"La vida sublime" está emparentada en forma y estilo con la escuela catalana de José Luis Guerín y compañía, unos cineastas que se obsesionan por inmortalizar el momento real y manejan a la perfección el salto de un lado a otro entre el documental y la ficción.
El protagonista de “La Vida Sublime” emprende un viaje desde el páramo castellano de Urueña (Valladolid) hacia Andalucía, para revivir un viaje que hizo su abuelo en los años 40 y que al no estar documentado podría tratarse de una leyenda, esto lo emparenta con el guión no filmado de la segunda parte de “El sur” de Victor Erice, donde la niña ya adolescente se supone empieza un viaje de Castilla al sur como nuestro protagonista. En el camino conoceremos un poco el carácter castellano, la luz de andalucía y sobre todo la obsesión del protagonista por revivir los acontecimientos y que al menos en su cabeza, la historia de su abuelo pase de leyenda a ficción documental de la realidad.

Prometía esta película desde que leí la sinopsis y no me defraudó, tiene ese halo misterioso que acompaña a algunas películas, que hace que la pantalla destile verdad. Mucha culpa de esto la tiene Luis Ziembrowski al componer magistralmente el personaje de Telmo, un modisto gay que mira siempre a todos los que pasan por su casa con mucho amor, independientemente de sus creencias y actitudes. A su madre, enferma de alzheimer, pero con unas caídas que te partes de risa, le quiere como una niña, amor platónico para el prófugo que guarda en su casa, mimos para sus clientas y amistad para su amigo del alma, con el que tiene secuencias muy brillantes, llenas del mejor humor fino de Argentina. Este amigo es el que nos va a contar la historia en un largo flashback y es interpretado por Dady brieva, también codirector de la película junto a Gerardo Vallina.
Mientras la dictadura está en la calle, en casa de Telmo con aguja e hilo se va cosiendo el cambio.
Tuve ocasión de verla en el Cinhomo 2008 de Valladolid y hubo unanimidad, mejor película y premio del público. Mucha suerte para que pueda estrenarse en España y si como Telmo, los distribuidores la miman, se convertirá en otra pequeña joya del cine argentino.

Los que se consideren amantes de la pantalla grande, deberían ver este poema triste que con pequeños detalles y canciones suaves de lamento, consigue reflejar el miedo y la obsesión de "las tetas asustadas", esas mujeres embarazadas que fueron violadas durante la guerra y que transmitieron a sus hijas esta enfermedad del miedo. También a través de esos pequeños detalles conocemos al pueblo Quetchua, su lengua y su cultura de una manera lenta y pausada. No es apta para gente que sólo busque entretenimiento en el cine, es una película de las que gusta ver en los festivales o ciclos de cine y que hacen tertulia, de esas películas que empiezan a crecer cuando ya estás fuera de la sala.

Siendo el protagonista de esta película "El Langui", líder del grupo La Excepción, te imaginas una historia con mucha música hip hop, pero el único hip hop presente es la película en sí. Con una primera escena impactante, nos deja claro por donde va a ir la historia, una persona minusválida y su afán de superación y lucha ante todas las adversidades que se le van presentando, propias de su discapacidad y de su entorno, para montar su propio estudio de grabación. El mundo en que se mueve son barriadas en el cinturón de una gran ciudad donde conviven todas las etnias entre drogas, trapicheo y mercadillo.

Nuestro protagonista, sobrado de humanidad y tesón, no sólo tiene que tirar del carro por sacar su proyecto adelante dentro de un mundo hostil, sino que también tiene que luchar contra sus amigos y familia faltos de motivación y llenos de negrura, soledad y desesperanza.

Con una estética fea perfecta para el entorno de la película, el director novel Santiago A. Zannou se mueve con soltura por los bajos fondos y el resultado es un relato muy creíble a pesar de tener altibajos a la hora de resolver alguna escena, menos mal que para ese momento ya te has olvidado de la mecánica del relato, porque nuestro protagonista te tiene atrapado, te mueves con él y quieres ayudarle desde la butaca. Juan Manuel Montilla "El Langui" se interpreta a sí mismo y lo hace con contundencia, haciendo grande este relato hip hopero.

Si en una película doblada se mutila algo tan importante como la voz original de los actores, en esta película el juego que se hace con el español y el inglés, es clave para que la película funcione.

Woody Allen hace un homenaje a España, a través de dos ciudades a las que adora. Una guitarra flamenca y algunos tópicos y mitos de nuestro país le sirven de pretexto para contar una historia sobre las diferentes maneras de afrontar la vida de los americanos y Europeos. En el caso de la bohemia europea, la búsqueda constante del amor y la imposibilidad de llevarlo a cabo si no se juntan todos los elementos adecuados y en el caso de América moralista, la apuesta es luchar por el control de los sentimientos y aunque muerdas las manzana y se descoloquen tus ideas preestablecidas, se puede seguir con la máscara durante años y no lanzarse a la piscina por miedo a perder esa estabilidad.

Woody Allen nos ofrece esa narración exquisita casi invisible a la que nos tiene acostumbrados y dibuja unos personajes muy bien interpretados. Penélope Cruz se acerca al mito de Carmen, su personaje está presente en el aire toda la película y cuando aparece llena la pantalla de fuego.