Django y Sartana

Una de las películas más infames que uno recuerda haber visto, lo cierto es que este 'spaguetti' es de los que dieron mala fama al género. No hay en él guión digno de tal nombre, ni ritmo, ni interés alguno. Y deseas que pasen los minutos para que acabe al fin el suplicio.

Ningún personaje tiene la menor entidad en esta historia vacía en que unos supuestos Django (Jack Betts) y Sartana (Franco Borelli) deambulan entre desmontes y por separado para rescatar a una chica (Simoetta Vitelli) capturada por una banda de forajidos encabezada por un tipo (Gordon Mitchell) que está como una chota y que juega al póker consigo mismo delante de un espejo.

Y lo peor es que la película es soporífera. Hasta que Django y Sartana se ven por primera vez, lo que sucede en el miinuto 40, salvo el torpemente rodado secuestro de la chica, no pasa absolutamente nada, salvo una soporífera partida de póker sin gracia alguna. Porque uno no sabe que es lo que la película pretende aparte de exhibir la violencia ya tópica en los 'spaguettis', tipos que mueren pegando un brinco cuando se les dispara, como si fueran caballos. Y, eso sí, muchas cabalgadas de un lado a otro para llenar minutos.

Ni siquiera la música de la banda sonora, machacona y ramplona a más no poder, guarda la más mínima adecuación con el montaje o con la acción de cada momento.

No hay por donde cogerla.