Crónica de una fuga

Lugo de alcanzar el éxito con series como "Tumberos" o de películas como "Un oso rojo" el director uruguayo/argentino Israel Adrián Caetano vuelve al ruedo con "Crónica de una fuga", competidora en la selección oficial de Cannes.

La historia es sencilla, pero por eso no deja de ser compleja: acusados de participar en la guerrilla varios hombres son capturados y llevados a una vieja casona para interrogarlos. Luego de tantas torturas, los cuatro secuestrados que aún quedan en la Mansión Seré deciden buscar la manera de escaparse y por supuesto lo logran...pero ¿hasta donde?

La dictadura no es solo el trasfondo de la película es todo su esqueleto, muestra la dictadura militar tal como fue en los países de América Latina a diferencia, por ejemplo, de la chilena Machuca en donde la dictadura era el lugar en donde sucedían los demás acontecimientos.

Los horrores de la dictadura se muestran con un encuadre distinto, el director nos hace colocarnos en el papel de los torturados y no del torturador, nos hace partícipes, pero a pesar de eso no pierde la objetividad.

Rodrigo De la Serna, luego de la fantástica Diarios de Motocicleta, sorprende con una muy buena actuación que de la mano con Nazareno Casero se comen todo el filme.

Crónica de una fuga nos queda como un legado de nuestra historia en general y de nuestra historia más negra en particular, por supuesto esta película abrirá caminos para explorar estos temas dolorosos y exponerlos de una forma inteligente.

He escuchado que el director/guionista ha comprado los derechos de la novela documental "La fuga de Punta Carretas" sobre la dictadura uruguaya para transformarla en su próxima película por lo cual parece que Caetano mantendrá su línea.

La espero con ansías, por demás gracias por hacerme ver lo que no viví...

Crónica de una fuga es de esas películas que acercan al espectador internacional, a hechos reales llenos de ingratitud e injusticia, sufridos por miles de personas que a la fecha exigen cárcel para los tiranos responsables del derramamiento de sangre y lágrimas.

La incomodidad de muchos sucesos de represión en Hispano América y España, hacen que estos sean borrados si menor duda de los libros de texto con los que “aprendimos historia”, pero que el dolor y la indignación tan profunda de los sobrevivientes a esas circunstancias, relatan el horror, inevitable a más de 30 años del suceso. El derrocamiento de Salvador Allende, el movimiento de lucha social del Che Guevara y Fidel Castro, la guerra civil española, la represión en argentina e incluso el movimiento estudiantil del 68 en México y otros países, son sucesos ignorados por la mayoría y que comenzamos a conocer en determinada etapa de nuestra formación de manera insuficiente.

La alineación de los sistemas educativos hace evidente una manipulación de la historia, de lo que se debe contar e ignorar. Por fortuna el cine tiene muchas corrientes, las alienadas y las independientes, las cuales sacan a la luz historias escalofriantes, que por desgracia no se quedan en hipótesis y se apegan a vivencias reales llenas de dolor.

Crónica de una fuga, es una muestra desgarradora de ese sufrimiento; donde el protagonista se ve envuelto en un contexto ignorado por él, al cual tendrá que adentrarse con desconcierto, angustia y una leve esperanza. El argumento de inicio atrapará nuestra atención, en combinación con el ambiente indecoroso donde se desarrolla la mayor parte de la película: la Mansión Seré. Las interpretaciones de Rodrigo de la Serna y Pablo Echarri, son convincentes, te mantienen en tensión y nerviosismo; el guión muestra una crudeza, sin caer en lo explicito, lo que hace un filme balanceado, digno de competencia en festivales de elite y calidad.

El cine argentino expone sus obras y demuestra que cada película producida en este tiempo se caracteriza por una calidad inminente. Sin afán de comparación, el trabajo dirigido por Adrián Caetano supera a otras producciones de temática similar.

O Efectismo vs. Realismo.

El propio Claudio Tamburrini relató en su libro “Pase libre” su arresto, secuestro, reclusión en una mansión y todo tipo de penurias que tuvo que sufrir por parte de sus torturadores. Era inocente aunque eso poco importaba en ese instante si estabas en el momento y lugar equivocados. Y ese punto de partida, como el tono que elige Adrián Caetano respaldada por esa cámara al hombro tan propicia por el docudrama, supone uno de los elementos más interesantes del filme: en el fondo no hay demasiada diferencia entre los horrores que prefiere no mostrar “Crónica de una fuga”, con esas agradecidas e inteligentes elipsis, frente a las primeras películas de Wes Craven o Tobe Hooper. La diferencia que suele separa la realidad de la ficción. Lo creíble y realista frente a los efectismos tan propios del género.

Aunque esa supuesta credibilidad, que se centra más en el terror psicológico que en recrear las torturas beneficiándose del socorrido splatter (véase “Hostel” y similares), se quiebra con una banda sonora efectista y mediocre, más acorde con la serie B, y que la realidad no sea tan agradecida y reconfortante para el espectador como suele ocurrir en las películas de género. Que por un instante a esas víctimas no se les ocurriese la posibilidad de regresar al horror para convertirse en ejecutores de sus verdugos.

Ante semejante indignación me quedo con esta declaración de los verdaderos protagonistas del filme: “Nosotros sobrevivimos pero treinta mil personas no se pudieron escapar y hoy siguen desaparecidas. La película es un homenaje para todos ellos.” Si “Crónica de una fuga” hubiese pescado algún premio en la desangelada sección oficial de Cannes 2006 el homenaje seguro que hubiese sido mayor.

"Crónica de una fuga" no explica las causas de la dictadura ni se extiende en explicar el origen de los personajes, es sencillamente un alegato contra la tortura disfrazado de cine de fugas. Desde el principio se siente verdadero asco hacia esas alimañas que ocupan uno de los puestos de honor en el ranking de la escoria humana: los policías secretos que desempeñan el trabajo sucio de los regímenes totalitarios.

No es particularmente explícita en sus imágenes, pero consigue revolver el estómago. Sin llegar a los niveles de ensañamiento de Michael Haneke, dedica demasiado metraje al cautiverio y las torturas, sin que haya una razón clara para ello.

Es la clase de película que busca poner al espectador contra las cuerdas de su propia moralidad, porque uno no puede dejar de desear todo el rato que alguno de los prisioneros consiga vengarse. La realidad es más dura que eso, y escapar del infierno ya era una utopía. 30.000 personas ni siquiera pudieron contar una historia como ésta, que es lo verdaderamente terrible.

El aspecto formal demuestra la cada vez mayor madurez del cine argentino. La puesta en escena es sencilla pero la fotografía está muy cuidada y Adrián Caetano rueda con mucho nervio. Todo el reparto, víctimas y verdugos, da el pego con convicción.

La peli va reptando lentamente entre la velada tortura y los miedos de los secuestrados hasta el momento de la fuga, entonces la peli se vuelve de una tensión y un suspense que compensa de sobra el resto. Son solo 15 minutos pero valen la pena. En el cine argentino, incrustado en la ironia y el artificio, hacia falta un momento como este, aunque solo sea un momento.