Guinea Pig 4: Devil Woman Doctor

Lo primero a destacar es que extrañamente y para romper con la tradición, creo que es la única de la saga que consta de un actor… Un actor de verdad. “Devil Woman Doctor” supone el debut (travestido) de un joven Mitsuru Fukikoshi, a quién por ejemplo se le podrá ver en el Festival De Sitges de este año, concretamente en una propuesta japonesa llamada “Cold Fish”. Ésta es la última de un total de 58 trabajos entre los que se incluyen “Samurai Fiction” o “Kabei: Our Mother”.

Fukikoshi está muy decente en su papel de doctor travestido sin título ninguno que se dedica a ¿resolver? extrañísimas enfermedades. Cuando leí, hace muchos años, el catálogo de casos a tratar, pensé que podía dar para una comedia atípica, freak y divertida. En esto último me equivoque gravemente.

En esta se acabó lo que se daba. Aunque se venda junto al resto de la saga, pierde totalmente la seña de identidad de la misma: el gore. “Devil Woman Doctor” es más bien un intento de comedia con algo de sangre y efectos verdaderamente pésimos (desligándose así de el único factor notable que mantienen todas sus hermanas). Incluso se nota en demasía que el presupuesto de este film es el menor de los seis mediometrajes, cosa que es mucho decir. Juro que por momentos no podía creer lo que estaba viendo.

Dentro de los pasajes, los hay de todo tipo, todos extremadamente ridículos, eso sí. Los hay curiosos, cortos, largos, visibles, soporíferos e incluso uno de ellos intenta, sin éxito, dar un toque ¿dramático? (este caso es sin ninguna duda el más largo, más tedioso y también el que más diálogos abarca). Todo ello hace una propuesta homogénea en contenido y calidad pero irregular en lo que entretenimiento se refiere.

Una propuesta fallida de dar a la serie un toque más humorístico aún que su más cercana antecesora (“He Never Dies”) y hacerla más accesible a otro tipo de público. Objetivamente, la peor de la saga.

Nos vamos modernizando.
Travesti chunga donde las haya sigue los dictámenes de la saga y tortura y descuartiza a todo aquel que cae en sus manos.
Una cutrada de dimensiones galácticas, aunque al menos se va abandonando el tufo de falso documental que engañó a unos cuantos.
Tiene algún punto en que no sabes si reirte, vomitar o apagar el ordenador.
Ojalá hubiera optado por la tercera, pero no...

Cuarto capítulo de la irregular saga "Guinea Pig", constituida por películas dirigidas por directores distintos, temáticas distintas y géneros distintos, que no guardan relación entre sí salvo la segunda y la quinta.
Como la tercera, "Guinea Pig" daba la impresión de haberse descarriado, de haber renunciado al molde original de las torturas y el pseudo-snuff para convertirse en comedia.
Reciben el título "Guinea Pig" (conejillo de indias en inglés) porque lo único que supuestamente guardan en común es que en ellas se describen experimentos con humanos. Atributo que abandonaron tanto la tercera como la cuarta película, porque no se muestra nada relacionado dentro de ese repertorio de escenas cómicas.

En este cuarto mediometraje vemos a un doctor travestido mostrándonos casos de pacientes con enfermedades y dolencias extrañas, y cómo intenta curarles con sus métodos poco ortodoxos.
Es la primera vez en la saga que utilizan actores conocidos como Mitsuru Fukikoshi, que es el que hace de trasvesti, y Naoto Takenaka en una breve aparición. A su vez es la película de la saga con más actores.

Me recordó ligeramente a las dos primeras "Guinea Pig" en cómo nos presenta cada caso, con viñetas mostrando los casos numerados e intervenciones de la doctora explicándonos la situación de los pacientes, por lo que tiene un toque autoparódico. Hay algo de gore pero es muy cutre, con efectos muy malos y trozos de piel evidentemente falsos (pedazos de plástico con pintura simulando ser sangre), pero se le perdona al ser una película que trata de ser cómica, lo que implica que no se iban a esmerar en hacer gore de calidad.

Encontré algunos casos graciosos y en esos breves cincuenta y dos minutos la doctora " diabólica" me pareció simpática, sin llegar a ser repelente, como pasa en muchas comedias en las que alguno de los personajes principales acaba chirriando o empalagando. En este caso no tuve la impresión de que sobrecaricaturizaran a la doctora, que además protagoniza los momentos más divertidos (y los únicos divertidos) del mediometraje.
Sin embargo, quitando alguna que otra sonrisilla asilada provocada por las ocurrencias de la doctora, me dio la impresión de que ciertas historias y casos sobraban como el de la mascota en el metro y el de la carne humana, porque no aportan absolutamente nada de humor ni tienen que ver con los extraños casos que atiende la doctora.

Desde mi punto de vista, el camino que tomó la saga a partir de la tercera película sólo consiguió perjudicarla. Viendo la tercera y la cuarta te olvidas de lo que significó realmente "Guinea Pig" y el propósito inicial, que era el de mostrar torturas y asesinatos que pareciesen reales, con mucha calidad y violencia gráfica, por lo que nunca dejará de sorprenderme cómo pudo pasar la saga hacer ese cambio tan radical. Pasando del realismo y la seriedad "mockumentary" a la comedia absurda y chapucera.

Concluyendo, esta cuarta parte me ha parecido aburrida salvo esos momentos simpáticos de la doctora, y se me hace imposible darle más puntuación por haberse desviado tanto de la esencia de las dos primeras películas. En ningún momento "Guinea Pig" debió convertirse en una comedia y trastocar esas buenas ideas originales.

La peor de todas, con mucha, mucha diferencia y en más de un sentido.

En esta ocasión, nos encontramos una peli que se mueve entre lo puramente cómico y el humor negro, con un presupuesto prácticamente nulo, y en donde el gore brilla por su ausencia.

Sí, hay sangre, pero son todo escenas que pretenden hacer más gracia que otra cosa (y tampoco lo consiguen, vaya). Se mueven entre el humor absurdo y las escenas tontas, directamente, dándote la sensación de que estás perdiendo el tiempo totalmente. Menos mal que no dura mucho.

Un travesti con el peinado de Marge Simpson hecho por el peluquero de los Poison que ejerce de cirujano "amateur" y va arreglando enfermedades imposibles con métodos poco ortodoxos que suelen incluir la amputación de alguna parte de la anatomía de sus "pacientes". Actuaciones indescriptibles, humor estrafalario, gore de peseta y media, y un aire a versión experimental del "Humor amarillo" son los ingredientes de este despropósito.

Le doy un 3 porque el travesti, además de dar decentemente el pego, es lo más parecido a un actor profesional que se ha visto en la saga.

Pero con eso no llega para que pueda recomendarla.