Nadie espere ver una película bélica, a pesar de lo que pueda dar a entender el cartel o el avance de la película. Se trata de mostrar como se desenvuelve de acuerdo a sus principios y educación un grupo de hombres que son puestos bajo presión en una situación no prevista. Si nos atenemos a esta premisa, es una historia que se disfrutará.

Narra la vida de un campamento británico los días previos a la descolonización de un país africano. Es patente la coexistencia de una visión del mundo moderna, representadas por un sobrio Jack Hawkins en su papel de coronel y Richard Attenborough, genial en su papel de sargento anclado en los modos del pasado donde la disciplina y las ordenanzas son lo primero, lo que le lleva a manejar situaciones guiándose por el manual. Cecil Parker hace de puente entre esos dos puntos de vista en su breve aparición como funcionario de alto rango.

Completan el reparto Flora Robson, otra vez la mujer en un mundo de hombres pone la voz ignorada de la razón y Mia Farrow con un personaje metido con calzador en la historia. El grupo de sargentos pone el contrapunto divertido e irónico a la historia, mostrando una pandilla de soldados de costumbre relajadas que saben que todo el pescado está ya vendido.

Obra del prolífico autor Abel Gance cuya carrera abarca más de sesenta años. Considerada por algunos como todo un compendio del cine mudo y alabada por la cantidad de adelantos técnicos que presenta, marca un hito en la realización e influye en directores posteriores. Sirva como ejemplo aunque pueda sonar exagerado la famosa escena de la batalla de las bolas de nieve, en la que el juego de unos niños anticipa escenascomo la del desembarco de Normandía en “Salvar al soldado Ryan”.

Pensada como una parte de un proyecto inacabado para filmar la vida de Bonaparte, cuenta la vida del genial corso desde su niñez hasta que consigue el poder político y militar. El director, que volvería posteriormente sobre el personaje en “Austerlitz” (1960),`porno tener financiación para el proyecto acabó vendiendo la parte final a Lupu Pick, director rumano que la filmó en 1929 como “Napoleón en Santa Elena.”

La película se divide en dos partes. La primera se caracteriza por la narración de los hechos en clave épica, presentándolos con total gravedad y trascendencia, dando a los personajes pocos momentos de respiro o alegría, incluso en la niñez. La fuerza del Destino oscurece con su sombra no pocos momentos de la narración. La Revolución Francesa llena de dramatismo la pantalla y nos presenta a sus protagonistas, salvo Napoleón, incapaces de oponerse o controlar la arrolladora fuerza de los hechos.

La segunda parte muestra la ascensión del corso hasta conseguir el poder y el dominio de Francia. Aquí curiosamente vemos como las tensiones tienen contrapuntos ligeros o incluso cómicos, que no dejan de ser insólitos: Napoleón jugando a la gallinita ciega con los hijos de Josefina, mientras el amante de ella, Barrás pasa a su lado con todo el cuidado de no ser percibido.

Aparte de los ya mencionados, la película presenta no pocos momentos a destacar: Napoleón en la tormenta y contrapunto en la “tormenta” de la Convención o La batalla final, con visión simultánea en tres pantallas, lo que sería el anticipo del cinemascope...

La banda sonora de la edición de Coppola, refuerza la película y se hace necesaria por ejemplo en momentos como el canto de “La Marsellesa”.

Por encargo de Hitler, Leni Riefenstahl rodó esta cinta que transciende cualquier acto o idea de propaganda para convertirse a pesar de todo en “la” película de los Juegos Olímpicos. Su larga duración, digerible ya que está dividida en dos partes, contiene multitud de secuencias y bellas imágenes que aún hoy en día sorprenden por la forma en que están filmadas y montadas. En la época supusieron toda una innovación, aunque ya están perfectamente asimiladas

Desde el comienzo, que señala el origen épico de los Juegos a través de unas imágenes de ruinas y esculturas griegas y que nos lleva hasta los días de las celebraciones olímpicas en Berlín acompañando a los portadores de la antorcha olímpica, hasta el adiós y espera de la próxima cita olímpica, trágicamente interrumpida por la II Guerra Mundial; tenemos un autentico desfile de atletas de distintos países, la tensión de la espera, la dureza del esfuerzo y las explosiones de júbilo del público ante los éxitos de sus deportistas, júbilo que también nos muestra el propio Hitler como un espectador más.

De esta película no me puedo olvidar de las escenas de los saltos del trampolín, del salto de altura nocturno, del montaje de la competición de piragüismo, del sufrimiento de los corredores de la maratón…

El III Reich no escatimó en medios para que el espectáculo resultara visualmente perfecto y transmitiera el mensaje propagandístico deseado. Albert Speer, el arquitecto que diseñó el estadio olímpico, cuenta que tuvo en cuenta la instalación de raíles a lo largo de todo el estadio para desplazar las cámaras convenientemente durante la celebración de las pruebas.
Otras escenas sorprenden por su ¿modernidad?: Los cuerpos desnudos que tratan demostrar la fuerza y belleza de la raza aria, al comienzo de la película. Una de las bailarinas es la propia Leni, que antes de cineasta fue bailarina, esquiadora y alpinista.

Los franceses realizando el saludo ¡¿nazi?! en el desfile inaugural: la imagen choca pues lo hacen según el antiguo modo olímpico de los romanos, pero el montaje, sin mayor explicación, da a entender otra cosa.

Más allá de cualquier juicio moral que pudiera ejercerse sobre su autora, que tuvo que lidiar contra la oposición de varios jerarcas nazis a que realizara la película, debe verse como una de las cimas del cine documental. Las retransmisiones olímpicas de hoy en día se basan en esta película.

Gran película de Mankiewicz, que viendo las críticas del resto de su filmografía no ha hecho una mala. Guión rico, riquísimo en diálogos para no olvidar donde la tensión, la intriga y algunos golpes de efecto en el momento justo no dejan un momento de respiro. Como digo en el título, está basado en hechos reales.

Se inspira en la figura de Elyesa Bazna, vallet de origen albanés, adscrito a la embajada británica en Ankara al servico del embajador de aquel entonces. Aprovechándose de la ceguera y confianza de su superior, roba jugosos secretos que incluyen información vital del día "D" y se los vende a los alemanes a través de personal de la embajada de ese país. Su habilidad en la negociacion lo convierte en el espía mejor pagado por los nazis de toda la II Guerra Mundial.

Todo lo comentado en el párrafo anterior es reflejado en la película, que se toma licencias lógicas que enriquecen la historia; tales como el personaje de la condesa polaca, que en realidad no existió pero que protagoniza momentos decisivos a lo largo de toda la película. Es muy interesante la forma que tiene de estar presente sin estarlo y de influir a lo largo de toda la trama, otro detalle que hace grande el guión.

Sobre la actuación de James Mason, que sobresale por encima del resto sin que éstas desmerezcan en absoluto, está todo dicho en las otras críticas. Creo que nunca se le ha reconocido en su justa medida la calidad y riqueza de matices que supo imprimir a sus personajes.

Y sobre el final, me remito de nuevo al título de mi crítica. De lo mejor.

Otra película "ligera" de Kurosawa. Del género de samurais o "jidai-geki", es una continuación de la exitosa "Yojimbo". Tal vez un poco inferior a ésta en algunos aspectos pero no por ello desdeñable, incluye aventura, grandes enseñanzas y momentos de humor.

Toshiro Mifune realiza una composición en la línea de Yojimbo, un pulgoso y desastrado ronin, samurai sin señor, de vuelta de todo que intuye y visualiza las situaciones a las que se tendrán que enfrentar él y sus protegidos, un grupo de samuráis de clase alta, doblemente torpes ya que por un lado su ingenuidad les lleva a meterse en la boca del lobo una y otra vez y por otra parte no escuchan la voz de la experiencia que representa Sanjuro, apoyándose en percepciones y prejuicios que pronto demuestran ser erróneos. Tal es su ineptitud que hasta un guarda enemigo con no muchas luces pero con más sentido común, prisionero de los samuráis se atreve a darles consejos a pesar de su situación poco favorable.

Entre los secundarios destaca Tatsuya Nakadai, que protagonizaría "Rashomón" y "Ran", como el lugarteniente de los villanos a los que se ofrece Sanjuro y con el que empaliza. Takashi Shimura es uno de los corruptos funcionarios que retienen prisionero al chambelán y al que el grupo pretende liberar.

La aparición de mujeres en la historia, la mujer del chambelán y su hija, produce no pocos inconvenientes al grupo, además de momentos jocosos (Ayyy, ese granero...). También aportan soluciones y enseñanzas, sobre todo a Sanjuro, que encuentra en la vieja dama la horma de su zapato.

A destacar el duelo final, de gran intensidad. En el "spoiler" lo destripo parcialmente pero aporto una anécdota interesante.

En definitiva, película muy interesante del cine japonés y que también recomiendo como introductoria al universo de este director.