Zorro negro 2: El precio de la paz (TV)

Bajo las formas de un western nos encontramos con una cinta de buenos buenísimos y de malos malísimos. Ya sabemos que esto se encuentra también en montones de películas del Oeste, pero es que en la de este Zorro las bondades y las maldades son químicamente puras, sin mezcla alguna de cualquier otro ingrediente. Cero matices.
Aquí tenemos por ejemplo al predicador intolerante, racista, que roba el armamento del Ejército para venderlo a los malos malísimos, mientras a los indios les vende escopetas de feria y whisky. O al viejo gordo, sucio, malo (un adelantado del Ku Klux Klan que se inventaría unos pocos años después) y, el colmo, maltratador de su joven esposa, de un rubio escandinavo que, claro, prefiere irse con el jefe indio, joven y tolerante aunque viste con taparrabos e ignora las más elementales leyes tácticas (sitúa su poblado al borde mismo del río a merced de cualquier avenida ...
Las aventuras son lo de menos. Prácticamente no hay ni un solo blanco bueno, los indios ni fu ni fa, eso sí, el protagonista negro es el colmo de la bondad y de la astucia. Lo dicho, toneladas de moralina barata envuelta en papel de celofán.
Por momentos nos ha recordado la serie "Bonanza", la de los Cartwright de "La Ponderosa", con la ventaja para la serie que los capítulos al menos eran cortos