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El fantasma de Canterville

Comedia. Fantástico En 1644, el señor de Canterville condena a su hijo a ser emparedado por traicionar el honor de la familia. Desde entonces su fantasma vaga por el castillo. Trescientos años después, durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), una compañía de infantería americana se aloja en el castillo y se dedica a hacer todo tipo de gamberradas al fantasma. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
19 de junio de 2008
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre comedia terrorífica y terror cómico me quedo con lo de película familiar de domingo por la tarde, con lady marisolera a la inglesa y Laughton incluido, lo cual ya garantiza cuando menos el aprobado en la nota final. Porque de terror, rien de rien, y de comedia... pongamos algunas sonrisas. Que no se preocupe nadie, el riesgo de descoyuntamiento máxilo-facial por desternillamiento es claramente inexistente. Pero, por favor, no me interpreten mal...

La película de Jules Dassin cumple con lo que pretende, es decir, entretiene a un público harto de complicaciones y falto de cosas sencillas. No pidamos al film aquello que no tiene, suspense, intriga, seriedad, terror, etc., ni siquiera la más leve inquietud, porque nunca nos lo dará. Pero si le pedimos una excelente interpretación de Charles Laughton, la tendremos. Si queremos niñas-lady-prodigio, las encontraremos. Y si nos place la presencia de Una O,Connor pues nuestra felicidad será practicamente completa.

¿Que más dará que el fantasma sea ridículo? ¿Que más dará que los soldados prefieran las individuales notas de un boogie boogie, excepcional por cierto, a bailar pegados con la sección femenina británica? ¿O que la peligrosísima bomba parezca de material super resistente, antichoques y casi sumergible?. La cosa entretiene. Y hasta el fantasma, ectoplasma incluido, nos resulta entrañable. ¿Verdad? Pues tómenlo así. Casi siempre la felicidad está en saber valorar las cosas, especialmente las insignificantes y pequeñas. Mírenlo por ese lado...
FATHER CAPRIO
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9 de septiembre de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras cumplía sus labores como director de la revista The woman’s world, el escritor Oscar Wilde seguía sacando tiempo para escribir los cuentos que, por entonces, tanto lo atraían. Y en el segundo semestre de 1887, publicaría dos textos muy atractivos: El crimen de Lord Arthur Saville y El fantasma de Canterville que, como todo lo que venía escribiendo, fueron muy bien acogidos.

A Jules Dassin -el notable director estadounidense quien, por entonces, sembraba sus primeros pinitos- también le gustaba mucho Oscar Wilde, y hallándose la Segunda Guerra Mundial en su punto más álgido, decidió hacer esta versión muy libre de “EL FANTASMA DE CANTERVILLE”, que servía para dar valor a todos aquellos soldados que aún tuviesen irreprimibles temores ante el enemigo.

No es difícil deducir, que la idea pudo tener lugar tras el éxito obtenido por Charles Laughton en su película del año anterior, “Esta tierra es mía”, donde representaba a un tímido y temeroso profesor que entra en crisis ante cualquier estruendo, pero que luego se verá abocado a sacar valor de donde “no lo tiene”. Sin duda, el temor a las bombas y a la misma muerte, era uno de los grandes males que exudaban los soldados cada vez que un pelotón era llamado para ir al frente a dar cara a sus enemigos (y de esto tampoco estuvieron exentos los norteamericanos), por tanto, cualquier refuerzo que se hiciera para espantar estos males, recibía la más plena bienvenida… pues, durante aquel atroz conflicto bélico, aliento y fortaleza eran cosas tan vitales como el agua o la metralla.

El guionista, Edwin Harvey Blum, borra entonces de un brochazo a la familia Otis (padre y madre, dos gemelos, y una linda quinceañera llamada Virginia que, en el cuento de Wilde, son los protagonistas junto al fantasma) y en su lugar introduce a un grupo de soldados americanos, que entran a ocupar el castillo invitados por sus nuevos residentes, los Canterville, ascendientes de los primigenios habitantes del castillo. Y a la cabeza de estos, regirá una agraciada y muy valiente pequeña de seis años, llamada Lady Jessica de Canterville (la siempre vivaz, Margaret O’Brien, que aquí vuelve a reunirse con Robert Young tras su marcado éxito en “Journey for Margaret” (1942)), quien, junto al soldado Cuffy Williams, son los llamados a cambiar la historia.

Las variaciones resultan muy afortunadas y la película discurre con cierta gracia, simpáticas ocurrencias y en un tono cuando menos distencionante, logrando que quede bien plantado el mensaje de que, bajo cierto grado de presión, cualquier cobarde puede llegar a convertirse en el más valiente de los hombres.

Es seguro que, para los soldados que la vieron, “EL FANTASMA DE CANTERVILLE”, significó un momento de relax muy importante. Y como suele ocurrir, queda resaltar la encomiable actuación del gran Charles Laughton, el cual luce muy bien acompasado por un buen conjunto de actores de reparto.

Una frase para recordar, aportada por Jessica cuando alguien se sorprende de que siendo tan pequeñita sea ya una Lady. Ella responde: “Una dama es una dama cuando se comporta como tal”.
Luis Guillermo Cardona
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6 de agosto de 2009
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de domingo por la tarde....la gente menuda lanzó todo tipo de improperios cuando se dió cuenta que era una película en blanco y negro. Luego el argumento los cautivó lo suficiente para continuar hasta el final y reirse con el fantasma. Desde luego es una adaptación libre de la novela de igual título, pero bueno....con ver a Charles Laughton, a Una O´Connor y a una Margaret O´Brien marisabidilla....lo jóvenes que eran, yo me siento como en casa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ESTHER
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21 de febrero de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Simpática adaptación de una novela breve de Oscar Wilde en la que una familia americana pone patas arriba la “apacible vida” de un fantasma inglés. El guión de Edwin Blum traslada la hilarante historia creada por Oscar Wilde al momento cronológico en el que se sitúa la película, sustituyendo la familia americana por un destacamento de soldados durante la Segunda Guerra Mundial. Los cambios consiguientes no desarman el delicioso cuento de Wilde, una crítica a los valores tradicionales de la sociedad inglesa de la época, en contraposición a la “obligada modernidad” de los norteamericanos, quienes tampoco se libran de la sátira.

La película está muy bien realizada, los efectos de la transparencia del fantasma están muy logrados y los efectos caseros de persecuciones y caídas son muy divertidos, teniendo en cuenta que en aquella época todo tenía que ser realizado manualmente y los golpes tenían que ser de “verdad”. Contiene momentos hilarantes, gracias a los ingeniosos diálogos con juegos de palabras de su autor. Charles Laughton hace un excelente trabajo dando vida a ese entrañable fantasma que más que terror produce congoja, también figura en el reparto la encantadora Margaret O'Brien que ese año descollaría en el musical “Cita en St. Louis” y el popular actor estadounidense Robert Young.

Quizás, la película del que fuera ayudante de dirección de Alfred Hitchcock a principios de los 40 y autor de “Rififi” (Du rififi chez les hommes, 1954) y “La ciudad desnuda” (The Naked City, 1948), entre otras grandes películas, no haya envejecido demasiado bien, pero todavía resulta curioso y divertido ver al gran Charles Laughton (productor del film) en el papel del fantasma, a la jovencísima niña prodigio Margareth O´Brien o al siempre atractivo Robert Young.
Juan Marey
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15 de junio de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Canterville Ghost (El fantasma de Canterville) (1944), es una película dirigida por Jules Dassin, autor de inolvidables títulos como Rififi (1955) o Nunca en domingo (1960). El texto de la historia que nos ocupa, y que dejó Oscar Wilde para deleite de la literatura creativa, narra, en el guión adaptado de Edwin Blum para este interesante film, la historia de una cobardía pendiente de solución rondando por el castillo de Lord Canterville (Reginald Owen) y que afecta a sus hijos Anthony de Canterville (Peter Lawford) provocador de la acción que hace intervenir a Sir Simon de Canterville (Charles Laughton) quien, al no haber solucionado la afrenta al honor de Sir Valentine Williams (Donald Stuart), es condenado a merodear cual fantasma en pena por los aposentos del castillo hasta que esta sea vengada por medio de alguna valerosa acción de entre alguno de sus descendientes.

Una elipsis temporal, nos traslada a otra época en el mismo lugar. A pesar de los siglos transcurridos, la afrenta está sin solucionar, la estirpe de los Canterville se ha ido sucediendo en el tiempo sin más ocupación que la de existir esquivando problemas mayores instalándose así en la cobardía pero, de entre todos los descendientes la pequeña Lady Jessica de Canterville (Margaret O’Brien) una amable criatura, excelente amazona, imaginativa y muy unida a su tía Mrs. Polverdine (Elisabeth Risdon) cree ver fantasmas donde no los hay, aunque por la acción a no mucho tardar, cambiaran las cosas.

Al alojarse temporalmente un grupo de soldados en el castillo, las cosas cambian, y mucho: los escépticos bromean, los lugareños les reprochan la actitud, nuestro fantasma Sir Simon de Canterville en su largo y obligado ritual propio de cualquier fantasma que se precie, se aparece a voluntad en diferentes formas a los invitados...sustos, ectoplasmas, gritos…, todo se le giran en su contra; nada hace que cambie las cosas, excepto el sorprendente hallazgo entre los soldados de Cuffy Williams (Robert Young) que podría variar el destino de los Canterville.

El insistente esfuerzo de Lady Jessica de Canterville por liberar al fantasma de sus ataduras al castillo, han de pasar necesariamente por el cumplimiento de una acción valerosa que destierre definitivamente el maleficio que sobre la familia pesa; las acciones para ponerlo en marcha, son confiadas a Cuffy Williams, quien entre significativos planos de pura acción contra el enemigo y, tras alguna desafortunada intervención, reafirma el maleficio sobre los Canterville.

Diferentes escenas en exteriores hacen que la situación en Cuffi, Simon y Jessica tome un giro inesperado para la solución del problema, una oportunidad que no debería ser desaprovechada. Una serie de secuencias generales cargadas de pura acción generan los resultados más apropiados para todos, en un cruce de intereses personales que afectan de diferente manera a todos los personajes implicados en la narración que un buen día decidiera escribir Oscar Wilde.

El excelente reparto de secundarios que completaron una de las más que aceptables adaptaciones sobre El fantasma de Canterville que contó entre otros, con el sobrio y estilizado mayordomo Potts (Lumsden Hare), el sargento Benson (William Gargan), el soldado bocazas y simplón Big Harry (Rags Ragland) o la quisquillosa y asustadiza doncella Umney (Una O’Connors) rubricado por la excelente fotografía de Robert H. Plank y los efectos especiales del fantasma y de cámara de Irving G. Ries y Lester White respectivamente.
avanti
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