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Rep. Dominicana The Cove
10.647
Documental
Documental que muestra la matanza de más de 23.000 delfines en una cala en Taiji, Wakayama (Japón). El filme fue dirigido por el antiguo fotógrafo de National Geographic Louis Psihoyos, y fue grabado secretamente durante 2007 empleando micrófonos submarinos y cámaras de alta definición camufladas. (FILMAFFINITY)
7 de diciembre de 2009
101 de 121 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay algo mas presente en este documental, es la regla de que una imagen valen mas que mil palabras.
Resulta tremendamente dificil imaginar cómo el ser humano puede llegar a tratar tan cruelmente a un animal inocente, y que lo todo lo que nos ha ofrecido hasta ahora, son cosas buenas.
Someter a toda una especie, o varias especies al genocidio, por un puñado de dolares, es practicamente el mismo delito que causar una guerra mundial.
Desgraciadamente la industria pesquera es a día de hoy demasiada poderosa e incorrompible, al menos no de manera fácil, para que se frene de inmediato semejantes disparates.
Desgraciados los delfines por existir, y que en un tiempo del pasado, un amante del mar, culpable de mas de un cargo, les sentenciaron a la muerte de manera industrial, a pesar de que gracias a la concienca, ahora mismo da su vida por enmendar ese error fatal. Desgraciados los propios asesinos, por ser víctimas de sus propios delitos.
Desgraciados los espectadores por llegar a ver semejante documento que no tendría que existir si no hubiera tal explotación maritima.
Y todo al final, como siempre en este tipo de casos, la impotencia es mas voluminosa que la sangrienta batalla, y toda su existencia no ha beneficiado realmente a nadie.
Hay que conocer el pasado para evitar los errores del futuro, pero si no eliminamos el origen del problema, por mucho que intentemos enmendar, el brote saldrá como toda ley de vida, y al final siempre son los inocentes los que mueren cruelmente y los villanos los que se impunen.
Desgraciados los humanos por padecer esta epidemia, y no ser capaz de sanarse a sí mismos.
Resulta tremendamente dificil imaginar cómo el ser humano puede llegar a tratar tan cruelmente a un animal inocente, y que lo todo lo que nos ha ofrecido hasta ahora, son cosas buenas.
Someter a toda una especie, o varias especies al genocidio, por un puñado de dolares, es practicamente el mismo delito que causar una guerra mundial.
Desgraciadamente la industria pesquera es a día de hoy demasiada poderosa e incorrompible, al menos no de manera fácil, para que se frene de inmediato semejantes disparates.
Desgraciados los delfines por existir, y que en un tiempo del pasado, un amante del mar, culpable de mas de un cargo, les sentenciaron a la muerte de manera industrial, a pesar de que gracias a la concienca, ahora mismo da su vida por enmendar ese error fatal. Desgraciados los propios asesinos, por ser víctimas de sus propios delitos.
Desgraciados los espectadores por llegar a ver semejante documento que no tendría que existir si no hubiera tal explotación maritima.
Y todo al final, como siempre en este tipo de casos, la impotencia es mas voluminosa que la sangrienta batalla, y toda su existencia no ha beneficiado realmente a nadie.
Hay que conocer el pasado para evitar los errores del futuro, pero si no eliminamos el origen del problema, por mucho que intentemos enmendar, el brote saldrá como toda ley de vida, y al final siempre son los inocentes los que mueren cruelmente y los villanos los que se impunen.
Desgraciados los humanos por padecer esta epidemia, y no ser capaz de sanarse a sí mismos.
17 de junio de 2010
85 de 93 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película documental esta bien realizada a todos los niveles. Engancha como si de la mísmisima Ocean´s eleven se tratara. Se trata, de hecho, de que los espectadores queden atrapados por saber que pasará y que será lo siguiente. La música es vibrante, las imagenes impactantes y la tensión constante.
Me pone enfermo leer algunas críticas que vienen a decir que este tipo de documentales son partidistas, ¡no lo van a ser! Se han hecho para cambiar el mundo, para despertar una conciencia individual. Somos humanos, los sentimientos mueven el mundo. Una foto, un acto es capaz de mover al mundo entero. ¿Que deberían hacer? Exponer datos, recoger testimonios e irse a dormir. Felices por haber sido objetivos. No hace falta ser objetivo para mostrar la verdad. Y esto es exactamente lo que esta película hace. Te muestra la verdad y te da una opinión, te invita a unirte a un movimiento. Porque primero viene la razón pero sin pasión no se llega a nada.
Si después de verla te sientes con ganas de hacer algo pero piensas que eso no marcará ninguna diferencia... Simplemente recuerda, que no hay nada que haga más daño, que aquel que no hizo nada porque sólo pudo haber hecho un poco..
Me pone enfermo leer algunas críticas que vienen a decir que este tipo de documentales son partidistas, ¡no lo van a ser! Se han hecho para cambiar el mundo, para despertar una conciencia individual. Somos humanos, los sentimientos mueven el mundo. Una foto, un acto es capaz de mover al mundo entero. ¿Que deberían hacer? Exponer datos, recoger testimonios e irse a dormir. Felices por haber sido objetivos. No hace falta ser objetivo para mostrar la verdad. Y esto es exactamente lo que esta película hace. Te muestra la verdad y te da una opinión, te invita a unirte a un movimiento. Porque primero viene la razón pero sin pasión no se llega a nada.
Si después de verla te sientes con ganas de hacer algo pero piensas que eso no marcará ninguna diferencia... Simplemente recuerda, que no hay nada que haga más daño, que aquel que no hizo nada porque sólo pudo haber hecho un poco..
9 de junio de 2010
46 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
El éxito inusitado de un documental como The Cove, que se ha alzado con los premios respectivos en Sundance y los pasados Oscar´s®, se debe, como creemos y pasaremos a exponer, no al tema (la matanza anual de 23000 delfines en Taijin y el intento de introducir su carne envenenada de mercurio en la dieta escolar nipona) sino a la forma en que este está expuesto. Haciendo bueno el dictum acerca de la moral de las formas, el trabajo de Louis Psihoyos realiza un proceso por las diversas variantes del documental yanqui, alcanzando cotas del todo inesperadas: su última secuencia, donde en última instancia recae el verdadero gesto ético del film, sirve por sí sola para justificar a The Cove como un documental, después de todo, completamente auténtico.
The Cove como docu-tv. En un primer vistazo, el documental de Psihoyos, que llega a su primer largo tras una carrera como fotógrafo del National Geographic, se presenta justamente como eso: el típico documental de NG o de Discovery Channel, donde se nos informa, por medio de materiales de archivo y las convencionales “cabezas parlantes” (talking heads), de la situación actual de la fauna acuática, en especial de los cetáceos. Asimismo, nos pondremos al corriente de las prácticas de Japón, uno de los mayores cazadores y consumidores de grandes seres acuáticos, y su política ilegal e indiferente al respecto. Japón, como señalaría un superficial psicoanálisis político, es el capitalismo en su versión no reprimida, el capitalismo inhumano hecho explícito.
Entre las diversas “cabezas parlantes” que desfilan en la primera y televisiva parte nos encontramos con la de Ric O´Barry, que se convertirá en la figura central. Entrenador del delfín protagonista de la serie de los primeros sesenta Flipper (más famosa en España por ser uno de los dibujos de las camisetas que llevaba Kurt Cobain), O´Barry se convirtió al activismo marino después de que Flipper (en realidad, una delfina llamada Suzie) se dejara morir en sus brazos, completamente deprimida. Tras el dramático capítulo, y arrepentido de haber propagado el gusto por los grandes acuarios urbanos, O´Barry se dedicaría a liberar delfines a lo largo y ancho del mundo.
(cont. en spoiler)
The Cove como docu-tv. En un primer vistazo, el documental de Psihoyos, que llega a su primer largo tras una carrera como fotógrafo del National Geographic, se presenta justamente como eso: el típico documental de NG o de Discovery Channel, donde se nos informa, por medio de materiales de archivo y las convencionales “cabezas parlantes” (talking heads), de la situación actual de la fauna acuática, en especial de los cetáceos. Asimismo, nos pondremos al corriente de las prácticas de Japón, uno de los mayores cazadores y consumidores de grandes seres acuáticos, y su política ilegal e indiferente al respecto. Japón, como señalaría un superficial psicoanálisis político, es el capitalismo en su versión no reprimida, el capitalismo inhumano hecho explícito.
Entre las diversas “cabezas parlantes” que desfilan en la primera y televisiva parte nos encontramos con la de Ric O´Barry, que se convertirá en la figura central. Entrenador del delfín protagonista de la serie de los primeros sesenta Flipper (más famosa en España por ser uno de los dibujos de las camisetas que llevaba Kurt Cobain), O´Barry se convirtió al activismo marino después de que Flipper (en realidad, una delfina llamada Suzie) se dejara morir en sus brazos, completamente deprimida. Tras el dramático capítulo, y arrepentido de haber propagado el gusto por los grandes acuarios urbanos, O´Barry se dedicaría a liberar delfines a lo largo y ancho del mundo.
(cont. en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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11 de diciembre de 2009
46 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
"The Cove" es el documental que está llamado a revolucionar al mundo este 2009, acumulando ya numerosos premios y siendo una de las apuestas más sólidas de cara a los próximos Oscar. Razones no le faltan para estar encontrando reconocimientos: un tema escabroso como es la estupidez del ser humano, que trata terriblemente a criaturas tan geniales como los delfines y los mata y aniquila para comérselos, todo ello narrado desde un punto de vista teóricamente objetivo pero que, al final, no escapa a los típicos rótulos tremendistas dando cifras mareantes para crear conciencia, sobre-impresionando letras y números mientras repasan imágenes de mal gusto y suena música de violín.
El único problema gordo de "The Cove" es que en el fondo es un poco -bastante- manipulador. Se le acepta y se valora todo lo demás, que es suficiente para recomendar su visionado: una realización y un uso del montaje que rara vez se había visto en el género, presentando la trama más como un thriller de intriga que como un documental con entrevistas y tradicionales planos marinos. Así, se alternan varios tipos de secuencias para formar un todo que, en global, funciona y resulta tremendamente entretenido. No faltan las imágenes perturbadoras (duras, pero necesarias), ciertos momentos en los que se pone en relieve la estupidez de según que individuos... pero bueno, son los tics tradicionales. Unas lo hacen mejor (Earthlings), otras peor (Home) y "The Cove" se queda en tierra de nadie, aunque más cerca del primer grupo que del segundo.
Un documental entretenido (como lo era Man on Wire) y merece la pena verlo, pero sólo si se tiene la mente abierta. Y requiere cierto estómago para según qué escenas, eso sí..
El único problema gordo de "The Cove" es que en el fondo es un poco -bastante- manipulador. Se le acepta y se valora todo lo demás, que es suficiente para recomendar su visionado: una realización y un uso del montaje que rara vez se había visto en el género, presentando la trama más como un thriller de intriga que como un documental con entrevistas y tradicionales planos marinos. Así, se alternan varios tipos de secuencias para formar un todo que, en global, funciona y resulta tremendamente entretenido. No faltan las imágenes perturbadoras (duras, pero necesarias), ciertos momentos en los que se pone en relieve la estupidez de según que individuos... pero bueno, son los tics tradicionales. Unas lo hacen mejor (Earthlings), otras peor (Home) y "The Cove" se queda en tierra de nadie, aunque más cerca del primer grupo que del segundo.
Un documental entretenido (como lo era Man on Wire) y merece la pena verlo, pero sólo si se tiene la mente abierta. Y requiere cierto estómago para según qué escenas, eso sí..
15 de marzo de 2010
24 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los japoneses no son lo que pintan
Con una magnifica combinación de elementos, Louie Psihoyos permite contemplar y vivir una realidad oculta para muchos, la matanza de delfines. La capacidad narrativa que se logra a través de tantas imágenes hace sentir y humanizar la fauna marina de una manera casi mágica. No fue fácil grabar tantas escenas, y cual cine negro, se mete dentro de una serie de intereses que le podrían costar la vida a sus protagonistas.
Soy amante de los documentales, pensé que este no seria más que otro a lo green peace, pero mayor equivocación me di, encontré la magia de saber que hay gente que si se preocupa por nuestra vida animal.
Una narrativa excelente, momentos de risa, suspenso y hasta lagrimas que no se pueden perder.
Nota: nunca pensé que un pueblo milenario tuviese esta forma tan vil de matar animales.
Con una magnifica combinación de elementos, Louie Psihoyos permite contemplar y vivir una realidad oculta para muchos, la matanza de delfines. La capacidad narrativa que se logra a través de tantas imágenes hace sentir y humanizar la fauna marina de una manera casi mágica. No fue fácil grabar tantas escenas, y cual cine negro, se mete dentro de una serie de intereses que le podrían costar la vida a sus protagonistas.
Soy amante de los documentales, pensé que este no seria más que otro a lo green peace, pero mayor equivocación me di, encontré la magia de saber que hay gente que si se preocupa por nuestra vida animal.
Una narrativa excelente, momentos de risa, suspenso y hasta lagrimas que no se pueden perder.
Nota: nunca pensé que un pueblo milenario tuviese esta forma tan vil de matar animales.
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