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Críticas de toribiodeporra
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Críticas 20
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
14 de mayo de 2024
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El arranque de esta serie me sorprendió, Las historias familiares se iban hilvanando en una suerte de puzzle argumental que, poco a poco, te iban dejando saber más sobre los Pearson. Pero enseguida empecé a darme cuenta de que el bucle se hacía cada vez más repetitivo y que giraba en círculos cada vez más cerrados, lo que consiguió que cayera en una especie de sopor mantenido a la espera de que la trama evolucionara y tomara otros derroteros. Las constantes repeticiones consiguieron que me empezara a aburrir y el germen de esa célebre serie ochentera titulada "Treinta y tantos", empezó a aflorar con mayor ímpetu y descaro. No en vano, el ínclito Ken Olin, miembro del serial anteriormente citado, tiene en este nuevo culebrón del siglo XXI, preñado de ideología "WOK" y complejos infinitos, una participación más que manifiesta. Se cuelan muchas cosas que recuerdan a antiguos pastelones televisivos y la ñoñería y una concepción del drama totalmente edulcorada y estomagante, comienzan a hacer acto de presencia con una fuerza insoportable. El gasto en colirio tuvo que ser monumental para alimentar tanto lagrimón vertido por culpa de las constantes tragedias surgidas de verdaderas gilipolleces; ya sabemos que el carácter anglosajón sabe sacar petróleo de las situaciones más ridículas.

Cuando me decidí a escribir este comentario, ya estábamos en la tercera temporada y tenía interés en saber cómo acabaría el folletín, así que continué viéndolo. Entretanto, seguían llorando -berreando más bien- agarrados a la cursilería más desaforada que se pueda uno imaginar y de nada sirvieron los intentos de poner algo de pimienta a los argumentos con alcoholismos, lesbianismos tempranos (¡cómo iban a faltar!), desencuentros a contrapié o hijos prematuros. El nivel de melaza alcanza cotas tan altas que llega a empalagar.

Randall, el hijo adoptado que jamás ha asumido el trance brutal de ser educado en una buena familia, porque ésta era blanca y que lleva dedicando toda su vida y recursos a descubrir su verdad particular, vira hacia la idiotez más inaguantable a una velocidad de vértigo. El deseo de darle un puñetazo se hace mayor con cada minuto de aparición. No hay ocasión en la que aparezca que no le desee unas purgaciones o unas hemorroides galopantes. A este punto llegan mis simpatías por este personaje.

Rebeca se mueve en los límites la demencia y la pesadez más absoluta. Es verdad que siempre ha hecho gala de ese carácter y, por tanto, no sorprende que pueda ser tan pelma. La magia del maquillaje te hace dudar si es la misma actriz la que que interpreta el papel de los años mozos y el de la Rebeca madura, pero en cuanto abre la boca, descubres que no hay duda, porque no hay en el mundo quien pueda ser tan cursi y estomagante. Cada vez que pronuncia eso de "Bichito" para referirse al mostrenco de doscientos kilos que tiene por hija, se me abren las carnes.

Kevin, el actor guapo y despegado, parece que se mantiene y sigue conservando mis simpatías. Es siempre un placer verlo en pantalla... Y que conste que hago este comentario desde una convencida heterosexualidad. Es con mucho, el más normal y creíble de la familia. Aún no deseo que se estampe en un accidente de helicóptero, pero ya veremos las sorpresas que nos tienen reservadas los guionistas. Mantendremos los dedos cruzados.

Kate, la descomunal, también hace aguas. No hay nada que no la estremezca, que no suponga para ella un sufrimiento, que no le remueva las culpas enterradas en tantos kilos de carne, que no le haga entrar en otro conflicto existencial infinito... Mientras tanto, el bueno de Toby, todo un santo varón, se ve en la necesidad de atiborrase a pastillazos para sobrellevar la depresión. ¡No me extraña!

Beth, la mujer del insoportable llorón, ahora quiere bailar y trae de cabeza a todo el departamento de vestuario porque ya no saben qué ponerle para disimularle ese culo de negrona "middle aged". Estéticas aparte, es la única en esa casa con un punto de serenidad y cordura que contrasta con los histéricos y numerosos berrinches de su hija adolescente y, sobre todo, de su inaguantable maridito. La dulzura en el hogar de los Pearson-negros viene, sin duda, de la mano de la hija menor, que representa todo lo opuesto a lo que su papá se desgañita en hacerle saber con soporíferos y cargantes discursitos sobre la herencia y los genes. Para mí que esa hija es fruto del affaire de Beth con el lechero de su antiguo barrio... Habrá que esperarse a ver si es así y le termina dando otro soponcio al bueno de Randall.

Jack, el fantasma bonachón y perfecto de la boca torcida, sigue apareciendo con insistencia para darnos lecciones de moral y buenas maneras, mezcladas con unos cuantos litros de morapio peleón, eso sí... Nunca he visto un "muerto" con tanto papel. Se repite y se repite como una salmodia incansable, ora con barba, ora con bigote, otras veces con perilla o con la cara limpia de pelo, pero siempre martilleando moralinas y remachando las mismas enseñanzas baratas. Por suerte, aún está Miguel, el discreto y paciente sufridor, sustituto a su pesar del imbatible Jack y beneficiario del calor, pero también de las manías de Rebeca y, por último, el bueno de Toby, que se mantiene en un papel digno y que pide más relevancia en la historia.

Estamos en la mitad de la quinta temporada. Ya veremos si llegamos a la sexta y última, porque nos están haciendo cada vez más complicado ver un capítulo entero sin despotricar y sin dar paseos al baño... o si los guionistas, con sus "genialidades" no consiguen que les termine deseando a todos la muerte más cruel porque algunas veces, parafraseando a Blas de Otero, "dan ganas de acabar de una vez".
toribiodeporra
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2
27 de febrero de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy, haciendo zapping por las cadenas que mi operador de televisión me ofrece (no digo nombres) me he dado de bruces con esta película... Hace algún tiempo yo me dedicaba al mundo de la animación y por unos veinte años anduve, lápiz y pincel en ristre, colaborando en películas y series de televisión. Incluso, llegué a trabajar en el primer largometraje de Dygra, "El bosque animado"; por eso me suscitaba curiosidad saber en qué quedó ese proyecto ilusionante para el cual tuve que estampar mi firma en la "Biblia de los Monigotes" de los estudios gallegos y comprometerme a guardar la confidencialidad del proyecto que recién empezaba, el día que me invitaron a visitarles por si me interesaba sumarme al equipo. Estoy hablando del año 2004... Por circunstancias y, sobre todo, por muchos otros compromisos, no pudo ser. ¡Una pena!, recuerdo que exclamé entonces. Tomé el avión de vuelta a casa y me puse a otras cosas. Algunos años más tarde, mi vida profesional viró (entre otras razones, por el rumbo que iba tomando la industria) y me fui desvinculando poco a poco de este mundillo. Pero, aunque ya no me ganara las habichuelas recreando ambientes o insuflando vida a algún fantoche, seguí conservando claro el concepto de lo que estaba bien y de lo que no y, sobre todo, mantuve intacta mi pasión por el dibujo animado. Hoy, por uno de esos raros requiebros del destino, he visto parte de lo que no vi en su día. Y digo parte, porque he sido incapaz de verla entera. La he recorrido a saltos, escudriñando secuencias sueltas, un poco azorado, reconozco y con un asomo de vergüenza ajena mostrando la patita... No puedo hablar, pues, de guiones, ni de argumentos, ni siquiera de diálogos. Me he centrado en las imágenes y he dejado que me sobrevolaran lo justo para darme cuenta de la monumental chapuza que tenía delante. Puedo decir que, después de revisarla como os digo, este Sueño de una noche de San Juan me ha dado una paliza; sí, una de esas palizas que duelen más en el alma que en el cuerpo; una paliza inmisericorde, de mala factura y recursos torpes... Una paliza que te entristece sobremanera; una paliza que, al igual que la mula del papa del cuento de Daudet, ha esperado casi veinte años en reservar su coz para dármela ahora con toda la fuerza retenida durante este tiempo...

Sí, ¡una pena!, dije entonces con un regusto de desilusión y pesadumbre cuando supe que me sería imposible poner mi granito de arena en esta nueva aventura...
Lo que no sabía en ese tiempo es la alegría que me daría, años más tarde, el que mi nombre no acabara saliendo en la lista del equipo que la gestó.
toribiodeporra
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1
4 de mayo de 2022
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empecé a ver anoche esta serie. Después de un rato, terminé de ver anoche esta serie. Creo que es lo más malo que he visto en mucho tiempo, y eso que el pasado fin de semana, me di un atracón de películas de Mariano Ozores (Yo hice a Roque III, Los bingueros, El soplagaitas, El calzonazos, los energéticos...) La gran diferencia entre estas dos propuestas, es que con las de Ozores, a veces, te ríes; con esta serie no haces más que pensar en lo bueno que habría sido que todos los personajes se hubieran quedado para siempre en ese espacio-tiempo incierto y misterioso del que vuelven, como vomitados por alguna consciencia superior que no pudo soportar más retenerlos consigo. ¡Madre mía...! El elenco, penoso: más malos que el sebo y haciendo gala de tanta ridiculez que abochorna sólo con recordarlo. Pero el punto crítico en el que mi paciencia dijo "hasta aquí", fue el de la performance de "Lucille". Creo que el pobre Little Richard se ha de estar removiendo aún en su tumba... ¡Vergüenza ajena! (mirad, me viene a la cabeza ese episodio y todavía siento el repeluzno).
Luego, la moralina estúpida con la que se salsea todo el guiso... Pero esa es otra cuestión con la que, desgraciadamente, tendremos que convivir por razones impuestas. Ahí lo dejo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
toribiodeporra
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2
19 de enero de 2022
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me senté a ver esta serie con cierta reticencia, lo admito. Y es que la figura de su director siempre me genera un sinfín de sensaciones encontradas; al final, tras mucho sopesar, concluyo que no me gusta... Aborrezco las soluciones manidas, el recurso sensacionalista y, por encima de todo, las subtramas romanticonas que sufro con empalago y al borde del ataque hiperglucémico. Aquí no ha hecho ninguna excepción: Al hilo principal de la serie que, prescindiendo de sus connotaciones políticas y de esa visión maniquea de nuestra cultura enfrentada a otras más "eficientes", reconozco que seguí con cierto interés, le siguen otras paralelas que la revientan sin contemplaciones: la relación del pollito pera de vocalización imposble cuyos gallos constantes dan fe de que su tránsito hacia la "adultez" parece no haberse terminado de consolidar, con la rebeldota progre e idealista de todo a cien, preocupada en todo momento por disimular las morbideces que ha desarrollado últimamente y que parecen emparentarla del todo con aquella abuela oronda y ordinaria con la que compartió serie durante tantos años. Una pareja que debería ser denunciada por algún colectivo antipedofilia y que es tan poco creíble como atractiva. Por otra parte, la presencia infausta de la señora Portillo (más fea que cuando hizo de Torquemada) con un papel mezcla del fumador de Expediente X y Mary Poppins y el hermano fumeta de Morgan Freeman, que hace del abogado de las causas débiles contra el aparato inabarcable de un malo con cara de gilipollas que no sé cómo se llama (ni falta que me hace). En fin, que de todos, salvo al siempre resolutivo Karra Elejalde, pero sin tirar tampoco ningún cohete, si acaso, algún petardo discreto... Y como no quiero seguir haciendo sangre y veo que me da la hora de cenar escribiendo sobre este pestiño, lo dejo aquí con este punto y final que me ha quedado de lo más curioso.
toribiodeporra
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2
14 de diciembre de 2015
11 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que para entender esta serie, se han de dar un par de notas relacionadas con el elenco. La valoración, por tanto, se columbra de mis apostillas.

Charlie Hunnam, más conocido por "Señor Caritas", actor blandito con más interés en mantener los labios permanentemente húmedos, teñirse las mechas de un rubio ideal y lanzar miradas profundas con descoyuntadas poses de cuello, que de hacer creíble el papel de macarra atormentado. De hecho, unos de los grandes problemas fue convencer al actor de que prescindiera del colorete y de los bigudíes porque, como le decía el director de unos de los episodios "eso no ayuda a parecer más macho man".
La elección de Charlie para interpretar a Jax Teller, se decidió tras duras sesiones del equipo de cásting jugando al "pinto pinto" en una primera ronda y terminando con una dificilísima sesión de "la botella loca" para decidir quién se hacía finalmente con el papel.
Entre los duros que componían la candidatura también se barajaron los nombres de David Hyde Pierce (Dr. Niles Crane, hermano de Frasier), Chema el panadero (famoso en el Barrio Sésamo de Espinete), Elijah Wood
disfrazado de Frodo Bolsón, Mario Vaquerizo y las Nancy Rubias y Boris Izaguirre.
Como podrá observarse, la competencia fue extremadamente dura.

Ron Perlman, más conocido como "Penitenciágite" o "El Quasimodo de Minnesota", llegó a esta serie tras
cagarse en la madre que parió a gran parte del equipo de producción y de ponerles unas caras tan espeluznantes que hizo que el terror anidara en sus corazones. Luego resultó que sólo estaba reprimiendo un estornudo, pero la cosa ya estaba hecha y no tuvieron cojones de decirle que no.
Ron Perlman, que inició su carrera haciendo de orangután con Clint Eastwood en película de James Fargo, Duro de pelar, encontró sumamente estimulante el papel de Clarence «Clay» Morrow por, como rezan sus declaraciones, "ver si podía arrimar cebolleta a la mujer de Al Bundy y, mientras tanto, arrear algunas hostias". "Lo más complicado -dice Kurt Sutter, creador y productor de la serie- fue ajustar las gafas y el casco a la forma
imposible de la cabeza de Ron". Resuelto el problema, con la inestimable ayuda del equipo de imagen del dufunto Copito de Nieve, el resto fue coser y cantar.

Katey Sagal, también conocida como "la Pelos", "Bragas de Lycra" o "La Mrs. Ropper norteamericana", se caracteriza por ponerle a cada interpretación una gran dosis de furor uterino. El gesto permanente de ganas de macho y la fuerza con la que se aferra a las nalgas del primero que cruza (justificadas por las temporadas de abstención sexual a la que se vio sometida mientras grababa Matrimonio con hijos) le hicieron firme candidata desde un principio a dar vida a la viuda cachonda Gemma Teller Morrow.
Después de siete temporadas de Sons of anarchy (lo pongo así para que se vea que domino perfectamente la lengua de Chéspir), la actriz dice que ya ha tenido bastante y que espera que para el próximo papel le toque una monja, pero sin que se acerque el gorrino del Perlman, que tiene la mano muy larga.

"El resto de los personajes no tiene mayor importancia -apostilla Sutter- porque siempre están sumidos en humos de explosiones, de espaldas y con los pantalones bajados haciendo la caidita de Roma a alguna pelandrusca o con el casco calado hasta la nuez". "Es un papel muy agradecido de interpretar" dice,
entre trago y trago de pacharán, un señor gordo y con perilla vestido de cuero negro y con tatuajes por todo el cuerpo que no sé cómo se llama. "La pinícula es mu bonita y seguro que gusta a todos los niños..." -concluye tras hipar varias veces y descargar una tremenda ventosidad.

Para terminar, sacamos un par de peras, hacemos varias tomas de escenas de sexo desenfrenado, unas cuantas explosiones, tiros y ruido de motos con el tubarro limao, malotes dando patadas a botes a altas horas de la noche pa joder al vecindario y una dosis de moralina ridícula macerada en una especie de honor samurai con más ketchup que wasabi y ya tenemos serie.

... Y así, sucesivamente.

¡Pero bueno!
toribiodeporra
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