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Air City

Ciencia ficción Historia ambientada en Siberia; la policía soviética intenta evitar que espías japoneses se infiltren en la construcción de un nueva ciudad aeroportuaria. La película se realizó cuando la censura cinematográfica estaba en su máximo apogeo, sin embargo, logró pasar los controles ya que el tema principal era el desarrollo y la defensa del Extremo Oriente soviético. (FILMAFFINITY)
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Críticas ordenadas por utilidad
6 de enero de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aerograd es una película extraña. Tanto en Filmaffinity como en IMBD la película está calificada como Ciencia ficción, aunque el argumento se parece más bien a una película arquetípica del cine soviético de los años treinta. Y Como no podía ser de otra manera en el cine soviético de este período (una vez muerto Lenin y con el férreo mandato de Stalin) la película cumple unas expectativas políticas en todo momento. Pero también encontramos imágenes muy poéticas (incluso discursos a cámaras) que nos hablan de una singularidad artística muy interesante detrás.

La obra se adentra en la construcción de un nuevo aeropuerto, que tendrá lugar en la Rusa Oriental. Sin embargo, los japoneses no están dispuestos a que se culmine dicho proyecto, con lo que intentarán sabotear dicho aeropuerto a lo largo de la película (no deja de ser una metáfora de los supuestos países capitalistas que impiden el desarrollo económico del comunismo). Además la obra se ambienta en un paraje curioso, en aquellas aldeas tan aisladas del centro ideológico de Moscú, donde la población es básicamente urbana y en algunos casos sigue creyendo en un sincretismo religioso curioso.

Sin duda el mensaje político está ahí, y es el que permitió que la película de Aleksandr Dovzhenko fuera aceptada por la censura (con la que tuvo problemas). El guión se anticipa al conflicto japonés con quien la Unión Soviética iba a mantener disputas durante la segunda guerra mundial por el control del territorio y de influencias y por otra parte la obra intenta mostrar parte del mensaje oficial que el gobierno de Stalin tenía hacía las partes del territorio más oriental, donde el comunismo aún no se había acabado de imponer del todo, y donde las etnias propias tenían un peso aún importante. Por este motivo se utiliza el ataque a la religión, que queda retratada mayormente como una superchería que debe ser abandonada. Y como viene siendo habitual desde las películas de Eisenstein, el colectivo siempre aparece retratado con un gran interés. Eso sí, también hay una parte Freak dentro de la película, que incluye sectas religiosas e incluso samuráis que luchan con espada en mano, ¿Cliché o guiño?

Ahora bien, el guión de la película es casi indescifrable, básicamente porque la estructura está muy mal concebida. Casi es imposible de seguir el argumento de la película y al espectador le cuesta ubicar personajes y escenarios. Poco ayuda en este sentido un montaje agarrotado que desvela muy poco sobre lo que estamos viendo.

Y es que sin duda, no estamos ante la mejor película de Aleksandr Dovzhenko. Es cierto que hay escenas aisladas de un grandísimo nivel, pero en líneas generales la película decepciona tremendamente. Si ya hemos comentado que el guión adolece de una arritmia que impide ver algo más allá del folklorismo oriental que representa la película, tampoco encontramos ningún momento de clímax en la película. Si sigue la estela del director, con una poética lírica bastante inapropiada del cine soviético mayoritario, pero no encontramos parangón como por ejemplo con Tierra (1930) otra película del mismo Dovzhenko.

El trabajo de Eduard Tisse el más famoso fotógrafo de Eisenstein se nota para bien en la película. Junto con el talento del director, son los que más belleza imprimen en la película, con secuencias muy propias de Dovzhenko, como los hipnóticos créditos iniciales con los que se abre la película. Las múltiples escenas de aeronaves que surcan el cielo de Siberia, acompañadas de la magnífica música (paréntesis, ¿realmente hay una canción coral mejor que las soviéticas?) que es capaz de envalentonar al más pusilánime, así como las líricas postales que nos envía el director mediante estas cámaras aéreas.

Por otra parte, en un momento de acción de la película, cuando los aviones se avecinan a realizar sus piruetas, el director realiza un efecto muy interesante y que en la actualidad se utiliza de manera reiterativa. Cuando el avión baja en picado, aparte de escuchar el sonido del motor del aeroplano, también podemos escuchar una música que acompaña a este descenso, y que parece estar sacada de sintetizadores electrónicos (aunque seguramente es música de cuerda). Sin duda el efecto que es capaz de crear es lo más singular que uno ha visto en mucho tiempo. Tétrico y emocionante a la vez.

Las múltiples localizaciones que aparecen en la película, las imágenes aéreas…Sin duda nos hablan de una película que debió tener un trabajo inmenso detrás, que lastimosamente Dovzhenko no ha sido capaz de culminar a la perfección.

http://neokunst.wordpress.com/2014/01/06/aerograd-1935/
Kyrios
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