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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
9
1 de febrero de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para Jean-Marc Clement, el acaudalado ascendiente de los multimillonarios Clement de Francia que se hicieran ricos a cuenta de guacas, armas, globos, mujeres ricas, torres… la vida es aparentemente perfecta, pues pareciera tenerlo todo: empresas, acciones, edificios, autos de lujo… sin faltarle las chicas con las cuales puede tener una aventurilla cada día de la semana, si se le antoja.

Uno de sus asesores, va a enterarlo de que, en la calle 14 de Greenwich Village, un modesto grupo de teatro está trabajando en el montaje de una revista, cuyo mayor propósito es ponerlo en ridículo ante la sociedad, pues piensan que lo que hace con su fortuna es vergonzoso.

Atendiendo a una sugerencia del asesor, Clement decide asistir a un ensayo de la obra. Allí se embelesa con una coqueta rubia conocida como Amanda Dell, que hace de cantante y bailarina… y pronto, el multimillonario termina convertido en un “modesto desempleado” aspirando a un papel en la revista por su ´gran parecido´ con el criticado francés, y para el caso, ha adoptado el “desconocido” nombre de Alexander Dumas… sí, el mismo del autor de “Los tres Mosqueteros”.

En uno de los más bellos roles que pudo interpretar en su vida Marilyn Monroe –y este sería prácticamente el último, puesto que, su siguiente película “Something’s got to give”, en la que aparecía de nuevo con el director George Cukor, quedó inconclusa ante el advenimiento de su misterioso deceso-, su presencia, además de magnética como la sensual estrella de la revista que se está montado, resulta ejemplarizante y conmovedora, dada la integridad, el sentido solidario y la transparencia que asume como mujer. Para Clement –y para nosotros- a una mujer así nos resulta muy fácil amarla, porque es de aquellas, sensatas y claras, que eligen a un hombre por lo que es y no por lo que tiene.

Ives Montand, hace una magnífica segunda figura –con Marilyn es muy fácil pasar a segundo plano- y como el adinerado don Juan que quiere evitar que lo pongan en ridículo, hace el ridículo durante toda la película, pretendiendo ser el comediante-cantante-bailarín de revista, que ni ayudándose de grandes como Milton Berle, Bing Crosby y Gene Kelly, consigue emerger del pozo. Gran sutileza la del director George Cukor y su guionista Norman Krasna, pues es una forma muy inteligente de salirse con la suya, jugando a los caballeros.

Otros grandes actores como Tony Randall, Wilfrid Hyde-White y Dave Burns, se convierten en fuertes pilares de esta estupenda comedia-musical, que luce muy bien dosificada, sirviendo también de reflejo para que veamos como se mueven aquellos –muy tristes seres- que se hacen a la conquista y al éxito mediante el soborno, el alto pago y/o la manipuladora influencia. Al tiempo, una bella lección de mujer adorable por dentro y por fuera, queda plasmada para satisfacción nuestra y para gloria de aquella frágil muchacha rubia, que ya pertenece a la historia del arte y a la eternidad.

Título para Latinoamérica: “LA ADORABLE PECADORA”
Luis Guillermo Cardona
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10
8 de enero de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El teniente, Daniel Roman (Daniel significa: Dios es mi juez. Roman viene de romántico: digno, leal, enamorado y profesional, en el mejor sentido de la palabra), es un experto en tiro, en explosivos y en tácticas policiales, quien lleva años haciendo de mediador entre los delincuentes que ponen en jaque a sus víctimas y la policía siempre dispuesta a arreglar las cosas a punta de plomo. Sus resultados son de respeto y, Danny, se siente a gusto… y cada vez más enamorado de su esposa, Karen.

Pero sucede que, de pronto la vida cree que debemos pasar al otro lado de la línea… y así, el teniente Roman se convierte, súbitamente, en el sospechoso, y los que antes eran sus aliados y amigos, son ahora sus perseguidores. Magnífico arranque para un filme de acción policial que se luce en su brillantez por dondequiera que se le mire.

El guion firmado por, James DeMonaco y Kevin Fox, está muy bien cuidado enfrentando a dos triple A de la táctica y la estrategia: Roman y Chris Sabian (algo así como, la sabiduría de Cristo), a quienes veremos en sus variados matices de hombres de hogar, guerreros indeclinables, y pensadores natos con la justicia como prístina meta. En éste sentido, pesa más la entereza humana que abunda en la historia -a la cual se suman el sacrificado Nathan, la secretaria Maggie, el policía Palermo, el recursivo Rudy… y hasta el confundido Farley-, que la fuerza de los tiroteos y las explosiones que, evidentemente, no son el objetivo central de esta magnífica película que es, <<NEGOCIADOR>>.

Está, también, muy bien cuidado el elemento sorpresa, pues, las acusaciones van de un lado a otro... los primeros planos entran para confundirnos... las miradas sospechosas y las pugnas por el poder nos desvían de manera constante… y entre tanto, el clima de intriga se fortalece con cada escena, logrando que no queramos perdernos ni un segundo de lo que ocurre.

Samuel L. Jackson y Kevin Spacey, están en su punto exacto, siendo secundados por un conjunto excelentemente calificado: Ron Rifkin (Grant Frost, otro nombre bien interesante), Paul Giamatti, Dean Norris… y sobre todo, J.T. Walsh (Niebaum) el excelente actor de reparto que falleciera días después, dejando éste y otros tres filmes en postproducción, todos los cuales le fueron dedicados.

Con, <<NEGOCIADOR>>, el director F. Gary Gray, ha puesto muy en alto el género de acción, y ha dejado también muy bien plantada, la suerte de recursos humanos que deben tomarse en cuenta si acaso se aspira a trascender la superficie.

Título para Latinoamérica: <<EL MEDIADOR>>
Luis Guillermo Cardona
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6
16 de diciembre de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los Estados Unidos de Norteamérica, se le rinde culto a las armas. Su Constitución Nacional (la más antigua vigente actualmente en el mundo, adoptada ¡en 1787!) todavía permite que cualquier persona mayor de 21 años pueda adquirir las armas que desee, y la industria armamentista -quizás la más poderosa del mundo- no ceja en su empeño de poner las pistolas, revólveres y fusiles al alcance de cualquier ser humano que las desee. Cada que ocurre una masacre, como la ocurrida el 15 de Diciembre de 2012, en una escuela para niños de Connecticut, donde un muchacho le quitó la vida a 20 pequeños menores de 10 años y a seis adultos, la sociedad se rasga las vestiduras y vuelve a hablarse de la necesidad de restringir el porte de armas, limitándolas solo a las instituciones del Estado... pero, al paso saldrán los prepotentes dirigentes de la NRA (Asociación Nacional del Rifle), muchos de ellos dentro del gobierno, para argumentar las mismas sandeces de siempre (Que "eso sería restringir la libertad”; Que "se le abriría el paso a una dictadura”, Que "la gente tiene derecho a defenderse”…) Pero, nadie dirá que, una sociedad donde predomina el materialismo y escasea la espiritualidad; donde el afán de sentirse superior a los demás es motivación para la total falta de escrúpulos; donde el odio y el resentimiento embargan a muchísimos corazones; donde el racismo, la discriminación y el maltrato son cosa de todos los días; y, entre otras cosas, que donde las depresiones y los trastornos psicológicos afectan a millones de personas… se puede dar cuenta de la enorme cantidad de potenciales asesinos y psicópatas que se mueven en sus espacios día a día.

Para su debut cinematográfico, realizado ¡en 1969!, casi un siglo después de que comenzara la lenta extinción del Far West estadounidense, Lee H. Katzin eligió esta suerte de historia, pues, todavía algunos realizadores se resistían a dejar morir un género que también estaba en agonía, ya que, su época de oro (1946-1960 aprox.), también era ya cosa del pasado. Pero, nadie sabe hasta cuando las pistolas seguirán siendo símbolo de virilidad, de valor, y la mejor herramienta que ellos conocen para resolver los problemas. ¡Qué tal esto!

El guion, escrito con cierta solvencia e interesantes diálogos por Richard Carr, intenta dar un paso hacia el progreso humano, mostrando a un pistolero con un turbio pasado, que busca redimirse convirtiéndose en pastor de iglesia en un pueblo donde, un lago, es la causa para las confrontaciones diarias entre los pastores de ovejas y el ganadero emergente, quien pretende quedarse para él solo, la única agua con que cuenta la población.

Jim Killian (interpretado por, Glenn Ford, con esa arrolladora personalidad que le caracterizó siempre), rinde culto a Dios y al diablo, pues, al tiempo que reza y lee la biblia, puede también batirse a tiros de revólver o darle una paliza a cualquier hijo o socio de Asa Beck, el soberbio ganadero que viene, desde hace rato, reclamando una buen lección.

Al final, se dará un tímido paso hacia la civilización... pero las armas seguirán en los cintos y bajo las almohadas del todavía muy primario pueblo norteamericano.

Título para Latinoamérica: <<LOS VIOLENTOS VAN AL CIELO>>
Luis Guillermo Cardona
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10
31 de octubre de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una historia verdadera. Aparece registrada en la correspondencia del comandante Robert Shaw que se conserva en Harvard. También se habla de ella en el libro “Ponte este Laurel” de Lincoln Kirstein y en la obra de Peter Durchard “Una Fastuosa Quimera”.

Los hechos ocurrieron durante la llamada Guerra de Secesión que estalló en los Estados Unidos en 1861, en la cual, tras cruentos hechos y una fuerte oposición del sur (los Confederados) que la llevaron hasta 1865, se logró por parte de los norteños (la Unión) la abolición legal -aunque no plenamente práctica- de la esclavitud.

Los protagonistas de esta historia que ahora rescata, con gran virtuosismo, el notable director Edward Zwick, fueron los hombres que hicieron parte del 54° Regimiento de Voluntarios de la Infantería de Massachusetts, el primer regimiento negro que luchó contra la Confederación y que fue reclutado y comandado por Robert Shaw. Su mérito: haber combatido en enorme desventaja numérica, pero con un heroísmo indeclinable, contra el fuerte Wagner del sur de Carolina el cual estaba protegido por un millar de hombres fuertemente apertrechados.

Para esta campaña no hubo nunca un festejo, ni una medalla, ni reconocimiento digno en la historia. Sólo quedó constancia en aquellos documentos que no han leído muchos.

“TIEMPOS DE GLORIA” es un encomiable y merecido tributo, y Zwick se acuerda de recrear a los hombres sin idealizarlos de manera alguna. Sus contradicciones, sus errores, sus debilidades se contrastan claramente con su fortaleza, su entrega y su sentido de la dignidad.

Brillantes actuaciones de Morgan Freeman, como John Rawlings (el único militar negro ascendido a Mayor en el ejército de la Unión), quien se muestra sobrio y digno como el que más; y de Denzel Washington como Trip, el beligerante soldado que debe soportar un duro castigo. Muy merecido el Oscar recibido y un justo ascenso en su notable carrera.

En la película hay ejemplos de tolerancia, de paciencia y de vigor para asumir la empresa que se pone en nuestro destino.

Vienen a mi memoria unas palabras de Rhonda Byrne: “Alaba y bendice todas las cosas de tu vida. Cuando alabas y bendices estás sintonizando con una de las frecuencias más altas del amor”.

“TIEMPOS DE GLORIA” es un encomiable rescate de la dignidad.
Luis Guillermo Cardona
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9
19 de octubre de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
George Bernard Shaw es uno de los tipos más mordaces, encantadores y brillantes que uno pueda leer en su vida. Como ocurre con Oscar Wilde, un libro suyo es una delicia que no se olvida nunca. Eso es llevar el humor en la sangre, degustar la vida con la punzada fina y palpar cada experiencia lamiéndole las entrañas.

Basada en el célebre “Pigmalión” del amigo Shaw (inspirada a su vez en el célebre personaje de la mitología griega), “MY FAIR LADY” (MI BELLA DAMA) conserva todo el gusto literario del autor y se complementa con una obra musical escrita por Alan Jay Lerner y música de Frederick Loewe (un éxito en Broadway) que, si la oyes y ves con el corazón abierto, tendrás al alcance uno de los más encantadores espectáculos que alguna vez se haya puesto en escena.

Audrey Hepburn representa, con gracia indeclinable, a Eliza Doolittle, una humilde y mal hablada florista en una plazoleta de Londres, quien es huérfana de madre e hija de un padre vividor y bohemio que sólo la busca cuando necesita una moneda que le permita abastecerse de licor, aunque él, muy a lo Shaw, sustenta con elegancia todo lo que, por su parte, ha dado a su hija.

Cierto día, en el camino de Eliza, aparecen un par de solterones empedernidos, adinerados y cultos: el profesor Henry Higgins, experto en fonética, y el coronel Hickering -un gran amigo suyo- quien descubre en la burda florista, la ocasión de una divertida aunque complicada apuesta, cuando ella busca al experto para que la eduque y la refine en el lenguaje.

George Cukor, uno de los más impecables directores que alguna vez haya dado Hollywood, nos lleva por un largo, persistente y divertido camino, donde el exigente propósito es lograr que la iletrada joven se convierta en una dama de tal talante, buen gusto y expresión, que pueda ingresar de manera creíble en un baile de embajada con la nobleza de Transilvania.

Rex Harrison como el profesor Higgins, Stanley Holloway como Alfie Doolittle, y Wilfrid Hyde-White como el coronel Hickering, consiguen dar un cauce del más hondo histrionismo a esta alocada y divertida historia, donde el amor también ocupa su lugar y las esperanzas renacen aún para aquellos que parecían tenerlo todo.

Una lección de fe en el otro, de superación, autoexigencia y compromiso ferviente con aquello que se desea, queda bellamente plasmada. Y entre gratas canciones, uno que otro alegato contra el matrimonio y en beneficio de la eterna soltería, salen muy a pulso para justificar la despedida de un rezagado que, quizás, esté a punto de pasarse al otro bando.

Tres Globos de Oro y ocho premios Oscar, respaldan a este brillante musical del que varias canciones provoca tararearlas.

Obras como éstas, nos apegan cada día más al arte cinematográfico.
Luis Guillermo Cardona
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