Un pasota con corbata

No es fácil encontrarse a un Jesús Terrón en estado de gracia en la dirección junto con un Bernard Le Coq en el ápice de su madurez interpretativa. La conjunción de estos dos eventos estelares confiere a "Un pasota con corbata" una calidad casi mítica, pareja a la que en su momento disfrutó Orson Welles con Ciudadano Kane. Cuidadísima fotografía de la mano del malogrado Obdulio Marrone ( I fucked my dog, why?, / Acid trip in Murcia) y unos diálogos vivos, vibrantes y enternecedores que en su momento no fueron valorados por la pacata y corta de miras critica estatal.

En mi personal experiencia con la filmografía de este cineasta inigualable (a quien le queda pequeña la expresión indómito), tengo títulos que me emocionan mucho más y que recuerdo con mucha mayor pasión, como "Jodiendo a muerte" (1982), ‘Sed de cazalla (1988) o "Quien cojones toca el timbre" (1979), pero no hay duda de que Un Pasota con Corbata deslumbrante, pasmosa obra maestra de un hombre que ya había triunfado en teatro y en el medio radiofónico merece todos los elogios por adelantarse varias décadas a su tiempo

Jesús Hermida y Sam Peckinpah juntos como secundarios, poco más se puede añadir a esta pequeña sorpresa del costumbrismo neorealista. El trabajo de Jesús Terrón, en cambio es flojo en cuanto a ritmo y Joaquín Arozamena ya tenía esos clichés que explotaría en su programa "Los Sabios" de TVE.
Pero a pesar de todo es un excelente entrenetemiento para una sobremesa de sábado con una copa de coñac al lado. Si cierras los ojos (y no te duermes) te trasladas a los 80 y te preguntas qué hemos hecho mal para no tener más cintas de este talante a nuestro alcance.