Sobra un hombre

Quizás por haber nacido en una familia de educadores, Jean-Pierre Chabrol (1925-2001) sintió desde muy chico un serio interés por el dibujo y la poesía, llegando incluso a participar en el Salón de Arte Cevenol con varias de sus obras, luego de haber tomado clases con el pintor André Chaptal. Llegada la II Guerra Mundial, la ocupación de Francia por parte de los alemanes, animó a Chabrol a unirse a la Resistencia en 1944, donde terminó haciendo parte de un maquis FTP, acción que lo llevaría hasta la propia Berlín. Esta experiencia, haría parte de su futura obra literaria, al igual que lo fueron los Cévennes donde se crió y los Camisards de que tanto le hablara su abuelo.

Casado con Noëlle Vincensini (entonces con 22 años), una chica de Córcega que también hiciera parte de la Resistencia, Jean-Pierre Chabrol consigue empleo como dibujante en el periódico comunista L’Humanité y como periodista se convierte pronto en el Editor, siendo entonces cuando conoce al renombrado escritor Louis Aragon, quien lo animará a escribir su primera novela, “La Dernière Cartouche” (1953) … y pronto sus obras son traducidas a varios idiomas (alemán, búlgaro, checo…).

Su cuarta novela titulada, “Un Homme de Trop” (Sobra un Hombre, 1958), rememora la acción de guerra, en julio de 1943, cuando los maquis liberan a doce patriotas enfermos que se hallaban confinados en el pabellón de los condenados a muerte en la prisión de Sarlande, en manos de los alemanes… pero, al contarlos, resulta que no hay doce hombres sino trece. ¿Cuál sobra? ¿Por qué está allí? ¿Es un campesino o un infiltrado?

Además de que deberán dar una respuesta cierta a estas preguntas de las cuales dependen sus vidas, también los rebeldes deberán debatir si hay que eliminar de inmediato al hombre ‘que sobra’ para hacer cumplir las reglas o si, el respeto por la vida y el derecho a un juicio justo, debe primar para que, de verdad, haya justicia.

¿Somos iguales a nuestros enemigos o podemos demostrar que somos mejores que ellos? A esta respuesta tendremos también que llegar nosotros como espectadores, tras haber visto esta llamativa adaptación cinematográfica de una novela que va mucho más allá de la simple acción bélica.

A su cargo el guion y la dirección de “SOBRA UN HOMBRE”, Costa-Gavras logra hacerse con un calificado reparto (Bruno Cremer, Michel Piccoli, Claude Brasseur, Jacques Perrin, Jean-Claude Brialy, Charles Vanel…), y con ellos consigue un puñado de interesantísimos caracteres que, debidamente matizados, nos ponen de cara ante los trascendentales asuntos de orden moral y judicial que suelen presentarse en cualquier conflicto bélico.

Gavras, se propone todo el tiempo hacernos partícipes de la historia, llegando al punto de hacer tomas subjetivas que nos ponen -junto al personaje de turno- en la disyuntiva del ¿qué hacer?, y por supuesto, dejando a nuestro cargo la decisión final acerca del destino que deberían tener algunos protagonistas.

“SOBRA UN HOMBRE” es un filme bastante novedoso y muy, pero muy interesante.

" - En tiempos de guerra, Dios cierra los ojos.
- Pues debería abrirlos, así vería qué es lo que está pasando".

Segundo largometraje del reputado Costa-Gavras, que con su siguiente film, "Z" conseguiría la consagración mundial.
En esta ocasión podemos ver una buena película bélica, llena de diálogos que versan sobre diversos interesante temas: el patriotismo, el honor, la lealtad, la amistad, el compañerismo, el valor de la Patria, las consecuencias de la Guerra, cualquier Guerra...
Todo ello con un virtuosismo en la puesta en escena que ya denota un saber hacer tras las cámaras a cargo de Gavras, que consigue un feroz dinamismo.
Con buenas escenas de acción, la humanidad de los personajes se muestra en constante pugna con sus sentimientos y valores más profundos, mostrando pues a seres humanos normales en una situación extraordinaria donde deben luchar contra el opresor y en numerosas ocasiones contra sí mismos.
Buenas interpretaciones, sobresaliendo Bruno Cremer, Michel Piccoli y el prácticamente siempre veterano Charles Vanel.
Magnífica fotografía en color a toda pantalla a cargo de Jean Tournier y un inteligente y dúctil diálogo a cargo del propio realizador y de Daniel Boulanger, adaptando la novela de Jean-Pierre Chabrol.
Un excelente film, muy entretenido, con constante vivo ritmo desde el comienzo hasta el final.

https://filmsencajatonta.blogspot.com/

282/33(28/08/22) Interesantillo segundo largometraje del heleno Konstantinos Costa-Gavras, un thriller de acción enmarcado en la WWII, adaptando un guión propio junto a Daniel Boulanger (“El Rey de Corazones”), basándose en la autobiográfica de Jean-Pierre Chabrol publicada en 1958, escritor que combatió en la Resistencia Francesa en la Sewgunda Guerra Mundial, y plasmó sus experiencias en este libro. Un film que arranca en 1943 con un asalto de los llamados ‘maquis’ a una prisión nazi en territorio francés para liberar a doce presos condenados a muerte, pero cuando completan con éxito el plan se dan cuenta son 12+1, sospechando del ‘intruso’ que se ha colado en el rescate, creando el dilema de que hacer con él, si fiarse o no de lo que dice, si no tiene nada que ver con los nazis o es un colaboracionista. Es una película con mucha acción en varios combates, con múltiples tiroteos, explosiones, muertos, ejecuciones. Pero adolece de intensidad dramática, le falta un núcleo al que agarrarse, notándose dispersa. Creería que el centro estaría en las dudas sobre que hacer con el intruso, pero esto se debate de forma superficial, es más la actuación de este nihilista encarnado por el gran Michel Piccoli el que le da entidad, pero su rol queda bastante poco incisivo, muy volátil. Una vez que presentan la situación solo dan vaivenes, como no sabiendo que hacer con este.

En 1943, a costa de una arriesgada operación, un grupo de resistentes de un maquis de las Cévennes consiguió liberar de su prisión a doce presos condenados a muerte. Una vez en un lugar seguro, resulta que, entre los fugitivos, hay un hombre de más. Mientras los alemanes les siguen la pista, los líderes de los maquis se preguntan qué hacer con este extraño. El líder Maquis (Bruno Cremer) ha luchado en España, está flanqueado por el exaltado militante (Jean-Claude Brialy) y un guerrillero (Gérard Blain) en las montañas Cévennes.

Hay enfrentamientos bélicos, el asalto a la prisión, un asalto a un pueblo, y en el rush final el choque contra los nazis en las montañas, todo con un gran ritmo, con diálogos ágiles. Pero todo esto se siente funcional, sin conflictos que nos hagan realmente atraparte, más haya de verse sin aburrir. Se toca el dilema de si siendo rígidos en la Resistencia de convertirán en lo mismo de lo que luchan, como bien apostilla un personaje: "Todos ustedes quieren el bien para la humanidad que exterminan". Tenemos otro elemento de conflicto desaprovechado en el joven francotirador que atrapan en el pueblo, con esos padres suplicando por su vida, pero esto se resuelve de modo tosco. Realmente nunca terminas de empatizar con más personaje que el ‘intruso’, tipo pacifista, que no comulga con bandao alguno, y seguramente por la incertidumbre de su destino, más que por la emoción que despierte. Ello para un reparto eminentemente masculino.

Un film donde la puesta en escena resulta naturalista, rodándose en exteriores muy realistas, con combates que transpiran violencia, pero sin dejar especial huella. Solo se vinieron arriba en el tramo climático en el espectacular puente Alés, con tomas aéreas brillantes (filmadas por el DP Jean Tournier: “Chacal”), con esos fondos colosales del valle y las montañas. Pero no entiendo la decisión de acabar in media res.

Siéndome esta cinta de esas que tiene elementos con potencial, pero que no terminan de explotarse. Gloria Ucrania!!!