, banda sonora de Joseph LoDuca y el director de “Get Carter” ¿¡!?

Salir del armario puede ser traumático, en esta película el protagonista debería quedar encerrado junto con las anteriores responsables y el espectador tirar la llave a un pozo sin fondo. Stephen T. Kay, en efecto, nada entre la nada y el efecto.
Para el resto de mortales la divertidísima “El monstruo del armario” de la siempre incombustible factoría Troma.

Hay películas que tienen una pinta cojonuda en el trailer y cuando la estás viendo te das cuenta de que es más bien mediocre tirando a pobre. Creo que no es defecto de la película sino más bien mérito del tipo que monta el trailer; vamos, que uno de estos le hace un trailer a Bea la fea, o como se llame la novela del antena 3, y casi soy capaz de verla.

Pues Boogeyman es de esas. Pero una vez comenzada la película ves un guión muy simple; unos recursos para justificar los fenómenos paranormales muy poco trabajados. Prácticamente la película son dos o tres buenas ideas sueltas con un relleno bastante tonto. Este tipo de películas, que se suponen de terror no terminan de cuajar (como "En la oscuridad", otra que es para echar de comer aparte).

No voy a decir que más que miedo me harté de reír, como suelo leer mucho por aquí en las de terror; porque sinceramente, no veo yo la gracia a churros de estos. Que alguien me explique en que momento del metraje se retuercen víctimas de las abundantes carcajadas.

En definitiva; película que aunque no aburre excesivamente tampoco llega a convencer en ningún momento.

Nota. Mis felicitaciones al que montó el trailer; qué manera de sacar chicha de donde no hay!

Palabras de Homero Simpson con fines chistosos.En aquella ocasión no existía tal ser ni pretendían llevarlo al terreno concreto. Sin embargo pocos años después a un tal Kay se le prende esa lamparita interna de la inspiración y decide jugársela como kamikase con mucho tiempo libre.

Determinados elementos salvan a esta peli del bochorno y la verguenza ajena. Paso a enumerar las, contadas, virtudes: la idea del hombre de la bolsa como una reminiscencia de la infancia del protagonista es acertada. Aún contando él con varios años podemos enfocar la peli como una suerte de desquite o de desengaño hacia algo que supo estar, ser temido y no desaparecer de todo con el tiempo. El prota se encuentra con sus miedos no resueltos de la infancia, esto no es ultra original pero sirve como propuesta movilizadora.
El otro punto a favor, y este es importante, es esa disfunción del espacio/tiempo que se produce en el estado del personaje: un ambiente onírico en donde las puertas nunca dan al mismo sitio y en donde las ventanas parecen querer señalar el afuera, pero siempre teniendo en cuenta ese exterior que no se aleja de lo más mental y psíquico del prota.

Pero esta peli tiene un cuatro y no pretendo salvarla, equivaldría a ser cómplice de un asesinato. Allí donde elogié la fuente que da vida a la peli, el hombre de la bolsa, vale decir que como elemento terrorífico la elección de esta criatura es decabellada por tratarse de un cuento infantil del que todo adulto se desprende tarde o temprano. No habló del ratón Perez, que puede ser una pieza de oro como para hacer una peli, y ya existe, para los pibes maravillados por ver a su ídolo llevado a la gran pantalla. La puerta del miedo es una clara obra de terror para no menores de 18...¿quién va a registrar el producto como algo íntimo, personal y seductor?
Segundo error: podés amagar una, dos, tres, cuatro veces para generar el suspenso pero no podés emplear este recurso como la matríz de la película: vive de amagues. Algo está por pasar y no pasa, así, siempre. La tolerancia del espectador no ha sido tenida en cuenta.
Por último: cuando finalmente ocurre lo que ocurre, después de 27 amagadas intercaladas en 40 minutos cualquier desenlace sonará a final barato. Y lo peor de todo es que aún obviando esos amagues ya comentados el desenlace sigue teniendo ese mismo sabor.

Pues no se les ocurre nada mejor a los americanos para dar miedo al respetable que echar mano del coco de toda la vida (¿cuándo llegará el hombre del saco?), ese que aguarda agazapado en el interior de los armarios a que los niños se duerman para incordiarlos y que luego no puedan pegar ojo en toda la noche. Por supuesto la película, mala a rabiar, produce tanta inquietud como ese montón de ropa usada que, imaginación mediante, puede llegar a convertirse en un monstruito de aviesas intenciones.
La dirección es rimbombante y efectista, los actores rozan la mediocridad más absoluta, el argumento es una chorrada como una catedral y el guión se lo debieron dejar olvidado en alguna parte mientras rodaban (si es que alguien se molestó en escribirlo). Al menos tienen la suficiente inteligencia de reservar la aparición del bicho malo hasta casi el final del film. Es tan sumamente patético y chapucero que de hacerlo antes provocaría deserciones a solo media hora de comenzar el despropósito.
Se la recomiendo a los niños que no puedan dormir por miedo a que los atrape el monstruo del armario. Después de verla seguro que se atreven a retarlo a un duelo al amanecer.

En uno de mis arrebatos por tratar de encontrar un film de terror psicológico decente llegó hasta mis oídos el estreno de una película que prometía: "Boogeyman, la puerta del miedo".

Tras salir de la sala que la proyectaba llegué a la conclusión de que era otra producción hollywoodiense con unos efectos visualmente muy atractivos pero sin conseguir la meta del propio filme, que es dar miedo.

En la práctica es una digievolución consituída por el coco, el hombre del saco y los monstruos del armario y de debajo de la cama. Tan sólo consigue asustar al espectador con el viejo truco de las apariciones repentinas y la subida del volumen de la música (también conocido como "efecto ¡CHAN CHAN!").

En resumen,

Efectos visuales: Notable
Interpretación: Aceptable
Escenarios: Bien
Argumento y desarrollo: Increíblemente estúpido

EL filme entretiene. Poco más.