El mareo que pillé ante los efectos especiales de esta película hicieron que perdiera de vista el argumento, si es que lo había. Y cuando mis ojos descansaban era para ver flashbacks de Russell Crowe dándole lecciones de autocontrol a un joven Clark, autocontrol que, desde luego, perdió después. Porque vale que para salvar al mundo haya que destrozar algunos edificios, pero es que prácticamente reducen (los malos y Superman) a cenizas todos los sitios por los que pasan volando y zurrándose. Uno ve con espanto cómo se viene todo abajo y piensa en esos pobres oficinistas que trabajan en los rascacielos y de repente dejan de existir, así como los miles de coches aplastados por el camino.

Pero no me habría fijado en todo esto si el argumento me hubiera enganchado. Tampoco me hubiera fijado en todo esto si Lois Lane hubiera dado un poco más el pego, en vez de aparecer como una cateta insoportable de pelo inclasificable que mira embobada a su héroe casi suplicándole que la bese (¿dónde está la legendaria mala leche de Lois Lane?), sin que exista entre ellos química alguna. Tampoco es que haya tiempo, entre tanto vuelo y estrépito, a intimar demasiado. Todavía no entiendo que él viera algo en ella. Bueno, sí, es que no le quedaba más remedio porque es lo que sale en los cómics.

Menos mal que la sonrisa perfecta de chico norteamericano de este Superman me ayudó a no mirar demasiado su entrepierna, donde no había ningún calzoncillo rojo que disimulara su miembro de acero perfectamente delineado.

Por último, el villano no podría ser menos temible. Y eso es imperdonable.

Sólo por ver a una actriz cómica bastante decente (Kristen Wiig), vale la pena echarle un vistazo a esta cinta. Tiene momentos en que te hace reír con ganas, y hasta te hace pensar que se sale del molde. Pero en realidad no deja de ser una comedia sobre bodas entre tantas, quizá algo más irreverente y mucho menos edulcorada, quizá más cercana al los clichés de las películas de humor masculinas, pero comedia de bodas al fin y al cabo.

Totalmente recomendable para pasar el rato sin caer en el absurdo y sin arriesgarse a sufrir un coma de azúcar. O sea, bastante correcta y sin extremos. Eso sí, aviso para espectadores aprensivos: tiene una secuencia de escenas muy escatológicas que, según se mire, pueden ser muy asquerosas. Hay quien le encuentra la gracia a este tipo de escenas; yo no, y por eso aviso de antemano. Personalmente, esas escenas las pasé muy rapidito con el mando a distancia.

Los tres adjetivos del título son los primeros que me vienen a la mente al recordar esta película. A pesar de tratar temas delicados de un modo aparentemente irreverente, el resultado no es provocador ni demasiado realista, lo cual no quita que sea una película estupenda para pasar un bue rato e incluso reirse bastante. Recomiendo verla sin esperar de ella un mensaje demasiado complejo, pues no lo hay. Es una película que, de haber sido hecha en EEUU, habría resultado lacrimógena y llena de moralejas, pero que siendo francesa acaba siendo una comedia fresca con pequeñísimos toques dramáticos.

Yo la recomiendo más que nada para disfrutar de la relación entre los dos protagonistas; sólo por la empatía que destilan ya merece la pena. La guinda del pastel se la ponen unos secundarios muy simpáticos y bien escogidos.

La verdad es que es una película que no admite críticas profundas, sencillamente porque carece de profundidad. Es simple (aunque no así los temas que trata) y se basa en una historia real convenientemente adornada y adaptada para resultar atractiva. A mí me parece que, teniendo en cuenta la basura que llena los cines habitualmente, ésta es una buena opción para pasar un rato entretenido sin sentir que le tratan a uno de estúpido.

Porque mira que es mala. Sobre todo los diálogos; me pregunto cuánto cobraron los guionistas por redactar esas líneas tan manidas, pueriles, gastadas, mascadas y tópicas. Y también me pregunto quién se encargó de las escenas de lucha (JAJA!! ¿he dicho lucha?) y de huida, porque son tan patéicas que tienen que haber sido hechas así de mal a propósito. Codazos y puñetazos que ves que no impactan en el cuerpo del otro, forcejeos absurdos, huidas y carreras inverosímiles... en fin, un disparate tras otro.

Pero vayamos al argumento: la premisa de la que parte la película es original, o como mínimo interesante. A partir de ahí, resulta incomprensible el hecho de que lo hayan desarrollado todo tan mal y de una forma tan penosa e indigna de una buena idea. Las ideas con gancho no abundan en el cine, y van estos paletos y desaprovechan una buena oportunidad de brindarnos una buena historia.

Entre una cosa y otra, vas dejando que el tiempo pase para ver si la cosa mejora, pero, a diferencia de lo que sucede en la pantalla, el tiempo en el reloj del espectador se hace eterno y quieres que pase muy rapidito.

Las actuaciones están a la altura de todo lo demás; es decir, son horribles.

Por favor, no gastes tu tiempo en ver esto. Porque aunque en nuestra sociedad las cosas no se compran con horas y minutos, no deja de ser cierto que el tiempo es oro. Haz cualquier otra cosa con tus minutos, por favor. Me lo vas a agradecer.

Es una película un poco engañosa, sobre todo si uno creció en los 80. Yo nací en 1979, año en que se desarrolla la historia. Así que todas las referencias musicales, los objetos (por ejemplo el walkman), la ropa, etc., me llevaron atrás en el tiempo, a mi propia infancia. Creo que hemos sido muchos los espectadores que nos hemos sentido engatusados por esa artimaña nostálgica. Y sí, mientras veía la película sonreía todo el rato porque me resultaba agradable y entretenida. Pero una vez vistos los títulos de crédito tuve que abrirme paso entre las brumas de la melancolía y aceptar que, por muchos trucos que hayan usado para hacernos pensar en ET, Los goonies y demás películas ochenteras que ya son clásicos, Super 8 no es más que una historia simple de unos cuantos niños que sueltan frases ingeniosas (y eso no siempre), un extraterrestre con trasfondo sentimental y grandes dosis de pequeños conflictos familiares de esos a los que tan aficionados son los yankis.

Por cierto, la vi en versión original, porque me dijeron que doblada era insoportable a causa de las voces repelentes de los niños. Tengo que admitir que sus voces reales son agradables y que todos actúan bastante bien, excepto, quizá, el niño protagonista, que resulta ser el menos carismático de todos.

La recomiendo, sí, pero no con énfasis.