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Maixabel

Drama Maixabel Lasa pierde en el año 2000 a su marido, Juan María Jaúregui, asesinado por ETA. Once años más tarde, recibe una petición insólita: uno de los asesinos ha pedido entrevistarse con ella en la cárcel de Nanclares de la Oca /Álava), en la que cumple condena tras haber roto sus lazos con la banda terrorista. A pesar de las dudas y del inmenso dolor, Maixabel accede a encontrarse cara a cara con las personas que acabaron a sangre ... [+]
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Críticas 103
Críticas ordenadas por utilidad
24 de septiembre de 2021
131 de 168 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maixabel es la nueva película de Icíar Bollaín, directora de dramas como la controvertida Te doy mis ojos, la aplaudida El Olivo o la reivindicable También la lluvia. En su último film ha decidido apostar por una historia basada en hechos reales, la cual sigue la vida de Maixabel Lasa, víctima de ETA al ser asesinado su marido por la banda terrorista. Diez años después, los verdugos que la dejaron viuda solicitan reunirse con ella. La verdad es que el punto de partida no puede ser más interesante, siendo una atrevida propuesta que toca un tema que todavía sigue escociendo. Y no me extraña.

Las críticas han quedado más que satisfechas, y lo entiendo, ya que estamos ante un solvente y emotivo drama que no deja indiferente, con dos increíbles Blanca Portillo y Luis Tosar (vamos, lo esperado), y que es una respetuosa representación de un terrible conflicto que todavía tiene mucho qué decir en el mundo del cine. Antes de entrar en faena, me parece curioso que Maixabel no haya sido preseleccionada para los Oscar, teniendo en cuenta sus buenos resultados en términos de calidad. Quizás los académicos hayan pensado que el tema no interesa fuera de nuestras fronteras, quién sabe. De todas formas, van a enviar Madres Paralelas, lo nuevo de Almodóvar, por lo que poco importa. Pero la reflexión está ahí.

Que Icíar Bollaín es una estupenda directora no tiene lugar a debate, y este es un ejemplo más, siendo efectiva en el tenso prólogo, cuando se relata el espantoso asesinato, y comedida en los no menos intensos diálogos entre la protagonista y los asesinos de su marido. Son conversaciones de más de cinco minutos en algunos casos, pero no hay lugar para el aburrimiento en ni un solo minuto del metraje. No obstante, estaría faltando a la verdad si no admitiese que el ritmo es lento, aunque jamás provocando el bostezo. Eso sí, dos espectadores abandonaron la sala, por lo que algo me dice que esta cinta no es para todos los públicos.

En cuanto al guion, también cortesía de Bollaín junto a Isa Campo, se agradece que la película se moje y no trate el tema con frialdad y distancia, como suele suceder en la mayoría de los casos. El film tiene un discurso claro, y es de esas propuestas que remueven las entrañas y agitan el corazón, siendo un emotivo drama que invita a la esperanza y la reflexión. No negaré que adoro el cine de evasión como el que más, pero de vez en cuando no están de más cintas como Maixabel, poniendo sobre la mesa un debate que todavía no ha llegado a su fin (ni creo que llegue a corto plazo).

El personaje principal está estupendamente bien construido, pero es la impecable y sobresaliente actuación de Blanca Portillo lo que lo convierte en el corazón de la película. Portillo ofrece una interpretación repleta de matices, siendo tierna y cercana en según que momentos, pero también valiente y decidida cuando la situación lo requiere. Un personaje de esos que se queda contigo y al que Portillo le saca todo el jugo. En este punto os podría decir que el Goya de este año ya tiene nombre y apellidos, pero es obvio que se lo van a dar a Penélope Cruz por la última de Almodóvar (lo sé sin haberla visto). ¿Una injusticia? El tiempo dirá, pero creo que pocas veces ha estado tan justificado un premio. Maravillosa.

Luis Tosar vuelve a dar lo mejor de sí mismo, siendo un auténtico camaleón al que da igual lo que le des, que te lo va a sacar con nota. Aquí hace de secundario de lujo, ya que tiene menos minutos de lo esperado. No es ningún reproche, más bien una aclaración, ya que la auténtica protagonista de esta historia es la que da nombre al film. Atención al cara a cara entre ambos actores, siendo uno de los careos más espectaculares del año. De verdad que no somos conscientes de la suerte que tenemos al contar con intérpretes de esta categoría y talento. No lo somos.

Mención especial a una estupenda María Cerezuela, siendo la gran sorpresa de la película (lo de Portillo y Tosar estaba claro), hasta el punto de mantener el pulso a una actriz como Portillo. Atentos a este fascinante debut, porque aquí sí que creo que el Goya a mejor actriz revelación tiene nombre y apellidos, y si llega a suceder, no podré alegrarme más. Y ya que estamos, tampoco sería justo olvidarse de un más que convincente Urko Olazabal. Todos funcionan en un reparto sensacional que engrandece todavía más el resultado final.

En conclusión, estamos ante un sólido drama, que invita a pensar y que arriesga con una historia nada sencilla. Para un servidor, la mejor película sobre ETA que se ha hecho hasta el momento, y espero que no sea la última, porque todavía queda mucho por contar. Lamentablemente, muchos no la entenderán y seguramente levante ampollas, pero es innegable que deja una reflexión tan necesaria como apasionante (la culpa y el perdón). Y es que quizás ya es hora de cerrar algunas heridas. Repito, algunas. Una de las mejores películas del año.

Más críticas: ocioworld.net
Javi McClane
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28 de septiembre de 2021
100 de 138 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tema que aborda esta película es muy difícil de tratar de forma equilibrada, es fácil caer en el sentimentalismo manipulador, o que resulte excesivamente didáctica, por no hablar del peligro de simplificar la realidad, de caer en el sectarismo y muchas otras trampas ideológicas.

La verdad es que a mí me pareció una película muy equilibrada. Emocionante y triste como no podía ser de otra forma hablando de las víctimas del terrorismo y del daño causado por ETA, pero sin cargar las tintas en lo emocional. El análisis del proceso de duelo de Maixabel Lasa y su entorno y de la toma de conciencia en sus victimarios me pareció muy fino y la manera de presentar la idea de la justicia restaurativa muy eficaz.

La historia tenía suficiente fuerza dramática de por sí y me gustó la manera de contarla, sin alharacas, con muchos primeros planos en los que la cara de los protagonistas - que están soberbios, pero eso ya lo daba por descontado - ocupa una esquina de la pantalla.

Creo que sería muy bueno que mucha gente viese esta película, dentro y fuera de Euskadi, y no solo porque es necesario reflexionar sobre un pasado inmediato cuyas heridas aún están por cicatrizar. Se tocan temas mucho más generales, como la deshumanización del otro y la falta de empatía, la falta de responsabilidad hacia la comunidad, la polarización política, el sectarismo, que deberían formar parte del debate público.

Ya he leído por ahí críticas de gente a la que ha molestado que se siga tratando el tema de ETA o que se les dé demasiado protagonismo a sus miembros, como si hubiera algo de malo en tratar de entender sus motivaciones o en mostrarlos con personas con capacidad de cambiar, de arrepentirse y de tratar de reparar el daño. Parece que para alguna gente es deseable perpetuar el conflicto, porque justifica sus propias posiciones. Al igual que la justicia restaurativa, esta película me parece sanadora.
Cris
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26 de septiembre de 2021
72 de 94 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creíamos que nos habían contado todo sobre ETA. Creíamos que cinco décadas de sangre y dolor fueron más que suficientes para contar un buen número de historias a través de novelas, películas y series de TV que, entre la realidad y la ficción, centraran su base argumental en la banda terrorista mediante perspectivas varias: el origen histórico de la organización, la preparación y ejecución de atentados, la caza y captura de asesinos, la difícil reinserción a la sociedad, la venganza contra posibles delatores entre los terroristas arrepentidos, etc. Títulos para el recuerdo no faltan y algunos de ellos de indudable calidad e interés: “El proceso de Burgos”, “La fuga de Segovia”, “Operación Ogro”, “La muerte de Mikel”, “Sombras en una batalla”, “Yoyes”, “La línea invisible”…, entre otros muchos.

Pero es bueno que la literatura (recordemos el impresionante éxito editorial de "Patria" de Aramburu hace cinco años) y el cine contribuyan, además de dar a conocer hechos que forman parte de nuestra Historia, a formar nuestra conciencia crítica y a defender aquellos valores que vale la pena defender. Por eso sorprende muy gratamente el último largometraje de Icíar Bollaín, décimo de su filmografía, una realizadora con la valentía suficiente para optar por el compromiso y la denuncia a través de un cine irregular, olvidable unas veces y muy interesante otras, especialmente cuando pone el dedo en la llaga en la violación de los derechos humanos como puede ser la violencia de género (“Te doy mis ojos”, para mí su mejor título hasta la fecha) o la explotación de los desfavorecidos de nuestro mundo, víctimas del imperialismo y del colonialismo (“También la lluvia”).

Equiparable en calidad y en valor testimonial a los dos títulos citados está el último trabajo de la Bollaín. “Maixabel” refleja unos hechos reales entremezclados con la ficción. Parte del asesinato de Juan María Jaúregui, exgobernador civil de Guipúzcoa, asesinado por ETA en Tolosa en 2000. Y termina con otro hecho: la disolución de la banda terrorista en 20011. Pero ni estos hechos de historicidad indiscutible ni la existencia real de Maixabel, viuda de Jaúregui, y de su hija, o de los tres hombres implicados en el asesinato son elementos suficientes para dar verosimilitud a la historia que se nos cuenta. Lo que importa es cómo está desarrollada. Lo que interesa realmente al espectador es el talante humano que se nos muestra de unos y otros personajes.

Al rechazar la directora cualquier visión mínimamente maniquea en la relación que se establece entre víctimas y verdugos, al margen de que esa relación se diera en la realidad, la película provoca en nosotros una sensación de verdad y autenticidad que es de agradecer. Los encuentros entre la protagonista y dos de los asesinos de su marido –dos entrevistas por separado de no más de cinco minutos cada una en la pantalla—son lo mejor de la película. Maixabel no oculta en ningún momento su dolor ni su descomposición interior como persona por la tragedia vivida. Los dos terroristas, cada uno a su manera, acusan la falta de motivación de sus actos criminales –seguían unas consignas simplemente, les daba igual matar a uno que a otro—pero son capaces de sentir repulsión y arrepentimiento aunque tengan que vivir en adelante con lo que hicieron.

El mérito de estos encuentros, que se producen en el interior de una cárcel de Álava y con la presencia de una persona mediadora, es mayor cuanta más dificultad había en presentarlos. Son situaciones que rozan la credibilidad y podrían haber caído fácilmente en el ridículo si no fuera por tres factores que sirven de equilibrio: la sincera exposición del drama interior que viven los personajes antes de los encuentros, la sensibilidad y tacto de Icíar Bollaín y los convincentes diálogos. Aparte de eso, están unas interpretaciones fuera de serie, de una emoción contenida y sin sobreactuaciones. Blanca Portillo es una Maixabel que nos llega muy dentro porque no parece que esté interpretando. Decir que Luis Tosar, actor fetiche de la directora, está magnífico no es ninguna sorpresa. Pero Urko Olazábal, su compañero etarra, no le va a la zaga, y sobre María Cerezuela, como hija de Maixabel, creo que se llevará el Goya a la mejor actriz revelación.

Quiero destacar también la secuencia en la que la psicóloga mediadora de los encuentros se esfuerza por motivar al grupo de presos para que encuentren sentido a lo que van a hacer con sus víctimas, sin la presencia de los medios de comunicación y siempre a partir de una decisión individual por ambas partes. Sorprende que uno de ellos diga en un ambiente de cierta crispación: “¿Por qué tengo yo que pedir perdón? ¡Que lo pida ETA!”. Es interesante este momento, porque refleja lo que más les cuesta a estos hombres, que es lo de asumir su responsabilidad personal, justamente la condición primera que se les pide para que el arrepentimiento y cambio de vida, después de su historial criminal, sea sincero.

“Maixabel” película queda como un ejemplo –y ojalá lleguen muchos más – de cine reflexivo, no aconsejable para quien sólo acepta el cine de evasión, y también de cine honesto y valiente al afrontar sin tapujos las realidades de nuestro mundo sufriente, al respetar profundamente al espectador dejándole libre para que juzgue los hechos que ve en la pantalla. Más que dar respuestas, es un cine llamado a concienciarnos, a cotejar con otros nuestros prejuicios, ideas y sentimientos; o sea, a provocar el debate al salir del cine.
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Cinemaparadiso1951
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26 de septiembre de 2021
32 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta excelente película dirigida por Icíar Bollaín corresponsable del guion, e interpretada de forma magistral por Blanca Portillo y Luis Tosar en los personajes más destacados, nos lleva a meditar cuando menos en tres aspectos esenciales que han afectado a la humanidad a lo largo de su historia: la colonización mental de los individuos y del discurso social por parte de estructuras ideológicas totalitarias fundamentadas en conceptos mitificados, útiles en cierto modo pero falsos como, dios, patria, raza o clase, que definen las identidades de pertenencia y justifican el exterminio de los ajenos y herejes y la complacencia de los propios; la extraña y tortuosa senda que conduce a la toma de conciencia de los propios errores y crímenes y que capacita para asumir la experiencia desde una perspectiva que incluye la vivencia de otros; y, las condiciones de posibilidad para el arrepentimiento, el perdón y la restauración. Icíar Bollaín mantiene el pulso de una narración muy bien organizada, convincente, que permite al espectador hacerse cargo de estos tres temas que le conciernen y apelan a una toma de posición ante el sufrimiento. El pensamiento totalitario sumerge a sus súbditos en una cárcel mental que impide asimilar la realidad del sufrimiento que genera y encuentra justificaciones en sus mitos. Stefan Sweig recuerda una y otra vez al mundo, un mundo que sólo ve los monumentos de los vencedores, que quienes construyen sus dominios sobre las tumbas y las existencias destrozadas de millones de seres no son los verdaderos héroes, sino aquellos otros que sin recurrir a la fuerza sucumbieron frente al poder de la brutalidad y, sin embargo, anuncian el advenimiento de una mejor humanidad. Matar a un hombre no es defender una doctrina, es matar a un hombre, argumentaba Castellion a Calvino. Darse cuenta del propio error, de la propia monstruosidad, asumir que se es un verdugo injustificable, que la acusa defendida era un proceder asesino y equivocado, observar el daño provocado en seres humanos concretos, en definitiva, acceder a una conciencia moral, es una dolorosa experiencia de madurez que pocos alcanzan. El sufrimiento derivado de esta conciencia acaba convirtiendo al verdugo en victima pues al castigo legal se le añade la asumida reprensión ética. Precisamente este es el momento en que el perdón de los afectados es capaz de desatar ese lazo para, aunque la justicia siga su curso, el reo vaya en paz y la victima recupere la libertad a la que la ofensa terrible la abocó.
JRBoxó
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25 de septiembre de 2021
32 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por desgracia ETA es parte de nuestra historia. Bombas lapa, coches bomba, tiros en la nuca estaban continuamente en los medios de comunicación. La frialdad con la que perpetraban los atentados era pasmosa y eso nos quedó marcado a todos los que vivimos esa época. Ahora, la última película de Icíar Bollaín, que compite este año por la Concha de Oro en San Sebastián, nos acerca a la figura de Maixabel Lasa, quien en 2011, en un acto inédito, accedió a encontrarse cara a cara con los terroristas que asesinaron a su marido.

Once años después de perder a su marido, Juan María Jáuregui, tiroteado por ETA, a Maixabel Lasa se le propone la posibilidad de formar parte de unos encuentros con dos de los asesinos de su marido. A pesar de los recelos y dudas que generan a su alrededor, ella está dispuesta a mantener el cara a cara con aquellos que le quitaron la vida a su marido.

Estamos, sobre todo, ante una película muy emotiva. Bollaín con su buen hacer nos toca el alma con la manera sutil de contarnos la historia que rodea al personaje de Maixabel Lasa, el dolor que produce la pérdida y después la humanidad que demuestra al intentar encontrar respuestas. La película, con sutiles pequeños detalles, refleja a la perfección la vida de los familiares de un amenazado por ETA (llamadas que no dejan de sonar).

Tengo que destacar el duelo interpretativo que mantiene Luis Tosar con Blanca Portillo, el gallego regalándonos un complejísimo personaje cargado de matices y la madrileña mutando de una manera delicada y sobrecogedora en la protagonista. Tanto Urko Olazábal como María Cerezuela les secundan de manera maravillosa.

Un filme que aborda un tema doloroso que pone el foco en las distintas partes de la historia y que nos demuestra la grandiosidad de un personaje que está por encima de odios y rencillas. Una película necesaria.

www.sudandocine.com
Cangurito78
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