Hwarang: The Beginning (Serie de TV)

A medida que se van viendo más series coreanas, creo que más se notan los fallos o hándicaps de este tipo de productos. «Hwarang» es mi segunda serie de género histórico y de nuevo ha sido un rollo estratosférico.

Un problema que me encuentro habitualmente es la falta de cohesión en los guiones. Vamos a ver: si un personaje cuenta historias al principio de la serie, ¿cómo se va a hacer a la mitad médico, porque sí?; gente que se enamora de un momento al siguiente, sin que hayamos visto nada hasta entonces; nos hacemos los muy malos en el primer capítulo pero al segundo vamos de buen rollito… Por favor, coherencia. Pensad antes de escribir, no improviśeis para querer dar la sorpresa o a vuestra conveniencia.

La historia tiene un planteamiento que nos puede recordar a mi mítico y amado «City Hunter», porque de alguna manera todo lo que sea hermano-hermana-héroe, nos va a recordar a la obra de Tsukasa Hojo. Sin embargo, es solo de pasada, obvio. En «Hwarang» encontramos intrigas políticas, romance, algo de humor, acción y drama, es decir, todo lo que se puede meter en una serie. Realmente, nada funciona como corresponde.

El romance no tiene ningún tipo de aliciente, y eso es muy común en los doramas pese a lo contradictorio que parezca. Las parejas pueden ser bonitas, tiernas, correctas, pero es difícil encontrar un amor que se sienta sincero, que se construya con pasión. La trama del rey se alarga demasiado y el conflicto principal entre el rey y el protagonista se basa en una mera confusión, en no hablar ni pensar. Personajes desaprovechados como el de Ryu, mi favorito; villanas por las que tenemos que sentir ternura y compasión, lo que es una inmoralidad manifiesta; muertes metidas con calzador para que la gente llore; una escuela donde no se aprende nada y unos chicos elegidos por sus altas cualidades y belleza… que son estúpidos y añado que abiertamente feos.

Un aburrimiento.