La trama es tan simple que se resume en: La hija de Rocky y Ginger se hace adolescente y se le da por escapar de su zona de confort, ir a una granja y el resto tienen que ir a rescatarla. Lo logran y listo. Y por el camino Molly, la nena, hace una amiga. Todo salió a pedir de pico. Todo lo demás, es bastante de relleno.

Se notan los toques de Netflix con su fempowering de cartón, su forma de ridiculizar a todo lo que pueda ser medianamente masculino (y eso que en la primera, las gallinas eran las protagonistas absolutas). Rocky y Fowler se han convertido en dos idiotas, prepotentes, charlatanes, erráticos y de escasa confiabilidad. Si aciertan es casi por accidente y su utilidad es casi siempre distraer a los malos o caer encima de alguien. Mención especial para Nick y Fetcher, que entre su falta de relevancia en todo el metraje y el no tener ni el doblaje anterior de Gomaespuma, se quedan en una frasecita recurrente y sin gancho. Y por supuesto, el malo no da ni para ser malvado. Al menos el Sr. Tweedy, aunque era un mandado, tenía cierta intuición y unía los puntos: "esas gallinas traman algo".

La mayoría de situaciones difíciles se resuelven con alguna voltereta, un salto, un brinco o una caída, normalmente de un machirulo cayendose encima de los malos. Lo que debería ser ingenioso (como burlar un escáner biométrico) acaba pareciendo estúpido (sacar una foto y entrar por un pasillo vacío), y lo que no, es simplemente tan carente de originalidad que da incluso algo de rubor (lo de la lupa ya se vio en Toy Story hace casi 30 años!!).

Y lo mismo que no queda ni rastro del ingenio ni la tensión de la primera, tampoco queda rastro de la mordacidad de antes. Ni un "Estos gallitos yanquis siempre llegan tarde a todas las guerras!" por parte del bando avícola, ni por parte de los humanos una sola frase que pudiese quedar bien encajada como "Pastel de pollo de la Sra. Tweedy: El toque femenino".

Y por supuesto, olvídate de tener a alguien de la talla de Mel Gibson poniendo voz al gallo volador, ni a Ramón Langa en el doblaje.

Esta es la historia de Bella Baxter, una señora resucitada con el cerebro de su hijo no-nato. Bella empieza en un mundo blanco y negro. Un mundo torpe, vigilado por una alegoría relativamente burda y evidente del dios creador reflejado en Godwin Baxter: doctor/loco/genio que cabalga en su capricho entre el bien y el mal. Godwin pide los servicios del Prometido (no recuerdo el nombre porque es un cuck betazo y una ameba tiene más sangre que este personaje), que siente cierta retorcida atracción por Bella. No es un deseo ardiente, es más bien cierta paternalidad a una Bella infantil y desprovista. Godwin planifica un matrimonio entre ambos teniendo siempre en mente lo experimental que supone Bella, pero llega un apuesto (bueno, no, digamos que intentan darle sex appeal a Mark Ruffalo) abogado, que la seduce y la saca de su casa.
Arranca la etapa de color exagerado de Bella, y aquí es cuando veremos mucho sexo, pero dentro de todo, sexo "vanilla" entre Bella y Abogado. Abogado es un vividor fucker, pero el papo de Bella tiene dentro el poder de la justicia, para rendir a este seductor ladino a sus pies, de sacarle hasta el último centavo y en un mundo de hombres eso supone que te partan las piernas, te rompan la cara o te peguen un tiro. No así para Bella, cuyo chumino proyecta cierta barrera invisible con la que nunca le harán nada, ni siquiera un triste bofetón despechado. Ella sí, ella sí que reparte: a mano abierta, a mano cerrada, a mano cambiada, todos los estilos.
Bella y Abogado son expulsados de su "jardín del Eden flotante" y van a Francia, donde Bella descubre que su almeja también es una fábrica de dinero, y comienza a prostituirse y sodomizarse de forma profesional (si bien ha tenido en Abogado un excelente profesor) con seres cada vez más grotescos, nauseabundos, tullidos y degenerados. Su aprendizaje culmina en el momento en el que ya ha dejado de hablar como una lerda, de vestir victoriano y de caminar con las rodillas rectas como si fuese un Playmobil, y decide que ya está bien de tanto Kiki-taka. Además, la inclusión obliga a que su mejor orgasmo sea un cuni de su amiga negra. Con esto, se termina todo el metraje de Stone en pelotas. Godwin se está muriendo de cancer, y ya con todos estos aprendizajes y riquezas, regresamos a la Inglaterra natal de Baxter, para culminar con su matrimonio (ah, sí, que toda esta aventura la ha hecho estando prometida pero esto no le resta ni un ápice de dignidad: el buen cuck Prometido agachará la cabeza y aceptará que su prometida haya tenido más pollas dentro que un vestuario masculino, esa es toda la virtud a la que un hombre aspira: a tragar sin masticar. Todo lo demás es motivo de triggereo, incluido el intentar sustituir a Bella con otro muñeco tontuelo ¡Habrase visto!).
El epílogo es de coña. El exmarido de la Bella pre-Bella (de cuando no tenía el cerebro de un bebe) regresa para demostrar únicamente que es un mierda (hombre malo! violento!) y su castigo ejemplar es convertirlo en cabra. En vez de aprovechar ese cuerpo sano para transmigrar el cerebro de Godwin y hacerlo inmortal. Todos reuindos incluyendo, como no, su amiga negra, en la vida perfecta de Bella. Zoom lento, zoom lento, zoom lento, zoom lento en Bella. Bella wants, Bella wins. Bella folla, Bella gana. Bella sonríe triunfante, fin.

"Questo Mondo" sabe que es una serie de Netflix. Mete referencias a Netflix aquí y allí, y sabe que hay implicaciones políticas de la factoría N, y que tarde o temprano va a tener que decidir sobre qué hacer.

Aquí, creo que la referencia más fina es la del ejecutivo farlopas. Porque se podría decir que Netflix es literalmente eso: "Zero, hemos traído tu serie a nuestra plataforma porque tu crítica social es entretenida, la gente te quiere, tienes gracia y representas ese sentimiento viejoven de cuarentón vestido de adolescente que está viendo y procesando problemas genuinamente adultos. Pero por favor, a la hora de hablar sobre los problemas de verdad, no te metas en líos... E inventa algo de buenos contra malos. Pero malos-malos eh? ponles una esvastica, una cruz gamada, hazlos violentos, garrulos y drogatas, algo que haga que la gente les odie nada más verlos y ya de ahí, todo lo que vaya en su contra, será bueno, eh? qué me dices?".

Creo que esto se confirma en el MAJOR SPOILER de que Zero nunca llega a ir a la entrevista con el Cocodrilo.

Porque en un momento de polémica por las crisis migratorias y la violencia en Francia, y el regreso de los conservadores en Italia, en Grecia, en Suecia o en Finlandia, hablar de inmigración no integrada es un tema peligroso. Muy peligroso. También lo es hablar de generaciones que han crecido haciendo lo que decían que había que hacer para no recibir nada. Y de vidas desestructuradas como la de Cesare, de estigmas, de abandono, de ostracismo. De tener que ser perfecto para no ser etiquetado y aun así ser tragado por el sumidero.

Por eso, en el momento de tener que aflorar los verdaderos problemas: el barrio a la mierda y los políticos medrando, da igual de que lado sean, todos van a lo que van, sacas al bando "malo-de-verdad" y ya juegas como hacen en The Boys. "nadie es bueno, pero algunos son peores", y a partir de ahí, todo lo que vaya en contra de los nazis está bien, es aceptable, es justificado. Da igual que no arregle nada. Incluso si Secco sigue siendo un matao y un ejemplo de absolutamente nada, el verlo haciendo el ninja lo hace meritorio porque es "contra los malos-de-verdad". Incluso si el centro de inmigrantes no soluciona nada, o no lo empeora, da igual: es lo de menos, se trata de ir contra los "malos-de-verdad".

Y si no estás de acuerdo con esta simplificación burda de un problema descrito con brillantez, entonces eres "malo-de-verdad" o estás de su parte - maniqueísmo nivel Netflix. Por eso no sorprende que la representación de los refugiados sea la de una mujer con hiyab: voluble pero luchadora que habla tu idioma, y no el perfil subsaharianos formando guetos como los que ocuparon la estación de Termini en 2013 o los que la han liado parda en París hace muy poco.

Puede que Zerocalcare se haya quedado a las puertas de contar algo realmente impactante (si bien Cesare deja caer ciertas notas, para ser silenciado por los malos-de-verdad), pero deja el reflejo de una crítica aguda y da mucho que pensar.

Para mí, es una lástima lo poco que se aprovecha de esa interesantísima química entre Mario y Donkey Kong. Se podría haber hecho una road movie entera sólo con esos dos.

Y se perdió una oportunidad de oro para hacer referencia a Super Smash Bros en su combate.

Le da puntos simplemente la actuación de Waltz y su pose y gallardía, pero ni siquiera el personaje de Patoff. Es un personaje tan "plano" (es el villano perfecto con un arsenal de ExMachinas y protegido por la gracia del guión) que le tienen que poner "defectos" estúpidos como lo de las escaleras, para poder decir que tiene algo parecido a "personalidad". Si esto se toma como ejemplo, en el futuro un superhéroe podría ser invencible, invulnerable, inmortal, guapo, rico... Eso sí, con algo de todo lo siguiente a elegir: fobia a los ciempiés, adicción al tinto de verano, un deseo incontrolable de parpadear cada mañana, o afición por los documentales de la 2.

Como buen Joker, sabrá decir lo necesario en el momento necesario a las personas necesarias. Pero hay cierto regusto que me llega, como de woke diluido. Como si hubiesen aprendido a dejar caer el mensaje sin ser tan burdo como en Velma, sino más como en The Boys: muy transgresor y polémico en apariencia, hasta que hay que hablar de buenos y malos "de verdad", entonces podremos estar de acuerdo en que buenos-buenos no hay. Pero malos-malos sí: los zombis capitalistas nazis trumpistas del espacio sideral.

¿Y aquí? Aquí parece igual de controvertido a la hora de dejar fuera a la señora negra gordita en silla de ruedas (solo le faltaba venir envuelta en la bandera del colectivo) ¡Uau, que polémico, incluso con gracieta sobre su silla de ruedas, estamos que lo tiramos! Pero luego, toca hablar de la cuestionable moral de los dos ¿protagonistas? a la hora de enfrentarse a este Sharp Dressed Satan. Porque la chica es una trepa carente de escrúpulos (diablos, al menos Harleen Quinzel tiene cierto drama que sostiene su conversión a la villanía y ni siquiera te puedes parar a sospechar cómo sabe que el jefe coreano es asexual... Sólo lo puedes sospechar desde la óptica machirula y ¿Qué nos jugamos a que encima la retratan como una pobre víctima del techo de cristal y el sesgo de género? ¡Oh, qué sorpresa!). Le podrían haber puesto un revolver en las manos en el capítulo 2 y hubiese cumplido con creces a la voz de su amo, pero es ella la que pone la línea entre ser un perrito fiel al amo macabro y obedecer a un líder desquiciado. Por eso cuando el chico cambia de parecer sobre Patoff ("magia de Joker" mediante, claro, que tiene la llave del baúl de las fichas de personaje), y la chica ve que este villano no tiene límites en su maldad (¿¿Cómo podría alguien saber eso?? Si apenas se quedó encogida de hombros con la señora en silla de ruedas despedida delante de sus narices y luego se fue a limpiar la sangre de su antiguo jefe de la cristalera, y antes de irse a casa, ordenó a un compañero que se lavase porque su olor corporal disgustaba a Big Four Belzebu), es cuando traza la línea entre ser una joven ambiciosa oprimida por el sistema y estar al servicio de un loco (trepa, pero con "valors", aunque tiremos los "valors" dos minutos mas tarde en la habita de la señora coreana, que se note que hay una diferencia).

Si al menos todo esto hubiese contado algo... Pero es puro aderezo, sin sustancia.