Cine "vanguardista" a lo Godard, progre, pijo, minoritario, insustancial que puedes ponerte de fondo mientras haces otra cosa, querían demostrar que en España en pleno franquismo se podía hacer este tipo de cine no convencional, no comercial, no narrativo.

A algún crítico que parece que lo vio en su época dice que le "da ternurita". De hecho prefiero artísticamente uno de esos videos familiares donde se narran anécdotas de familia, muchos más narrativos y divertidos. Pues nada, pues bien, pues vale, consiguieron hacer su cine.

Viniendo de Liv Ullmann actriz fetiche de Ingmar Bergman uno podía presumir una adaptación más metafísica, pero no.

Julia es una aristócrata que se aburre, una sádica manipuladora acostumbrada a abusar de gente por debajo de ella, a la que le encanta reírse y crear falsas expectativas en las personas que la rodean para luego defraudarlas, de gente "que la ama", y John es un criado educado desesperado por escalar socialmente y que se cree algo maquiavélico, que se cree que la está manipulando pero es una persona retorcida, inconsecuente, ilógica y con un toque masoquista. Así comienza este juego de ruleta sentimental extremadamente tóxico muy del teatro del siglo XIX sobre todo nórdico, aunque aquí la obra esté localizada en Irlanda, lo que me parece un error porque cuanto el clima sea más extremo y adverso parece que se adecúa mejor a la personalidad de estos dos personajes.

Parece que las obras del escritor esquizoide August Strindberg tenían mucho de autobiográficas de sus complicadas relaciones sentimentales, sin embargo las obras que más han quedado de él no han sido las más sinceras, reticentemente discretas y hondas, sino la más volcánica donde salen todo tipo de complejos, de una relación tóxica sadomasoquista de dos personas que ni se soportan a si mismas, pero que disfrutan destrozándose, victimizándose y perdonando al otro como quien da una limosna que le cuesta soltar.

Las interpretaciones son buenas, pero no te transmiten esa sensación de perturbación mental grave, y a mí como los personajes no están muy explicados de por qué son como son, aunque uno se lo supone, no me crearon mucha empatía.

Completamente recomendable, de lo mejorcito del teatro filmado, de hecho posiblemente es tan bueno como ir al teatro porque te enteras de todo y lo ves en primera fila.

Lo mejor: respeta el texto shakespeariano que es lo más importante y aunque lo traslada a un mundo distópico es bastante pertinente, no como en otras adaptaciones donde el texto es muy secundario o es una adaptación que no respeta lo más mínimo el espíritu del texto. No cae en los dos defectos actuales que son la egolatría de los actores y las ganas de llamar la atención a toda costa creando contextos con los que no tiene nada que ver.

El vestuario y la factura técnica son bastantes correctos.

Debemos ver muchas de las comedias que marcaron nuestra adolescencia, para darnos cuenta de cómo éramos y cómo nos tragábamos y admirábamos de todo, sin juicio crítico.

Aquí los protagonistas son la banda sonora que se repite como estribillo sin especificar ningún leitmotiv, la moda estética de los 80 llena de color y la risa de Eddie Murphy supuestamente contagiosa, que entiendo que tendrá mucha más gracia en Estados Unidos que en la versión subtitulada.

La trama resulta muy simplona, los momentos más emocionales no emocionan nada y las escenas más llamativas resultan un poco de vergüenza ajena, los personajes están basados en clichés bienintencionados de los 80.

Es la típica película de venganza de un amigo y colega de la policía asesinado para lucimiento de Eddie Murphy con unos diálogos superficiales, que te da igual desde los primeros diez minutos.

Una película necesaria para entender los años del plomo del Conflicto Vasco.

Coproducción italiano-española-francesa que ha sabido retratar artísticamente el ambiente vasco durante el final del franquismo. Quitando partes de la serie "Patria" es la mayor película española que trate el tema del terrorismo etarra, en una época en que todavía mucha gente lo justificaba como revancha a las condenas a muerte del franquismo.

Las interpretaciones están bien al igual que la ambientación, pero quitando al protagonista, creo que se tuvo que poner a actores vascos con una fisionomía más típicamente vasca, porque sobre todo los españoles que estuvimos más de 40 años viéndolos todos los días en los telediarios desentonan bastante.

La película resulta magistral sobre todo porque representa el odio del supuestamente "oprimido" y es bastante equidistante, es el gran logro de Pontecorvo, de hecho se muestra a los españoles de la época, sobre todo al profesor que representa a la autoridad, como alguien rígido sin mano izquierda para tratar los conflictos, mas bien los provoca e intensifica, y a los etarras independentistas como auténticos psicópatas, a los que les molesta incluso cuando están en Madrid que una peña futbolística normal se lo esté pasando bien en un fin de semana.

Hay otros críticos que dicen que vivieron esa época y que las escenas más llamativas de la época son inverosímiles sociológicamente hablando (una crítica que se extiende también a Piel Quemada donde también hay una pelea entre catalanes autóctonos e inmigrantes "charnegos"), pero es una licencia artística para explicar unos sentimientos que había en el ambiente nacionalista.

La película cumple su propósito: sabe retratar con objetividad el ambiente y a los personajes de ambos bandos, pero no muestra aristas en los personajes, son esquemáticos, tampoco la trama es que tenga muchos giros, ni tienen demasiada ambivalencia ética enriquecedora.

Incluso cuando uno ve por ejemplo "La batalla de Argel" del mismo director, uno siente ese dolor e incomprensión de los franceses argelinos cuando se preguntan porque tanta inquina de los argelinos musulmanes porque según aquéllos la administración francesa les proporciona un progreso material, seguridad jurídica y una libertad que tras la Independencia se verán muy dañados.