El corazón de Jesús

Un empleado ya entrado en algunos años, recibe la noticia de que tiene una grave enfermedad. Por fin, descubre que un homónimo suyo es el verdadero destinatario del diagnóstico. Entretanto, un ejecutivo donde está asegurado, sospechando un fraude de parte del presunto enfermo, se dedica a indagar sobre la real motivo de la internación de este falso paciente. Allí comienzan una serie de maniobras de ribete novelesco, por parte del protagonista, por no ser descubierto durante la ávida inquisición del funcionario. Con cierta calidez, un ritmo razonable, se despliega la escena narrada y con actuaciones que están a tono con el guión. Recomendable.

Primero que nada es una buena película para conocer más a fondo el cine latinoamericano.
La historia (contada en capítulos) es al menos interesante, cuenta la historia en forma de poema o canción lo que la hace muy llamativa y en cierta forma innovadora.
Cada capítulo es presentado por Serrano con una canción (fantástica voz).
El relato es tristísimo al igual que la maravillosa banda sonora que acompaña perfectamente a Mendieta, éste último muy bien interpretando a un hombre que de repente se ve abandonado por la vida misma y sin saber que hacer.
La película tiene cierto aire (salvando todas las diferencias) a "One flew over the Cuckoo's nest", el problema es que nunca se terminan de desarrollar las relaciones entre los pacientes de la clínica y el protagonista.
Es importante prestar atención a las canciones de Serrano, ya que representan de forma lírica los sentimientos del protagonista.

Lo mejor: la banda sonora.
Lo peor: los personajes secundarios están muy desdibujados.

La película de Marcos Loayza, de 2003, es entre toda la producción nacional de los 2000, la de mayor calidad, sin fallas técnicas, pulcritud fotográfica, y la de mejor historia argumental.
Jesús Martinez ("Cacho" Mendieta) es el paceño arquetípico, renegón, mañudo, escueto al expresarse, a la vez sensible y ocurrente.
Jesús, que de él es el corazón enfermo, es un burócrata de mediano rango, que se encuentra en una etapa de su vida en la que lo cotidiano y rutinario lo abarcan todo; un ataque al corazón lo aisla de la estructura lineal en la que se encontraba su vida matrimonio-trabajo-supervivencia y, ante el sistema que se le ha volcado en contra (es deudor de una gran suma de dinero por no haber procedido según lo suscrito con la compañía aseguradora), se ve obligado a mentir para salir bien librado de la máquina burocrática que practicamente lo condenaría a ser un deudor perpetuo del hospital donde fué atendido.
El epílogo deja una sensación ambigua por lo incierto del futuro de Jesús Martinez, y una primera conclusión en la que parece ser que el hombre para no dejarse triturar por el sistema (hostil y despiadado con sus víctimas) debiera optar por el camino de la despersonalización y aún así, tampoco consigue su libertad, sino que simplemente sustituye sus lazos para con el orden establecido, ya que munido de una nueva identidad tendrá que lidiar nuevamente con la omnipresente sociedad.

Curiosa historia de un hombre estafado por el seguro médico y que toma revancha, revancha que hará que conviva en una sala de enfermos terminales aportándoles cierta distracción de sus tristes enfermedades.

La historia carece de algo que la haga una buena película, a mi entender su manera de exponerla, siendo bastante correcta, no transmite la suficiente emoción al espectador.

Los cortes que hay en los que canta una persona acompañado de su guitarra me parecen superfluos, la música y el canto podrían haberse integrado directamente a las imágenes de la cinta.

Uno termina de verla con un sabor amargo.