A solo días del comienzo de 2024, ¿es posible que hayamos visto la mejor película del año?
De corazón, espero equivocarme. Que no sea así y que nos espere un período pletórico de buenos films, que terminemos el año llenos de alegría por tanta película excelente.
Lo cierto es que si no es la mejor, ya es mejor que todo lo que vimos en 2023.

Consistente hasta el más mínimo detalle, sostenida por un guion muy sólido, pero además, tan infrecuente en el cine actual, ¡tan bien escrita!, que por momentos uno parece estar sentado leyendo la mejor de las novelas. Con actuaciones increíbles, principalmente de los dos protagonistas, Milo Machado Graner, apenas un niño y la estupenda Sandra Huller, el film pudo haber quedado en eso, una puesta en escena precisa, limitada por los escenarios (solo son dos, la casa en dónde suceden los hechos y la sala del Tribunal en dónde se analizan y juzgan). Nada más lejano: son 150 minutos de cine, puro y del mejor cine. Cada plano, cada indicación actoral, cada decisión estética y ética de la directora, son profundamente cinematográficas.
No falta nada, no sobra nada. Tenemos toda la información ahí, aun cuando nunca podremos estar seguros acerca de lo que pasó o va a pasar: la vida misma.
Tiene, además, la mejor escena de disputa conyugal que se ha filmado en lo que va del siglo.
Imperdible.

A no engañarse. Lo que comienza como una simple comedia (siempre divertida, bien filmada y mejor actuada), termina transformándose en una más que interesante serie, que se mete con tópicos complicados: la vejez y el permiso para seguir amando, la persistencia de la memoria, el matrimonio, la homosexualidad, la posibilidad de permitirse las emociones y las pasiones, la muerte.
Dentro de un buen nivel de producción, con el fondo de los bellos paisajes de Halifax (ya los habíamos disfrutados en esa maravilla de serie que es "Happy Valley"), las actuaciones descollan, sobresaliendo las dos increibles hijas: Sarah Lancashire (protagonista absoluta de la mencionada "Happy Valley) y principalmente Nicola Walker (que habíamos disfrutado en otra maravilla inglesa: "River"). Es hermoso compartir la paz (y la calidad interpretativa) de Derek Jacobi, y por detras de ellos, todo un elenco de lo mejor de la cosecha (nueva y vieja) de intérpretes ingleses.
Muy recomendable, casi para todos los paladares, lo cual suele ser difícil en estos tiempos de sectorización y targets preestablecidos.

Hola...¿hay alguien por allí?, digo, alguien que pueda escribir una historia, que la pueda sostener pasados esos primeros minutos en dónde uno, generoso, está allí predispuesto a prestar atención, aunque ya desde el comienzo mismo se planteaba lo pequeñito de la historia.
Pero bueno, muchas veces hay relatos sencillos (la historia del cine está llena de ejemplos de esto) que se sostienen e imponen por otros valores, que exceden la anécdota inicial.
Aquí, como un karma, todo se diluye, hasta las buenas intenciones y las correctas actuaciones de casi todo el elenco, principalmente la medida, contenida (pero exacta en su papel) Malena Solda.
Pero el guión se va deshojando hasta terminar en ese insípido final que termina de desbaratar algunos buenos momentos previos.
Solo para pasar el ratito, y no mucho más.

Ok. Bien retratada la bipolaridad, no hay dudas, pero falta la creatividad que quiere proponer la película en el comienzo, apenas retratada en alguno de los poemas que leen los protagonistas.
Y entonces, aquello que comienza para desbordarse (cómo pasa con la locura misma) queda a mitad de camino sin animarse a más. El riesgo que Marco y Emily proponen se queda en la intención y en las palabras.
Eso que comenzaba a insinuarse en la primera internación (los mejores momentos de la película) se diluye en explicaciones científicas y metafísicas, y allí, la locura en palabras pierde fuerza.
Bien Katie Holmes, algo fuera de lugar Luke Kirby, y muy buenos los secundarios de Lahti y Dunne.
La lista final de bipolares históricos emociona y duele. Porque lo que quizá termina faltando en la película es afirmar con la claridad que la locura puede significar creatividad o no, pero siempre implica sufrimiento.

¿Cuántas posibilidades tiene “Fear the Walking Dead”, de avanzar con su trama, más allá de una segunda temporada?
Algunas cuestiones, que se diferencian de la serie madre obran a su favor:
• Buen manejo del sonido, como provocador de suspenso y miedo, aun cuando casi siempre sepamos que va a pasar.
• Buenas actuaciones, un punto a favor, sobre la pobreza actoral de la original.
• En el piloto (ya veremos cuanto soportan la presión) es más importante lo que a los personajes les pasa que el encuentro con los “caminantes”, todavía escasos y bien dosificados.
• Salimos del sur profundo de Walking Dead, con seres que apenas podían entablar una conversación muy liviana y fugaz (y no hablo de los zombies, sino del grupo de sobrevivientes) y estamos en Los Ángeles, con gente que por ahora parece que piensa, en un ambiente citadino y profesional. Una buena apuesta para el cambio de mirada.
El problema es, claramente, que para que esto funcione tiene que quedar en este ambiente de pre- apocalipsis, porque en cuanto se desate el desastre total, una serie (el spin-off), se parecerá demasiado a la otra y ya no tendrá sentido esperar por la suplente.